tag:blogger.com,1999:blog-90910124366263554322024-03-19T03:43:02.314+00:00seuils de tangerfayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.comBlogger347125tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-64880722740080803182015-05-14T01:30:00.000+01:002015-05-16T18:12:15.339+01:00¿Cuánto tiempo has estado aquí?<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRktxlFCNzOZbINatZa-PrN-1NJ2pIdA9fvEy-S0RZGKFj3Mai1S9VxvC2F9FHv7Ks6gJIh96kUdCo3n6jdkc92cybka8dPgKgwKVtYhwHIvOroqir3d1zSXCywdVX6xyQIsSdTy8jzyUx/s1600/Nicolas+Muller,+F%C3%AAte+du+Mawlid+-+Tanger+1942.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRktxlFCNzOZbINatZa-PrN-1NJ2pIdA9fvEy-S0RZGKFj3Mai1S9VxvC2F9FHv7Ks6gJIh96kUdCo3n6jdkc92cybka8dPgKgwKVtYhwHIvOroqir3d1zSXCywdVX6xyQIsSdTy8jzyUx/s640/Nicolas+Muller,+F%C3%AAte+du+Mawlid+-+Tanger+1942.jpg" width="482" /></a></div>
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<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Nicolas Muller, Fête du Mawlid (Tanger, 1942)</b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: x-small;"><i>Y Dios lo hizo morir durante cien años<br />y luego lo animó y le dijo:<br />-¿Cuánto tiempo has estado aquí?<br />-Un día o parte de un día, respondió.<br /><br />Alcorán, II, 261.</i></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La noche del catorce de marzo de 1939, en un departamento de la Zeltnergasse de Praga, Jaromir Hladík, autor de la inconclusa tragedia <i>Los enemigos</i>, de una <i>Vindicación de la eternidad</i> y de un examen de las indirectas fuentes judías de Jakob Boehme, soñó con un largo ajedrez. No lo disputaban dos individuos sino dos familias ilustres; la partida había sido entablada hace muchos siglos; nadie era capaz de nombrar el olvidado premio, pero se murmuraba que era enorme y quizá infinito; las piezas y el tablero estaban en una torre secreta; Jaromir (en el sueño) era el primogénito de una de las familias hostiles; en los relojes resonaba la hora de la impostergable jugada; el soñador corría por las arenas de un desierto lluvioso y no lograba recordar las figuras ni las leyes del ajedrez. En ese punto, se despertó. Cesaron los estruendos de la lluvia y de los terribles relojes. Un ruido acompasado y unánime, cortado por algunas voces de mando, subía de la Zeltnergasse. Era el amanecer, las blindadas vanguardias del Tercer Reich entraban en Praga.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El diecinueve, las autoridades recibieron una denuncia; el mismo diecinueve, al atardecer, Jaromir Hladík fue arrestado. Lo condujeron a un cuartel aséptico y blanco, en la ribera opuesta del Moldau. No pudo levantar uno solo de los cargos de la Gestapo: su apellido materno era Jaroslavski, su sangre era judía, su estudio sobre Boehme era judaizante, su firma delataba el censo final de una protesta contra el Anschluss. En 1928, había traducido el <i>Sepher Yezirah</i> para la editorial Hermann Barsdorf; el efusivo catálogo de esa casa había exagerado comercialmente el renombre del traductor; ese catálogo fue hojeado por Julius Rothe, uno de los jefes en cuyas manos estaba la suerte de Hladík. No hay hombre que, fuera de su especialidad, no sea crédulo; dos o tres adjetivos en letra gótica bastaron para que Julius Rothe admitiera la preeminencia de Hladík y dispusiera que lo condenaran a muerte, <i>pour encourager les autres</i>. Se fijó el día veintinueve de marzo, a las nueve a.m. Esa demora (cuya importancia apreciará después el lector) se debía al deseo administrativo de obrar impersonal y pausadamente, como los vegetales y los planetas.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El primer sentimiento de Hladík fue de mero terror. Pensó que no lo hubieran arredrado la horca, la decapitación o el degüello, pero que morir fusilado era intolerable. En vano se redijo que el acto puro y general de morir era lo temible, no las circunstancias concretas. No se cansaba de imaginar esas circunstancias: absurdamente procuraba agotar todas las variaciones. Anticipaba infinitamente el proceso, desde el insomne amanecer hasta la misteriosa descarga. Antes del día prefijado por Julius Rothe, murió centenares de muertes, en patios cuyas formas y cuyos ángulos fatigaban la geometría, ametrallado por soldados variables, en número cambiante, que a veces lo ultimaban desde lejos; otras, desde muy cerca. Afrontaba con verdadero temor (quizá con verdadero coraje) esas ejecuciones imaginarias; cada simulacro duraba unos pocos segundos; cerrado el círculo, Jaromir interminablemente volvía a las trémulas vísperas de su muerte. Luego reflexionó que la realidad no suele coincidir con las previsiones; con lógica perversa infirió que prever un detalle circunstancial es impedir que éste suceda. Fiel a esa débil magia, inventaba, <i>para que no sucedieran</i>, rasgos atroces; naturalmente, acabó por temer que esos rasgos fueran proféticos. Miserable en la noche, procuraba afirmarse de algún modo en la sustancia fugitiva del tiempo. Sabía que éste se precipitaba hacia el alba del día veintinueve; razonaba en voz alta: <i>Ahora estoy en la noche del veintidós; mientras dure esta noche (y seis noches más) soy invulnerable, inmortal.</i> Pensaba que las noches de sueño eran piletas hondas y oscuras en las que podía sumergirse. A veces anhelaba con impaciencia la definitiva descarga, que lo redimiría, mal o bien, de su vana tarea de imaginar. El veintiocho, cuando el último ocaso reverberaba en los altos barrotes, lo desvió de esas consideraciones abyectas la imagen de su drama <i>Los enemigos</i>.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Hladík había rebasado los cuarenta años. Fuera de algunas amistades y de muchas costumbres, el problemático ejercicio de la literatura constituía su vida; como todo escritor, medía las virtudes de los otros por lo ejecutado por ellos y pedía que los otros lo midieran por lo que vislumbraba o planeaba. Todos los libros que había dado a la estampa le infundían un complejo arrepentimiento. En sus exámenes de la obra de Boehme, de Abnesra y de Flood, había intervenido esencialmente la mera aplicación; en su traducción del <i>Sepher Yezirah</i>, la negligencia, la fatiga y la conjetura. Juzgaba menos deficiente, tal vez, la <i>Vindicación de la eternidad</i>: el primer volumen historia las diversas eternidades que han ideado los hombres, desde el inmóvil Ser de Parménides hasta el pasado modificable de Hinton; el segundo niega (con Francis Bradley) que todos los hechos del universo integran una serie temporal. Arguye que no es infinita la cifra de las posibles experiencias del hombre y que basta una sola "repetición" para demostrar que el tiempo es una falacia... Desdichadamente, no son menos falaces los argumentos que demuestran esa falacia; Hladík solía recorrerlos con cierta desdeñosa perplejidad. También había redactado una serie de poemas expresionistas; éstos, para confusión del poeta, figuraron en una antología de 1924 y no hubo antología posterior que no los heredara. De todo ese pasado equívoco y lánguido quería redimirse Hladík con el drama en verso <i>Los enemigos</i>. (Hladík preconizaba el verso, porque impide que los espectadores olviden la irrealidad, que es condición del arte.)</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Este drama observaba las unidades de tiempo, de lugar y de acción; transcurría en Hradcany, en la biblioteca del barón de Roemerstadt, en una de las últimas tardes del siglo diecinueve. En la primera escena del primer acto, un desconocido visita a Roemerstadt. (Un reloj da las siete, una vehemencia de último sol exalta los cristales, el aire trae una arrebatada y reconocible música húngara.) A esta visita siguen otras; Roemerstadt no conoce las personas que lo importunan, pero tiene la incómoda impresión de haberlos visto ya, tal vez en un sueño. Todos exageradamente lo halagan, pero es notorio -primero para los espectadores del drama, luego para el mismo barón- que son enemigos secretos, conjurados para perderlo. Roemerstadt logra detener o burlar sus complejas intrigas; en el diálogo, aluden a su novia, Julia de Weidenau, y a un tal Jaroslav Kubin, que alguna vez la importunó con su amor. Éste, ahora, se ha enloquecido y cree ser Roemerstadt... Los peligros arrecian; Roemerstadt, al cabo del segundo acto, se ve en la obligación de matar a un conspirador. Empieza el tercer acto, el último. Crecen gradualmente las incoherencias: vuelven actores que parecían descartados ya de la trama; vuelve, por un instante, el hombre matado por Roemerstadt. Alguien hace notar que no ha atardecido: el reloj da las siete, en los altos cristales reverbera el sol occidental, el aire trae la arrebatada música húngara. Aparece el primer interlocutor y repite las palabras que pronunció en la primera escena del primer acto. Roemerstadt le habla sin asombro; el espectador entiende que Roemerstadt es el miserable Jaroslav Kubin. El drama no ha ocurrido: es el delirio circular que interminablemente vive y revive Kubin.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Nunca se había preguntado Hladík si esa tragicomedia de errores era baladí o admirable, rigurosa o casual. En el argumento que he bosquejado intuía la invención más apta para disimular sus defectos y para ejercitar sus felicidades, la posibilidad de rescatar (de manera simbólica) lo fundamental de su vida. Había terminado ya el primer acto y alguna escena del tercero; el carácter métrico de la obra le permitía examinarla continuamente, rectificando los hexámetros, sin el manuscrito a la vista. Pensó que aun le faltaban dos actos y que muy pronto iba a morir. Habló con Dios en la oscuridad. <i>Si de algún modo existo, si no soy una de tus repeticiones y erratas, existo como autor de </i>Los enemigos<i>. Para llevar a término ese drama, que puede justificarme y justificarte, requiero un año más. Otórgame esos días, Tú de Quien son los siglos y el tiempo</i>. Era la última noche, la más atroz, pero diez minutos después el sueño lo anegó como un agua oscura.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Hacia el alba, soñó que se había ocultado en una de las naves de la biblioteca del Clementinum. Un bibliotecario de gafas negras le preguntó: ¿Qué busca? Hladík le replicó: <i>Busco a Dios</i>. El bibliotecario le dijo: <i>Dios está en una de las letras de una de las páginas de uno de los cuatrocientos mil tomos del Clementinum. Mis padres y los padres de mis padres han buscado esa letra; yo me he quedado ciego, buscándola</i>. Se quitó las gafas y Hladík vio los ojos, que estaban muertos. Un lector entró a devolver un atlas. Este atlas es inútil, dijo, y se lo dio a Hladík. Éste lo abrió al azar. Vio un mapa de la India, vertiginoso. Bruscamente seguro, tocó una de las mínimas letras. Una voz ubicua le dijo: <i>El tiempo de tu labor ha sido otorgado</i>. Aquí Hladík se despertó.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Recordó que los sueños de los hombres pertenecen a Dios y que Maimónides ha escrito que son divinas las palabras de un sueño, cuando son distintas y claras y no se puede ver quien las dijo. Se vistió; dos soldados entraron en la celda y le ordenaron que los siguiera.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Del otro lado de la puerta, Hladík había previsto un laberinto de galerías, escaleras y pabellones. La realidad fue menos rica: bajaron a un traspatio por una sola escalera de fierro. Varios soldados -alguno de uniforme desabrochado- revisaban una motocicleta y la discutían. El sargento miró el reloj: eran las ocho y cuarenta y cuatro minutos. Había que esperar que dieran las nueve. Hladík, más insignificante que desdichado, se sentó en un montón de leña. Advirtió que los ojos de los soldados rehuían los suyos. Para aliviar la espera, el sargento le entregó un cigarrillo. Hladík no fumaba; lo aceptó por cortesía o por humildad. Al encenderlo, vio que le temblaban las manos. El día se nubló; los soldados hablaban en voz baja como si él ya estuviera muerto. Vanamente, procuró recordar a la mujer cuyo símbolo era Julia de Weidenau...</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">El piquete se formó, se cuadró. Hladík, de pie contra la pared del cuartel, esperó la descarga. Alguien temió que la pared quedara maculada de sangre; entonces le ordenaron al reo que avanzara unos pasos. Hladík, absurdamente, recordó las vacilaciones preliminares de los fotógrafos. Una pesada gota de lluvia rozó una de las sienes de Hladík y rodó lentamente por su mejilla; el sargento vociferó la orden final.</span></div>
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">El universo físico se detuvo.</span></div>
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">Las armas convergían sobre Hladík, pero los hombres que iban a matarlo estaban inmóviles. El brazo del sargento eternizaba un ademán inconcluso. En una baldosa del patio una abeja proyectaba una sombra fija. El viento había cesado, como en un cuadro. Hladík ensayó un grito, una sílaba, la torsión de una mano. Comprendió que estaba paralizado. No le llegaba ni el más tenue rumor del impedido mundo. Pensó</span><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;"> </span><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">estoy en el infierno, estoy muerto</i><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">. Pensó </span><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">estoy loco</i><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">. Pensó</span><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;"> </span><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">el tiempo se ha detenido</i><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;">. Luego reflexionó que en tal caso, también se hubiera detenido su pensamiento. Quiso ponerlo a prueba: repitió (sin mover los labios) la misteriosa cuarta égloga de Virgilio. Imaginó que los ya remotos soldados compartían su angustia: anheló comunicarse con ellos. Le asombró no sentir ninguna fatiga, ni siquiera el vértigo de su larga inmovilidad. Durmió, al cabo de un plazo indeterminado. Al despertar, el mundo seguía inmóvil y sordo. En su mejilla perduraba la gota de agua; en el patio, la sombra de la abeja; el humo del cigarrillo que había tirado no acababa nunca de dispersarse. Otro "día" pasó, antes que Hladík entendiera.</span></div>
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; text-align: left;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Un año entero había solicitado de Dios para terminar su labor: un año le otorgaba su omnipotencia. Dios operaba para él un milagro secreto: lo mataría el plomo alemán, en la hora determinada, pero en su mente un año transcurría entre la orden y la ejecución de la orden. De la perplejidad pasó al estupor, del estupor a la resignación, de la resignación a la súbita gratitud.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">No disponía de otro documento que la memoria; el aprendizaje de cada hexámetro que agregaba le impuso un afortunado rigor que no sospechan quienes aventuran y olvidan párrafos interinos y vagos. No trabajó para la posteridad ni aun para Dios, de cuyas preferencias literarias poco sabía. Minucioso, inmóvil, secreto, urdió en el tiempo su alto laberinto invisible. Rehizo el tercer acto dos veces. Borró algún símbolo demasiado evidente: las repetidas campanadas, la música. Ninguna circunstancia lo importunaba. Omitió, abrevió, amplificó; en algún caso, optó por la versión primitiva. Llegó a querer el patio, el cuartel; uno de los rostros que lo enfrentaban modificó su concepción del carácter de Roemerstadt. Descubrió que las arduas cacofonías que alarmaron tanto a Flaubert son meras supersticiones visuales: debilidades y molestias de la palabra escrita, no de la palabra sonora... Dio término a su drama: no le faltaba ya resolver sino un solo epíteto. Lo encontró; la gota de agua resbaló en su mejilla. Inició un grito enloquecido, movió la cara, la cuádruple descarga lo derribó.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Jaromir Hladík murió el veintinueve de marzo, a las nueve y dos minutos de la mañana.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="color: maroon; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><span style="color: #990000;">Jorge Luis Borges</span>, El milagro secreto</b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-62112106081096201402015-05-14T01:00:00.000+01:002015-05-16T18:08:43.920+01:00Le Grand Jeu<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<br /></div>
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<br /></div>
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<span style="background-color: white; line-height: 18.4799995422363px; text-align: start;"><span style="color: #999999; font-family: Courier New, Courier, monospace;"><i>J’ai rêvé d’un manuscrit<br />dont les lignes s’effaçaient une à une.<br />J’ai rêvé aussi de ceux qui l’écrivaient<br />_ l’un d’eux était moi _<br />Eux aussi s’effaçaient un à un.<br />Au réveil<br />il ne restait plus personne.<br />Et il y avait une seule ligne<br />qui commençait aussi à s’effacer.<br />Cette ligne disait :<br />Seul dieu peut sauver de dieu</i></span></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><br /></span></b></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span class="Apple-style-span" style="color: black;"><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><br /></span></span></b></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="color: black;">Roberto Juarroz</span><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">, Poésie Verticale</span></span></b></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;"><br /></span></span></b></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;"><br /></span></span></b></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;">***</span></span></span></div>
<div style="background-color: white; color: #666666; line-height: 18.4799995422363px; text-align: center;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #660000;"><b><span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><span class="Apple-style-span" style="color: #990000;"><br /></span></span></b></span></div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIBMHKeh4zgA2Gg4CG1wcJqyyJsXFTk7jccaoYJYLHcnVoAsHKgeGFCM3le4-Kiow4x35FSSsA1Vc8LuPGtVD4td27SZmN-WVDUDj_jNGLKAvVDo4W12joJrtBYM6acBJt3Ecns_EZA_uJ/s1600/Paul+Klee,+Dancing+Under+the+Empire+of+Fear,+1938.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIBMHKeh4zgA2Gg4CG1wcJqyyJsXFTk7jccaoYJYLHcnVoAsHKgeGFCM3le4-Kiow4x35FSSsA1Vc8LuPGtVD4td27SZmN-WVDUDj_jNGLKAvVDo4W12joJrtBYM6acBJt3Ecns_EZA_uJ/s320/Paul+Klee,+Dancing+Under+the+Empire+of+Fear,+1938.jpg" width="195" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #999999; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: x-small;">Paul Klee, Dancing Under The Empire of Fear (1938)</span></div>
<div>
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">« Etre des hommes et non des destructeurs » | Julien Starck / RdR</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: x-small;"><a href="http://www.larevuedesressources.org/etre-des-hommes-et-non-des-destructeurs,2801.html" target="_blank">ici</a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-92005321935269095282015-04-12T04:00:00.000+01:002016-08-03T14:12:54.913+01:00L'odeur du temps<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-style: italic;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoZt9vK2JkSCEhfL7f6x-jO24KWi_WDh6cwD45YQVUV_Ao8l0NhvHKc4gV-wGgYG54nPUnmGVQGJVG-enlShBWRz6CS0zLZbqB0kF9FMu2XIU-tcS5d9W2EyhmiO9Oo_66PLX2rsrC6iHf/s1600/Harry+Gruyaert,+tombe+de+Genet+(Larache%2C%2BMaroc).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="420" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoZt9vK2JkSCEhfL7f6x-jO24KWi_WDh6cwD45YQVUV_Ao8l0NhvHKc4gV-wGgYG54nPUnmGVQGJVG-enlShBWRz6CS0zLZbqB0kF9FMu2XIU-tcS5d9W2EyhmiO9Oo_66PLX2rsrC6iHf/s1600/Harry+Gruyaert,+tombe+de+Genet+(Larache%2C%2BMaroc).jpg" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #999999; font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><b>Harry Gruyaert, tombe de Jean Genet (Larache, Maroc)</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-style: italic;"><br /></span></div>
<i><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><br /></span></i>
<i><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><br /></span></i>
<i><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><br /><span style="color: #999999;">Les étoiles sont partie au pacage<br />la mer étale ses bras, la forêt dresse ses cous<br />Ni les plantes ne fléchissent<br />ni le poisson ne répond <br />ni le moineau ne s‘effarouche<br />Le jour porte une chemise que va déchirer la nuit.<br /><br /><br />C’est l’heure de l’insomnie, maîtresse de la Terre<br />la torture est l’odeur de ce temps<br />où lentement, lentement se fige<br />le sang du vivant.<br /><br /><br />Laisse ces arbres s’échanger les oiseaux<br />laisse les fenêtres faire accueil à une aube qui soit autre.<br /><br /><br />Regardons la durée se rompre entre nos mains<br />en direction d’un lieu ceint de sa rupture<br />rupture d’où vont surgir des temps seconds<br />ceux de la houle des masses<br />quand la toux se mêle au Paradis<br />et qu’au pain se mêle<br />l’auréole des anges.<br /><br /><br />Nous savons ce que sont nos communautés<br />elles confondent le bras et l’instant<br />elles guident le déluge<br />leur aube est le langage qu’humecte la clarté du jour<br />leur visage la limite tranchant sur le noir<br />il s’agit pour elles de commencement, non de mémoire<br />de leurs foulées se façonne l’arc<br />de leur route s‘engendre la flèche.<br /><br /><br />Elles forment, elles dénomment<br />et voici que l’étendue prend ses formes<br />que les choses se nomment.<br /><br /><br />Du murmure qui monte du gosier de l’Orient<br />souffle en spirale une fumée de lassitude.<br />Là-bas la croupe est volcan<br />le volcan matrice<br />que projette le désir<br />là-bas s’épaissit le temps<br />par grumeaux, grumeaux...<br />Nous savons que ce sont là nos masses<br />et nous disons :<br />« Salut à vous, ô bras, c’est vous qui créez la Terre... »<br /><br /><br />Nous effaçons notre histoire / nous la découvrons<br />nous retirons le filet de ses heures plein de paroles<br />comme si c’étaient les têtes de nos aïeux<br />alors qu’il y a là un espace<br />qui sermonne un nuage contre le vent<br />une neige contre la pluie.<br />Or c’est le moment<br />de nous dépiauter de nos nuages<br />d’effacer notre histoire / de la découvrir.<br />Entre elle<br />et nous<br />règne le feu.<br /><br /><br />Le bois de nos chagrins a molli. Son étincelle<br />vire au noir.<br />Approchez-vous, sortes diverses de l’amertume<br />gommes, soufres, onguents, arsenics<br />vous, ô bois, et vous, ô combustibles des choses<br />tombez, tombez dans la fournaise de nos mutilations<br />et qu’enfin jaillisse votre flamme<br />blanche, noire, verte, rouge, arc-en-ciel<br />de la couleur de la respiration<br />de la suffocation !<br />Que notre chagrin soit l’arbre épineux<br />où la cendre protège de la braise.<br />Qu’il soit la corde de l’arc<br />qu’il soit l’arc sonore<br />qu’il soit une fumée de la couleur du loup<br />qu’il soit couleur de la fumée de l’‘arfaj humide<br />et nous autres tel le temps rougeoyant<br />nous autres la gousse sèche et éclatée de la plante tinctoriale<br /><br /><br />Nous effaçons / découvrons notre histoire<br />nous instaurons la mémoire du sang.<br />Il y a là des têtes comme des chemises<br />qu’on enlève ou qu’on remet.<br />Le sang<br />est figures, écrans<br />où peux-tu être, Adam ?<br />Comment donnes-tu la vie,<br />toi qui aspirais à la mort ?<br />L’endroit avait une tête<br />de caméléon<br />l’espace<br />n’était que fiction.<br /><br /><br />Damas, le Caire, Bagdad, La Mecque<br />la route refuse la route<br />nos pieds ne nous suivaient plus :<br />nous connaissons ces tombes familières<br />ces potences suspendues au nombre des jours<br />nous reconnaissons<br />cette balle qui tète la mère<br />pour tuer le fils !<br />Mais nous logifions par les routes<br />emprisonnons les jours<br />L’île d’Arwad n’était ni de blé ni de pourpre<br />ce n’était qu’un manteau<br />tressé par les coquilles, brodé par les vagues<br />l’océan, généralement, tournait à l’orage<br />et l’orage, en général, annonçait la rupture du jeûne<br />Mais<br />nous nous repaissions de pluie<br />nous citions à comparaître un quidam inconnu<br />nous donnions à nos corps l’ordre<br />de s’envoler<br />puisqu’ils ne sont que des abris<br />et nous, par tendresse envers la tempête<br />nous nous déchaînions<br />en disant à nos jambes :<br />« Dégringolez<br />la poussière se retire et la mer s’avance. »<br />Nous disions qu’il y avait là de quoi réconcilier<br />l’aller vers l’Occident et l’aller vers l’Orient<br />nous disions : « Voici que le soleil va réchauffer ses œufs<br />que l’histoire va éclore bassin par bassin »<br />et quand autour de vous la roche se taisait<br />dans l’errance de son outrecuidance<br />nous entendions le temps rugir et sangloter.<br />Et nous disions :<br />« Ô faucilles qui parcourez les étendues<br />ô nos pieds fatigués imitez la poussière et la pierre<br />chaussez-vous de la complainte des roseaux<br />vous allez recréer la Terre. »</span></span></i><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.0pt; mso-line-height-rule: exactly;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10.0pt; mso-line-height-rule: exactly;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10pt; text-align: center;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><b><span style="color: #cc0000;"><br /></span></b></span>
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><b><span style="color: #cc0000;">Adonis</span>,
<span style="color: #666666;">L’odeur du temps</span><span style="color: #999999;"> </span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 10pt; text-align: center;">
<span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif; font-size: x-small;">[in Singuliers]</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
</div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-73685126794944175782015-01-08T02:00:00.000+00:002015-01-31T23:12:54.149+00:00Brève est la couleur<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace; line-height: 19.6000003814697px;"><i><span style="color: #999999;">Brève est la couleur à l’aune du regard,</span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">y repenser déjà la dérobe à l’instant.<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">Elle aspire à la fleur, à l’adieu, au fleuve lent,<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">mais sans mémoire, comment s’y hasarder ?<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<i><span style="color: #999999;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">Et jusque dans le sort presque léger<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">des choses qui ne se laissent pas saisir<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;"> sans cette indifférence d’un monde distrait,<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">fleur, adieu ou fleuve – brève est la couleur.<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<i><span style="color: #999999;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">Imprimant une apparence si subtile<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">à l’aveuglement d’être, entrelacée,<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">la couleur, en son reflux, est survivance vaine.<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<i><span style="color: #999999;"><br /></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">Annoncée des nuances à peine concevable<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">dans le fugace essor d’une ascension<o:p></o:p></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; font-family: 'Helvetica Neue Light', HelveticaNeue-Light, 'Helvetica Neue', Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.6000003814697px; margin: 0px; outline: none; padding: 0px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Courier New', Courier, monospace;"><i><span style="color: #999999;">elle persiste bleue, recréée d’invisible.</span></i></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;">
</span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><b><span style="color: #cc0000;">Maria Ângela Alvim</span>, Couleur</b></span><br />
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><b><br /></b></span></div>
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;">
</span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;">***</span><br />
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2yVbtW04M6eT8zwrqYfADrb3nVEkA77zjaNX0uJVZPrnKZwKPPMpgcXQO9T_QOLiMjA14_87rDqcG8tb7BmJxPpdJEV8KxPWlLzrnJnl4BG5TWIFGJB9THmEMsgaz3PJqOfAkj_2vYo4q/s1600/Egon+Schiele,+River+Landscape.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2yVbtW04M6eT8zwrqYfADrb3nVEkA77zjaNX0uJVZPrnKZwKPPMpgcXQO9T_QOLiMjA14_87rDqcG8tb7BmJxPpdJEV8KxPWlLzrnJnl4BG5TWIFGJB9THmEMsgaz3PJqOfAkj_2vYo4q/s1600/Egon+Schiele,+River+Landscape.jpg" height="195" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: x-small;">Egon Schiele, River Landscape</span></div>
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><br /></span>
<span style="font-family: Courier New, Courier, monospace;"><br /></span>
<span style="color: #999999; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Introversion de l'eau (dans la peinture d'Egon Schiele) | k</span></div>
<h1 class="title entry-title" itemprop="name" style="background-color: #fafafa; display: table-cell; font-family: 'Courier New', Courier, FreeMono, monospace; margin: 0px; padding: 0px 40px 0px 0px; position: relative; text-align: center; vertical-align: middle; width: 670px;">
</h1>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: x-small;"><a href="https://krotchka.wordpress.com/2014/07/12/introversion-de-leau-dans-la-peinture-degon-schiele/" target="_blank">ici</a></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-19270546216716374682015-01-06T01:00:00.000+00:002015-01-10T01:05:44.803+00:00De la hantise<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
<div style="text-align: justify;">
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Estás seguro?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Asentí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-No está aquí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-No, nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="color: #cc0000;">Julio Cortázar</span>, Casa tomada</b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><br /></b></div>
</span></div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-68436549272578756982015-01-05T03:00:00.000+00:002015-01-11T00:09:53.784+00:00Pile<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdlSGlP2of2NUnywna3MwSTTxIzurXjnsKdW5ENdwQA_Gv4CYaQYSOxya-Mgy3h7bj7r0Z7gw4J3iBP1fZTycnqAWXdzRy2tbcjvO4UMYokwkC6IZqLA1QHZJehory_KwSPqQPSEMJxQO4/s1600/Anselm+Kiefer,+Dragon.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdlSGlP2of2NUnywna3MwSTTxIzurXjnsKdW5ENdwQA_Gv4CYaQYSOxya-Mgy3h7bj7r0Z7gw4J3iBP1fZTycnqAWXdzRy2tbcjvO4UMYokwkC6IZqLA1QHZJehory_KwSPqQPSEMJxQO4/s1600/Anselm+Kiefer,+Dragon.jpg" height="534" width="640" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Anselm Kiefer, Dragon</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-29323435570643982902015-01-05T02:00:00.000+00:002015-02-15T17:01:17.037+00:00...dans ce sang pétrir la nuque du vent...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span>
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><span style="background-color: white;">Pour que vous doutiez encore plus de nos origines </span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">nous vous proposons des corps pour les usines-salut-de-l'humanité </span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">sans ablutions</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">des corps tranquilles sur le sable les bureaux de placement </span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">des corps tannés</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;"> l'histoire tuberculeuse</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;"> nous autres les chiens les perfides</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">nous autres au cerveau paléolithique les yeux bigles le foie thermonucléaire</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">des corps avec des tablettes en bois où il est écrit que le sous-développement</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;">est notre maladie congénitale</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;"> puis m'sieur</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;"> puis madame</span><br style="background-color: white;" /><span style="background-color: white;"> puis merci</span></i></span><br />
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />sans oublier notre interminable procession de dents jaunes<br />et les vappes<br />notre sang moitié sang moitié arbre<br />des corps nourris de sauterelles et de pisse de chamelle<br />nous ne sommes pas<br /> même épileptiques<br /> dans les grottes de vos Platon<br />ni dans les contes de Shahrazade<br />pas dans vos statistiques sur la culture des peuples les maladies<br />guérissables par bouchée de petite ruine<br /> pas<br />dans vos bilans vos rapports frénétiques sur les grandes et inhumaines certitudes<br />ni les médailles<br />ni les cités de jade contre<br /> nos refoulements<br /> nos stigmates purulents<br />nos matrices aboyant sous le vent</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />pas dans vos traités sur la biologie de l'homme pétrifié<br />bien que nous ayons<br /> nos guerres fratricides<br /> et que<br /> nous rêvions de planètes<br />de ruelles d'arcades de soleils au centre de la terre<br />(nous connaissons l'aliénation mentale et parlons de civilisations crevées mises à sac)<br />et que nous vous accordions<br />au pied des murailles et murailles d'héroïne<br />les tétanos<br />les guerres d'estomac et de chacal<br />pour satisfaire votre esprit calculé sur les dossiers de Rome et du Viêt-nam<br />vos lunettes de pèlerins nécrophages sur les remparts de Marrakech<br />nos rumeurs de foule démente mangeuse de caravanes<br />nos bidonvilles soleil sur soleil et djinns avec des allumettes<br />les épouvantails de nos fraternités - ah avec des oranges des fusils de siba<br />ah moi madame arrange vole pas moi monsieur bonne année bonne santé<br />de toutes petites femmes avec de petites étoiles vertes sur le front<br />toute la légende pernicieuse de nos diaphragmes<br />toutes les affres du sang dans un vertige de mosquées-bidon et de frondes<br />nos corps<br /> affublés<br /> de tornades<br /> pour conjurer vos corps tronçon<br />hibernation d'une petite névrose de sable nous-mêmes<br />sans kasbahs ni idiomes pas méditerranée-démence pas<br />mémoriser<br />réenraciner la mémoire<br /> cette grotte<br /> cette chiotte<br /> cette mort courant les ruelles<br />pieds et bras tatoués chewing-gum brosses à dents<br />avec des tas d'usines de phosphates des tas de livres des tas de<br />rois et ça n'en finit pas de converser dans<br /> des tas d'antres artificiels<br />pour boire un thé magnifiquement mérité brindilles sésame<br />et<br /> à ta santé la foule<br />bariolée qui changes de cap mais pas de lance<br /> et qui changeras tout<br />le long de tes pièges à rats<br />vieux meurtre inconditionnel qui nous aurais donné<br /> contre un revolver<br />tout un paradis de lubies<br />empilé sur nos échines mais alors<br /> des tas de médinas pleines de coquelicots<br />jusqu'à faire de nos ossements des vestiges de cités incomparables<br />l'oiseau<br />l'oiseau<br />et les voleurs d'oiseaux</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />barbare<br /> l'oiseau comme nos pérégrinations d'un arbre l'autre<br />jusqu'à l'arbre de violence qui nous passe par le corps<br />et vos mamelles maîtresses du sang vos mamelles nous n'aimons<br />pas la ville riant sous cape la ville sangsue non plus ses ères de<br />nomadismes et les sobriquets du soleil<br />ce mal foutu soleil qui n'en finit pas de tournoyer et qu'on<br />chassera à coups de pierre</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />nous autres<br /> de timbales sur des nids de serpents pour fraterniser<br />avec le sang<br /> recouvrer la mémoire dans un orgasme de lunes comme<br />ces chameaux tranquilles qui nous envoient leurs saignées sur la<br />poitrine<br />(saigne chameau de ton cou délirant)<br />nous voulons<br />des chopes de sang qui écume<br />des caillots gros comme le poing accomplir<br />des voyages hélant le désert devenu poisson<br />saigne encore chameau saigne saigne</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />des cités pour les roses<br />tandis que les roses ont des crépuscules de Dadès<br />nous voulons dans ce sang<br />l'oeil<br /> l'épée<br />dans ce sang pétrir la nuque du vent<br />violenter des seins et poursuivre<br />la foule jusque dans ta trachée artère<br />saigne chameau encore encore</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />nous vous accorderons encore<br />les conspirations à la barbe de notre sexe<br />pour compléter votre catalogue de superstitions<br /> des mains<br />coupées<br /> désarticulées<br />des rues tête tranchée où nous avons pressé<br />toutes les humanités possibles contre nos poitrines terroristes<br />des rues<br /> pleines de cris de génisses flagellées d'écritures</i></span></div>
<div style="background-color: white;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-color: white; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<div style="background-color: white; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><span style="color: #cc0000;">Mostafa Nissabouri</span>, Manabboula</b></span></div>
<div style="background-color: white; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
<div style="background-color: white; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-63888366649357011022015-01-05T01:00:00.000+00:002015-01-11T00:10:03.903+00:00Face<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3IPt96Zq3eC8f9VTMaeVUP4CdVzrWvhyphenhyphencuO8kunS6YSFER5xXNrSlBZPXlntRnI5cEhYTqAIbjUhxzudnL13NUtuFu6pgvy4G4atRccWk2eJ6hTxTLhVu8vvrad256hxA0uypBm9Fch2Y/s1600/Anselm+Kiefer,+Ladder+to+the+Sky.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3IPt96Zq3eC8f9VTMaeVUP4CdVzrWvhyphenhyphencuO8kunS6YSFER5xXNrSlBZPXlntRnI5cEhYTqAIbjUhxzudnL13NUtuFu6pgvy4G4atRccWk2eJ6hTxTLhVu8vvrad256hxA0uypBm9Fch2Y/s1600/Anselm+Kiefer,+Ladder+to+the+Sky.jpg" height="570" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Anselm Kiefer, Ladder to the Sky</b></span><br />
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-40819721428133571832015-01-04T01:00:00.000+00:002015-01-04T23:26:36.243+00:00Souvent un penseur libre...<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA" style="color: red;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA" style="color: red;">Note 1</span><span lang="FR-CA">. - Pour<i> </i>sa propre conception du monde, on appartient à un groupement
déterminé, et précisément à celui qui réunit les éléments sociaux partageant
une même façon de penser et d'agir. On est toujours les conformistes de quelque
conformisme, on est toujours homme-masse ou homme collectif. Le problème est
le suivant : de quel type historique est le conformisme, l'homme-masse
dont fait partie un individu ? Quand sa conception du monde n'est pas critique
et cohérente mais fonction du moment et sans unité, l'homme appartient
simultanément à une multiplicité d'hommes-masses, sa personnalité se trouve
bizarrement composite : il y a en elle des éléments de l'homme des cavernes et
des principes de la science la plus moderne et la plus avancée, des préjugés de
toutes les phases historiques passées, misérablement particularistes et des
intuitions d'une philosophie d'avenir comme en possédera le genre humain quand
il aura réalisé son unité mondiale. Critiquer sa propre conception du monde
signifie donc la rendre unitaire et cohérente et l'élever au point où est
parvenue la pensée mondiale la plus avancée. Cela veut donc dire aussi
critiquer toute la philosophie élaborée jusqu'à ce jour, dans la mesure où elle
a laissé des stratifications consolidées dans la philosophie populaire. Le
commencement de l'élaboration critique est la conscience de ce qu'on est
réellement, un « connais-toi toi-même » conçu comme produit du processus
historique qui s'est jusqu'ici déroulé et qui a laissé en chacun de nous une
infinité de traces reçues sans bénéfice d'inventaire. C'est cet inventaire
qu'il faut faire en premier lieu.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA" style="color: red;">Note 2. </span><span lang="FR-CA">- On<i> </i>ne peut séparer la philosophie de l'histoire de la philosophie et
la culture de l'histoire de la culture. Au sens le plus immédiat et adhérant le
mieux à la réalité, on ne peut être philosophe, c'est-à-dire avoir une
conception du monde critiquement cohérente, sans avoir conscience de son
historicité, de la phase de développement qu'elle représente et du fait
qu'elle est en contradiction avec d'autres conceptions. Notre conception du
monde répond à des problèmes déterminés posés par la réalité, qui sont bien
déterminés et « originaux » dans leur actualité. Comment est-il possible de
penser le présent et un présent bien déterminé avec une pensée élaborée pour
des problèmes d'un passé souvent bien lointain et dépassé ? Si cela arrive,
c'est que nous sommes « anachroniques » dans notre propre temps, des fossiles
et non des êtres vivants dans le monde moderne, ou tout au moins que nous
sommes bizarrement « composites ». Et il arrive en effet que des groupes
sociaux, qui par certains côtés expriment l'aspect moderne le plus développé,
sont, par d'autres, en retard par leur position sociale et donc incapables
d'une complète autonomie historique.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA" style="color: red;">Note 3</span><span lang="FR-CA">. - S'il est vrai que tout
langage contient les éléments d'une conception du monde et d'une culture, il
sera également vrai que le langage de chacun révélera la plus ou moins grande
complexité de sa conception du monde. Ceux qui ne parlent que le dialecte ou
comprennent la langue nationale plus ou moins bien, participent nécessairement
d'une intuition du monde plus ou moins restreinte et provinciale, fossilisée,
anachronique, en face des grands courants de pensée qui dominent l'histoire mondiale.
Leurs intérêts seront restreints, plus ou moins corporatifs ou économistes,
mais pas universels. S'il n'est pas toujours possible d'apprendre plusieurs
langues étrangères pour se mettre en contact avec des vies culturelles
différentes, il faut au moins bien apprendre sa langue nationale. Une grande
culture peut se traduire dans la langue d'une autre grande culture,
c'est-à-dire qu'une grande langue nationale, historiquement riche et complexe,
peut traduire n'importe quelle autre grande culture, être en somme une
expression mondiale. <i>Mais </i>un dialecte
ne peut pas faire la même chose.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA" style="color: red;">Note 4</span><span lang="FR-CA">. - Créer une nouvelle culture
ne signifie pas seulement faire individuellement des découvertes « originales
», cela signifie aussi et surtout diffuser critiquement des vérités déjà
découvertes, les « socialiser » pour ainsi dire et faire par conséquent
qu'elles deviennent des bases d'actions vitales, éléments de coordination et d'ordre
intellectuel et moral. Qu'une masse d'hommes soit amenée à penser d'une manière
cohérente et unitaire la réalité présente, est un fait « philosophique » bien
plus important et original que la découverte faite par un « génie »
philosophique d'une nouvelle vérité qui reste le patrimoine de petits groupes
intellectuels.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Connexion entre
le sens commun, la religion et la philosophie. La philosophie est un ordre
intellectuel, ce que ne peuvent être ni la religion ni le sens commun. Voir
comment, dans la réalité, religion et sens commun, eux non plus ne coïncident
pas, mais comment la religion est un élément, entre autres éléments dispersés,
du sens commun. Du reste, « sens commun » est un nom collectif, comme «
religion » : il n'existe pas qu'un seul sens commun, car il est lui aussi un
produit et un devenir historique. La philosophie est la critique et le
dépassement de la religion et du sens commun, et en ce sens elle coïncide avec
le « bon sens » qui s'oppose au sens commun.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Rapports entre
science-religion-sens commun. La religion et le sens commun ne peuvent
constituer un ordre intellectuel parce qu'ils ne peuvent se réduire à une
unité, a une cohérence, même dans la conscience individuelle, pour ne rien dire
de la conscience collective - ils ne peuvent se réduire à une unité ni à une
cohérence « d'eux-mêmes », mais par une méthode autoritaire, cela pourrait se
faire et c'est en fait arrivé dans le passé à l'intérieur de certaines limites.
Le problème de la religion entendu non au sens confessionnel mais au sens
laïque d'une unité de foi entre une conception du monde et une norme de
conduite conforme à cette conception : mais pourquoi appeler cette unité de foi
« religion » et ne pas l'appeler « idéologie » ou franchement « politique »
?</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">En effet la
philosophie général n'existe pas : il existe diverses philosophies ou
conceptions du monde et, parmi celles-ci, on fait toujours un choix. Comment se
fait ce choix ? Ce choix est-il un fait purement intellectuel ou plus complexe
? Et n'arrive-t-il pas souvent qu'entre le fait intellectuel et la norme de
conduite il y ait contradiction ? Quelle sera alors la réelle conception du
monde : celle qui est affirmée logiquement comme fait intellectuel, ou celle
que révèle l'activité réelle de chaque individu, qui est implicitement
contenue dans son action ? Et puisque agir c'est toujours agir politiquement, peut-on dire que la philosophie réelle de chacun est contenue tout entière
dans sa politique ? Cette contradiction entre la pensée et l'action, c'est-à-dire
la coexistence de deux conceptions du monde, l'une affirmée en paroles, l'autre
se manifestant dans l'action effective, n'est pas toujours due à la mauvaise
foi. La mauvaise foi peut être une explication satisfaisante pour quelques
individus pris séparément, ou même pour des groupes plus ou moins nombreux ;
elle n'est toutefois pas satisfaisante quand la contradiction apparaît dans une
manifestation de la vie des grandes masses :</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Elle est alors
nécessairement l'expression de luttes plus profondes, d'ordre
historique-social. Cela veut dire dans ce cas qu'un groupe social (alors qu'il
possède en propre une conception du monde, parfois seulement embryonnaire, qui
se manifeste dans l'action, et donc par moments, occasionnellement,
c'est-à-dire dans les moments où ce groupe bouge comme un ensemble organique)
a, pour des raisons de soumission et de subordination intellectuelles, emprunté
à un autre groupe une conception qui ne lui appartient pas, qu'il affirme en
paroles, et qu'il croit suivre, parce qu'il la suit « en temps normal »</span><span lang="FR-CA">, autrement dit lorsque la conduite n'est pas indépendante ni
autonome, mais justement soumise et subordonnée. Ainsi donc on ne peut détacher
la philosophie de la politique et on peut montrer même que le choix et la critique
d'une conception du monde sont eux aussi un fait politique</span><span lang="FR-CA">.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Il faut donc
expliquer comment il se fait qu'en tout temps coexistent de nombreux systèmes
et courants de philosophie, comment ils naissent, comment ils se répandent,
pourquoi ils suivent dans leur diffusion certaines lignes de fracture et
certaines directions, etc.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Cela montre
combien il est nécessaire de rassembler sous forme de système, avec l'aide
d'une méthode critique et cohérente, ses propres intuitions du monde et de la
vie, en établissant avec précision ce qu'on doit entendre par « système » pour
que ce mot ne soit pas compris dans son sens pédant et professoral. Mais cette
élaboration doit être faite et ne peut l'être que dans le cadre de l'histoire
de la philosophie qui montre quelle élaboration la pensée a subie au cours des
siècles et quel effort collectif a coûté notre façon actuelle de penser, qui
résume et rassemble toute cette histoire passée, même dans ses erreurs et ses
délires. Il n'est pas dit, d'ailleurs, que ces erreurs et ces délires, bien
qu'ils appartiennent au passé et qu'ils aient été corrigés, ne se reproduisent
pas dans le présent et n'exigent pas de nouvelles corrections.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Quelle est
l'idée que le peuple se fait de la philosophie ? On peut la retrouver à travers
les manières de parler du langage commun. Une des plus répandues est celle de «
prendre les choses avec philosophie », et cette expression, après analyse,
n'est pas à rejeter complètement. Il est vrai que la formule invite
implicitement à la résignation et à la patience, mais il semble que le point le
plus important soit au contraire l'invitation à la réflexion, à se rendre bien
compte que ce qui arrive est au fond rationnel et que c'est comme tel qu'il
faut l'affronter, en concentrant ses propres forces rationnelles et non en se
laissant entraîner par des impulsions instinctives et violentes. On pourrait
grouper ces façons de parler populaires avec les expressions semblables des
écrivains de caractère populaire - en les empruntant aux grands dictionnaires -
où entrent les termes « philosophie » et « philosophiquement », et on verrait
alors que ces termes signifient très précisément qu'on surmonte des passions
bestiales et élémentaires au profit d'une conception de la nécessité qui donne
à sa propre action une direction consciente. C'est là le noyau sain du sens
commun, ce que justement on pourrait appeler « bon sens » et qui mérite d'être
développé et rendu unitaire et cohérent. On voit donc que c'est aussi pour cela
qu'on ne peut séparer la philosophie dite « scientifique » de celle dite «
vulgaire » et populaire qui n'est qu'un ensemble d'idées et d'opinions
disparates.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Mais maintenant
se pose le problème fondamental de toute conception du monde, de toute
philosophie qui est devenue un mouvement culturel, une « religion », une
« foi », c'est-à-dire qui a produit une activité pratique et une volonté
et qui se trouve contenue dans ces dernières comme « prémisse » théorique
implicite (une « idéologie », pourrait-on dire, si au terme « idéologie » on donne
justement le sens le plus élevé d'une conception du monde qui se manifeste
implicitement dans l'art, dans le droit, dans l'activité économique, dans
toutes les manifestations de la vie individuelle et collective). En d'autres
termes, le problème qui se pose est de conserver l'unité idéologique dans tout
le bloc social qui, précisément par cette idéologie déterminée est cimenté et
unifié. La force des religions et surtout de l’Église catholique a consisté et
consiste en ce qu'elles sentent énergiquement la nécessité de l'union
doctrinale de toute la masse « religieuse » et qu'elles luttent afin que les
couches intellectuellement supérieures ne se détachent pas des couches
inférieures. L'Église romaine a toujours été la plus tenace dans la lutte
visant à empêcher que se forment officiellement deux religions, celle des
intellectuels et celle des « âmes simples ». Cette lutte n'a pas été sans
graves inconvénients pour l’Église elle-même, mais ces inconvénients sont liés
au processus historique qui transforme toute la société civile et qui, en bloc,
contient une critique corrosive des religions ; ce qui rehausse d'autant la
capacité organisatrice du clergé dans le domaine de la culture et le rapport
abstraitement rationnel et juste que dans sa sphère, l’Église a su établir
entre les intellectuels et les « simples ». Les jésuites ont été
indubitablement les plus grands artisans de cet équilibre et pour le conserver,
ils ont imprimé à l’Église un mouvement progressif qui tend à donner
satisfaction aux exigences de la science et de la philosophie, mais avec un
rythme si lent et méthodique que les mutations ne sont pas perçues par la masse
des « simples » bien qu'elles paraissent « révolutionnaires » et démagogiques
aux intégristes »</span><span lang="FR-CA">.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Une des plus
grandes faiblesses des philosophies de l'immanence</span><span lang="FR-CA"> en général consiste précisément dans le fait de ne pas avoir su
créer une unité idéologique entre le bas et le haut, entre les « simples » et
les intellectuels. Dans l'histoire de la civilisation occidentale, le fait
s'est produit à l'échelle européenne, avec la faillite immédiate de la
Renaissance et en partie également de la Réforme, en face de l’Église romaine.
Cette faiblesse se manifeste dans la question scolaire, dans la mesure où les
philosophies de l'immanence n'ont même pas tenté de construire une conception
qui pût remplacer la religion dans l'éducation de l'enfant, d'où le sophisme
pseudo-historiciste qui fait que des pédagogues sans religion (sans confession)
et en réalité athées, concèdent l'enseignement de la religion parce que la
religion est la philosophie de l'enfance de l'humanité qui se renouvelle dans
toute enfance non métaphorique. L'idéalisme s'est également montré hostile aux
mouvements culturels qui veulent « aller au peuple »</span><span lang="FR-CA">, et qui se manifestèrent dans les universités dites populaires et
autres institutions semblables, et non pas seulement pour leurs aspects
négatifs, car en ce cas ils auraient dû chercher à faire mieux. Ces mouvements
étaient pourtant dignes d'intérêt, et ils méritaient d'être étudiés : ils
connurent le succès, en ce sens qu'ils démontrèrent de la part des e simples
» un enthousiasme sincère et une forte volonté de s'élever à une forme
supérieure de culture et de conception du monde. Ils étaient toutefois dépourvus
de tout caractère organique, aussi bien du point de vue de la pensée philosophique
qu'en ce qui concerne la solidité de l'organisation et la centralisation culturelle
; on avait l'impression d'assister aux premiers contacts entre marchands
anglais et nègres africains : on distribuait une marchandise de pacotille, pour
avoir des pépites d'or. D'ailleurs l'unité organique de la pensée et la
solidité culturelle n'étaient possibles que si entre les intellectuels et les
simples avait existé la même unité que celle qui doit unir théorie et pratique,
c'est-à-dire à la condition que les intellectuels eussent été les intellectuels
organiques de ces masses, qu'ils eussent élaboré et rendu cohérents les
principes et les problèmes que ces masses posaient par leur activité pratique,
et cela par la constitution d'un bloc culturel et social</span><span lang="FR-CA">. Nous nous retrouvons devant le même problème auquel il a été fait
allusion : un mouvement philosophique est-il à considérer comme tel seulement
lorsqu'il s'applique à développer une culture spécialisée, destinée à des
groupes restreints d'intellectuels ou au contraire n'est-il tel que dans la
mesure où, dans le travail d'élaboration d'une pensée supérieure au sens commun
et scientifiquement cohérente, il n'oublie jamais de rester en contact avec les
« simples » et, bien plus, trouve dans ce contact la source des problèmes à
étudier et à résoudre ? Ce n'est que par ce contact qu'une philosophie devient
« historique », qu'elle se purifie des éléments intellectualistes de nature
individuelle et qu'on fait du « vivant »</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Une philosophie
de la praxis</span><span lang="FR-CA"> ne peut se présenter à l'origine que sous un aspect polémique et
critique, comme dépassement du mode de pensée précédent et de la pensée
concrète existante (ou monde culturel existant). Par suite, avant tout, comme
critique du « sens commun » (après s'être fondé sur le sens commun pour
démontrer que « tous » les hommes sont philosophes et qu'il ne s'agit pas
d'introduire <i>ex novo</i></span><span lang="FR-CA"> une science dans la vie individuelle de « tous les hommes », mais de
rénover et de rendre « critique » une activité déjà existante) et donc de la
philosophie des intellectuels, qui a donné lieu à l'histoire de la
philosophie, et qui, en tant qu'individuelle (et elle se développe en effet
essentiellement dans l'activité de personnalités particulièrement douées) peut
être considérée comme les « pointes » du progrès du sens commun, tout au moins
du sens commun des couches les plus cultivées de la Société, et, grâce à elles,
du sens commun populaire également. Voici donc qu'une préparation à l'étude de
la philosophie doit exposer sous forme de synthèse les problèmes nés du
processus de développement de la culture générale - qui ne se reflète que
partiellement dans l'histoire de la philosophie, laquelle demeure toutefois - en
l'absence d'une histoire du sens commun (impossible à construire par manque
d'un matériel documentaire) - la source fondamentale à laquelle il faut se
référer pour faire la critique de ces problèmes, en démontrer la valeur réelle
(s'ils l'ont encore) ou la signification qu'ils ont eue, comme anneaux dépassés
d'une chaîne, et définir les problèmes actuels nouveaux ou les termes dans
lesquels se posent aujourd'hui de vieux problèmes.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Le rapport entre
philosophie « supérieure » et sens commun est assuré par la « politique
», de même qu'est assuré par la politique le rapport entre le catholicisme des
intellectuels et celui des « simples ». Les différences dans les deux cas
sont toutefois fondamentales. Que l’Église ait à affronter un problème des «
simples », signifie justement qu'il y a eu rupture dans la communauté des
fidèles, rupture à laquelle on ne peut remédier en élevant les « simples » au
niveau des intellectuels (l’Église ne se propose même pas cette tâche,
idéalement et économiquement bien au-dessus de ses forces actuelles) mais en
faisant peser une discipline de fer sur les intellectuels afin qu'ils
n'outrepassent pas certaines limites dans la distinction et ne la rendent pas
catastrophique et irréparable. Dans le passé, ces « ruptures » dans la
communauté des fidèles trouvaient remède dans de forts mouvements de masse qui
déterminaient la formation de nouveaux ordres religieux - ou étaient résumés
dans cette formation - autour de fortes personnalités (saint Dominique</span><span lang="FR-CA">, saint François</span><span lang="FR-CA">).</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Mais la
Contre-Réforme</span><span lang="FR-CA"> a stérilisé ce pullulement de forces populaires : la Compagnie de
Jésus est le dernier grand ordre religieux, d'origine réactionnaire et autoritaire,
possédant un caractère répressif et « diplomatique », qui a marqué par sa naissance
le durcissement de l'organisme catholique. Les nouveaux ordres qui ont surgi
après ont une très faible signification « religieuse » et une grande
signification « disciplinaire » sur la masse des fidèles, ce sont des
ramifications et des tentacules de la Compagnie de Jésus, ou ils le sont
devenus, instruments de « résistance » pour conserver les positions
politiques acquises, et non forces rénovatrices de développement. Le
catholicisme est devenu « jésuitisme ». Le modernisme n'a pas créé d' « ordre
religieux », mais un parti politique, la démocratie chrétienne</span><span lang="FR-CA">.</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La position de
la philosophie de la praxis est l'antithèse de la position catholique : la
philosophie de la praxis ne tend pas à maintenir les « simples » dans leur
philosophie primitive du sens commun, mais au contraire à les amener à une
conception supérieure de la vie. Si elle affirme l'exigence d'un contact entre
les intellectuels et les simples, ce n'est pas pour limiter l'activité
scientifique et pour maintenir une unité au bas niveau des masses, mais bien
pour construire un bloc intellectuel-moral qui rende politiquement possible un
progrès intellectuel de masse et pas seulement de quelques groupes restreints
d'intellectuels.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">L'homme de masse
actif agit pratiquement, mais n'a pas une claire conscience théorique de son
action qui pourtant est une connaissance du monde, dans la mesure où il
transforme le monde. Sa conscience théorique peut même être historiquement en
opposition avec son action. On peut dire qu'il a deux consciences théoriques
(ou une conscience contradictoire) : l'une qui est contenue implicitement dans
son action et qui l'unit réellement à tous ses collaborateurs dans la
transformation pratique de la réalité, l'autre superficiellement explicite ou
verbale, qu'il a héritée du passé et accueillie sans critique. Cette
conception « verbale » n'est toutefois pas sans conséquences : elle renoue
les liens avec un groupe social déterminé, influe sur la conduite morale, sur
l'orientation de la volonté, d'une façon plus ou moins énergique, qui peut
atteindre un point où les contradictions de la conscience ne permettent aucune
action, aucune décision, aucun choix, et engendrent un état de passivité morale
et politique. La compréhension critique de soi-même se fait donc à travers une
lutte « d'hégémonies » politiques, de directions opposées, d'abord dans le
domaine de l'éthique, ensuite de la politique, pour atteindre à une élaboration
supérieure de sa propre conscience du réel. La conscience d'être un élément
d'une force hégémonique déterminée (c'est-à-dire la conscience politique) est
la première étape pour arriver à une progressive auto-conscience où théorie et
pratique finalement s'unissent. Même l'unité de la théorie et de la pratique
n'est donc pas une donnée de fait mécanique, mais un devenir historique, qui a
sa phase élémentaire et primitive dans le sentiment à peine instinctif de
« distinction » et de « détachement », d'indépendance, et qui progresse
jusqu'à la possession réelle et complète d'une conception du monde cohérente
et unitaire. Voilà pourquoi il faut souligner comment le développement
politique du concept d'hégémonie</span><span lang="FR-CA"> représente un grand progrès
philosophique, en plus de son aspect politique pratique, parce qu'il entraîne
et suppose nécessairement une unité intellectuelle et une éthique conforme à
une conception du réel qui a dépassé le sens commun et qui est devenue, bien
qu'à l'intérieur de limites encore étroites, critique.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Toutefois, dans
les plus récents développements de la philosophie de la praxis,
l'approfondissement du concept d'unité de la théorie et de la pratique n'en est
encore qu'à une phase initiale : des restes de mécanisme demeurent, puisqu'on
parle de théorie comme « complément », « accessoire » de la pratique, de
théorie comme servante de la pratique. Il semble juste que cette question
doive elle aussi être posée historiquement, c'est-à-dire comme nu aspect de
la question politique des intellectuels. Auto-conscience critique signifie
historiquement et politiquement création d'une <i>élite </i>d'intellectuels : une masse humaine ne se « distingue</span><span lang="FR-CA"> pas et ne devient pas indépendante « d'elle-même », sans
s'organiser (au sens large), et il n'y a pas d'organisation sans intellectuels,
c'est-à-dire sans organisateurs et sans dirigeants, sans que l'aspect théorique
du groupe théorie-pratique se distingue concrètement dans une couche de
personnes « spécialisées » dans l'élaboration intellectuelle et philosophique.
Mais ce processus de création des intellectuels est long, difficile, plein de
contradictions, de marches eu avant et de retraites, de débandades et de
regroupements, où la « fidélité » de la masse (et la fidélité et la discipline
sont initialement la forme que prennent l'adhésion de la masse et sa
collaboration au développement du phénomène culturel tout entier) est mise
parfois à rude épreuve. Le processus de développement est lié à une dialectique
intellectuels-masse ; la couche des intellectuels se développe quantitativement
et qualitativement, mais tout bond vers une nouvelle « ampleur » et une nouvelle
complexité de la couche des intellectuels, est lié à un mouvement analogue de
la masse des simples, qui s'élève vers des niveaux supérieurs de culture et
élargit en même temps le cercle de son influence, par des pointes individuelles
ou même des groupes plus ou moins importants, en direction de la couche des
intellectuels spécialisés. Mais dans le processus se répètent continuellement
des moments où, entre masse et intellectuels (soit certains d'entre eux, soit
un groupe) se produit un décrochage, une perte de contact, et, par conséquent
l'impression d' « accessoire », de complémentaire, de subordonné. Insister
sur l'élément « pratique » du groupe théorie-pratique, après avoir scindé,
séparé, et pas seulement distingué les deux éléments (opération purement
mécanique et conventionnelle) signifie qu'on traverse une phase historique
relativement primitive, une phase encore économique-corporative, où se
transforme quantitativement le cadre général de la « structure » et où la
qualité-superstructure adéquate s'apprête a surgir mais n'est pas encore
organiquement formée. Il faut mettre en relief l'importance et la signification
qu'ont, dans le monde moderne, les partis politiques dans l'élaboration et la
diffusion des conceptions du monde, en tant qu'ils élaborent essentiellement
l'éthique et la politique conformes à ces dernières, et qu'ils fonctionnent en
somme comme des « expérimentateurs » historiques de ces conceptions. Les partis
sélectionnent individuellement la masse agissante et la sélection se fait aussi
bien dans le domaine pratique, que dans le domaine théorique et conjointement,
avec un rapport d'autant plus étroit entre théorie et pratique, que la
conception innove d'une manière plus vitale et radicale, et qu'elle se présente
comme l'antagoniste des vieux modes de pensée. Ainsi peut-on dire que par les
partis s'élaborent de nouvelles conceptions intellectuelles, intégrales et
totalitaires, c'est-à-dire qu'ils sont le creuset de l'unification de la
théorie et de la pratique, en tant que processus historique réel, et on
comprend combien est nécessaire que le parti se forme au moyen d'adhésions
individuelles et non selon Je type « labour party », car il s'agit de diriger
organiquement « toute la masse économiquement active », il s'agit de la diriger
non pas selon de vieux schèmes, mais en innovant, et l'innovation ne peut
prendre à ses débuts un caractère de masse que par l'intermédiaire d'une <i>élite, </i>pour qui la conception contenue
implicitement dans l'activité humaine est déjà devenue, dans une certaine
mesure, conscience actuelle cohérente et systématique, volonté ferme et
précise</span><span lang="FR-CA">.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Il est possible
d'étudier une de ces phases dans la discussion au cours de laquelle se sont
manifestés les plus récents développements de la philosophie de la praxis
(discussion résumée dans un article de E. D. Mirski, collaborateur de la
Cultura</span><span lang="FR-CA">. On peut voir comment s'est fait le passage d'une conception
mécaniste purement extérieure à une conception activiste, qui se rapproche
davantage, comme on l'a observé, d'une juste compréhension de l'unité de la
théorie et de la pratique, bien qu'on n'ait pas encore donné son sens plein à
la synthèse. On peut observer comment l'élément déterministe, fataliste,
mécaniste a été un « arôme » idéologique immédiat de la philosophie de la
praxis, une forme de religion et d'excitant (mais à la façon des stupéfiants),
que rendait nécessaire et que justifiait historiquement le caractère «
subalterne » de couches sociales déterminées.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Quand on n'a pas
l'initiative de la lutte et que la lutte même finit par s'identifier avec une
série de défaites, le déterminisme mécanique devient une formidable force de
résistance morale, de cohésion, de persévérance patiente et obstinée. « Je suis
battu momentanément, mais à la longue la force des choses travaille pour moi,
etc. » La volonté réelle se travestit en un acte de foi, en une certaine
rationalité de l'histoire, en une forme empirique et primitive de finalisme
passionné qui apparaît comme un substitut de la prédestination, de la
providence, etc., des religions confessionnelles. Il faut insister sur le fait
que même en ce cas, il existe réellement une forte activité de la volonté, une
intervention directe sur la « force des choses », mais justement sous une forme
implicite voilée, qui a honte d'elle-même, d'où les contradictions de la conscience
dépourvue d'unité critique, etc. Mais quand le subalterne devient dirigeant` et
responsable de l'activité économique de masse, le mécanisme se présente à un
certain moment comme un danger imminent, et on assiste à une révision de tout
le système de pensée, parce qu'il s'est produit un changement dans le mode de
vie social. Pourquoi les limites de la « force des choses » et son empire
deviennent-ils plus étroits ? C'est que, au fond, si le subalterne était hier
une chose, il est aujourd'hui, non plus une chose mais une personne historique,
un protagoniste ; s'il était hier irresponsable parce que « résistant » à une
volonté étrangère, il se sent aujourd'hui responsable parce que non plus
résistant mais agent et nécessairement actif et entreprenant. Mais avait-il été
réellement hier simple « résistance », simple « chose », simple « irresponsabilité
? » Certainement pas, et il convient au contraire de mettre en relief comment
le fatalisme ne sert qu'à voiler la faiblesse d'une volonté active et réelle.
Voilà pourquoi il faut toujours démontrer la futilité du déterminisme
mécanique, qui, explicable comme philosophie naïve de la masse, et, uniquement
en tant que tel, élément intrinsèque de force, devient, lorsqu'il est pris
comme philosophie réfléchie et cohérente de la part des intellectuels, une
source de passivité, d'autosuffisance imbécile ; et cela, sans attendre que le
subalterne soit devenu dirigeant et responsable. Une partie, de la masse, même
subalterne, est toujours dirigeante et responsable, et la philosophie de la
partie précède toujours la philosophie du tout, non seulement comme
anticipation théorique, mais comme nécessité actuelle.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Que la
conception mécaniste ait été une religion de subalternes, c'est ce que montre
une analyse du développement de la religion chrétienne, qui, au cours d'une
certaine période historique et dans des conditions historiques déterminées a
été et continue d'être une « nécessité », une forme nécessaire de la volonté
des masses populaires, une forme déterminée de la rationalité du monde et de
la vie, et a fourni les cadres généraux de l'activité pratique réelle. Dans
ce passage d'un article de Civiltà cattolica [Civilisation catholique] «
Individualisme païen et individualisme chrétien » (fasc. du 5 mars 1932) cette
fonction du christianisme me semble bien exprimée :</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"> </span></span><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"> </span></div>
<div class="MsoQuote" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">«
<i>La foi dans un avenir sûr, dans l'immortalité de l'âme destinée à la béatitude,
dans la certitude de pouvoir arriver à la jouissance éternelle, a été l'élément
moteur d'un travail intense de perfection intérieure et d'élévation
spirituelle. C'est là que le véritable individualisme chrétien a trouvé l'élan
qui l'a porté à ses victoires. Toutes les forces du chrétien ont été
rassemblées autour de cette noble fin. Libéré des fluctuations spéculatives qui
épuisent l'âme dans le doute, et éclairé par des principes immortels, l'homme a
senti renaître ses espérances ; sûr qu'une force supérieure le soutenait dans
sa lutte contre le mal, il se fit violence à lui-même et triompha du monde</i>. »</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais en ce cas
également, c'est du christianisme naïf qu'on entend parler, non du
christianisme jésuitisé, transformé en pur narcotique pour les masses populaires.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Mais la position
du calvinisme, avec sa conception historique implacable de la prédestination et
de la grâce, qui détermine une vaste expansion de l'esprit d'initiative (ou
devient la forme de ce mouvement) est encore plus expressive et significative</span><span lang="FR-CA">.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Pourquoi et
comment se diffusent, en devenant populaires, les nouvelles conceptions du
monde ? Est-ce que dans ce processus de diffusion (qui est en même temps un
processus de substitution à l'ancien et très souvent de combinaison entre
l'ancien et le nouveau) influent (voir comment et dans quelle mesure) la forme
rationnelle dans laquelle la nouvelle conception est exposée et présentée,
l'autorité (dans la mesure où elle est reconnue et appréciée d'une façon au
moins générique) de la personne qui expose et des savants et des penseurs sur
lesquels elle s'appuie, le fait pour ceux qui soutiennent la nouvelle
conception d'appartenir à la même organisation (après être toutefois entrés
dans l'organisation pour un autre motif que celui de partager la nouvelle
conception) ? En réalité, ces éléments varient suivant le groupe social et le
niveau culturel du groupe considéré. Mais la recherche a surtout un intérêt en
ce qui concerne les masses populaires, qui changent plus difficilement de
conceptions, et qui ne les changent jamais, de toute façon, en les acceptant
dans leur forme « pure », pour ainsi dire, mais seulement et toujours comme une
combinaison plus ou moins hétéroclite et bizarre. La forme rationnelle,
logiquement cohérente, le caractère exhaustif du raisonnement qui ne néglige
aucun argument pour ou contre qui ait quelque poids, ont leur importance, mais
sont bien loin d'être décisifs ; mais ce sont des éléments qui peuvent être
décisifs sur un plan secondaire, pour telle personne qui se trouve déjà dans
des conditions de crise intellectuelle, qui flotte entre l'ancien et le
nouveau, qui a perdu la foi dans l'ancien et ne s'est pas encore décidée pour
le nouveau, etc.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">C'est ce qu'on
peut dire aussi de l'autorité des penseurs et des savants. Elle est très grande
dans le peuple, mais il est vrai que toute conception a ses penseurs et ses
savants à mettre en ligne et l'autorité est partagée ; il est en outre possible
pour tout penseur de distinguer, de mettre en doute qu'il se soit vraiment
exprimé de cette façon, etc. On peut conclure que le processus de diffusion des
conceptions nouvelles se produit pour des raisons politiques, c'est-à-dire en
dernière instance, sociales, mais que l'élément formel, de la cohérence
logique, l'élément autorité et l'élément organisation, ont dans ce processus
une fonction très grande, immédiatement après que s'est produite l'orientation
générale, aussi bien dans les individus pris isolément que dans les groupes
nombreux. On peut ainsi conclure que dans les masses en tant que telles, la
philosophie ne peut être vécue que comme une foi. Qu'on imagine, du reste, la
position intellectuelle d'un homme du peuple ; les éléments de sa formation
sont des opinions, des convictions, des critères de discrimination et des
normes de conduite. Tout interlocuteur qui soutient un point de vue opposé au
sien, s'il est intellectuellement supérieur, sait présenter ses raisons mieux
que lui, et lui clôt le bec « logiquement », etc. ; l'homme du peuple
devrait-il alors changer de convictions ? simplement parce que dans la
discussion immédiate il ne sait pas se défendre ? Mais alors, il pourrait lui
arriver de devoir en changer une fois par jour, c'est-à-dire chaque fois qu'il
rencontre un adversaire idéologique intellectuellement supérieur. Sur quels
éléments se fonde donc sa philosophie ? Et surtout, sa philosophie dans la
forme, qui a pour lui la plus grande importance, de norme de conduite ?
L'élément le plus important est indubitablement de caractère non rationnel, de
foi. Mais foi en qui et en quoi ? Avant tout, dans le groupe social auquel il
appartient, dans la mesure où, d'une manière diffuse, il pense les choses
comme lui : l'homme du peuple pense qu'une masse si nombreuse ne peut se
tromper ainsi, du tout au tout, comme voudraient le faire croire les arguments
de l'adversaire ; qu'il n'est pas lui-même, c'est vrai, capable de soutenir et
de développer ses propres raisons, comme l'adversaire les siennes, mais que
dans son groupe, il y a des hommes qui sauraient le faire, et certes encore
mieux que l'adversaire en question, et qu'il se rappelle en fait avoir entendu
exposer, dans tous les détails, avec cohérence, de telle manière qu'il a été
convaincu, les raisons de sa foi. Il ne se rappelle pas les raisons dans leur
forme concrète, et il ne saurait pas les répéter, mais il sait qu'elles
existent Parce qu'il les a entendu exposer et qu'elles l'ont convaincu. Le fait
d'avoir été convaincu une fois d'une manière fulgurante est la raison
permanente de la permanence de sa conviction, même si cette dernière ne sait
plus retrouver ses propres arguments.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais ces
considérations nous amènent à conclure à une extrême fragilité des convictions
nouvelles des masses populaires, surtout si ces nouvelles convictions sont en
opposition avec les convictions (même nouvelles) orthodoxes, socialement conformistes
du point de vue des intérêts généraux des classes dominantes. On peut s'en
persuader en réfléchissant à la fortune des religions et des églises. La
religion ou telle église maintient la communauté des fidèles (à l'intérieur de
certaines limites imposées par les nécessités du développement historique
général) dans la mesure où elle entretient en permanence et par une
organisation adéquate sa propre foi, en en répétant l'apologétique sans se lasser,
en luttant à tout instant et toujours avec des arguments semblables, et en
entretenant une hiérarchie d'intellectuels chargés de donner à la foi, au
moins l'apparence de la dignité de la pensée. Chaque fois que la continuité des
rapports entre Église et fidèles a été interrompue d'une manière violente, pour
des raisons politiques, comme cela s'est passé pendant la Révolution française,
les pertes subies par l’Église ont été incalculables, et, si les conditions
difficiles pour l'exercice des pratiques relevant de la routine avaient été
prolongées au-delà de certaines limites de temps, on peut penser que de telles
pertes auraient été définitives, et qu'une nouvelle religion aurait surgi,
comme elle a d'ailleurs surgi, en France, en se combinant avec l'ancien
catholicisme. Ou en déduit des nécessités déterminées pour tout mouvement
culturel qui se proposerait de remplacer le sens commun et les vieilles conceptions
du monde en général : 1. de ne jamais se fatiguer de répéter ses propres arguments
(en en variant littérairement la forme) : la répétition est le moyen didactique
le plus efficace pour agir sur la mentalité populaire ; 2. de travailler sans
cesse à l'élévation intellectuelle de couches populaires toujours plus larges,
pour donner une personnalité à l'élément amorphe de masse, ce qui veut dire de
travailler à susciter des <i>élites </i>d'intellectuels
d'un type nouveau qui surgissent
directement de la masse tout en restant en contact avec elle pour
devenir les « baleines » du corset. Cette seconde nécessité, si elle est
satisfaite, est celle qui réellement
modifie le « panorama idéologique » d'une époque. Et d'ailleurs ces <i>élites </i>ne peuvent se constituer et se développer sans donner lieu
à l'intérieur de leur groupe à une hiérarchisation suivant l'autorité et les
compétences intellectuelles, hiérarchisation qui peut avoir à son sommet un
grand philosophe individuel ; ce dernier toutefois, doit être capable de
revivre concrètement les exigences de l'ensemble de la communauté idéologique,
de comprendre qu'elle ne peut avoir l'agilité de mouvement propre à un cerveau
individuel et par conséquent d'élaborer
la forme de la doctrine collective qui soit la plus adhérente et la plus
adéquate aux modes de pensée d'un penseur collectif.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Il est évident qu'une
construction de masse d'un tel genre ne peut advenir « arbitrairement »,
autour d'une quelconque idéologie, par la volonté de construction (formelle)
d'une personnalité ou d'un groupe qui se proposeraient ce but, poussés par le
fanatisme de leurs convictions philosophiques ou religieuses. L'adhésion de
masse à une idéologie ou la non-adhésion est la manière par laquelle se
manifeste la critique réelle de la rationalité et de l'historicité des modes de
pensée. Les constructions arbitraires sont plus ou moins rapidement éliminées
de la compétition historique, même si parfois, grâce à une combinaison de
circonstances immédiates favorables, elles réussissent à jouir d'une relative
popularité, alors que les constructions qui correspondent aux exigences d'une
période historique complexe et organique finissent toujours par s'imposer et
prévaloir, même si elles traversent nombre de phases intermédiaires, où elle ne
peuvent s'affirmer qu'à travers des combinaisons plus ou moins bizarres et
hétéroclites.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="FR-CA"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ces développements
posent de nombreux problèmes, dont les plus importants se résument dans le
style et la qualité des rapports entre les diverses couches intellectuellement
qualifiées, c'est-à-dire dans l'importance et dans la fonction que doit et peut
avoir l'apport créateur des groupes supérieurs en liaison avec la capacité
organique de discuter et de développer de nouveaux concepts critiques de la
part des couches intellectuellement subordonnées. Il s'agit donc de fixer les
limites de la liberté de discussion et de propagande, liberté qui ne doit pas
être entendue dans le sens administratif et policier, mais dans le sens
d'auto-limites que les dirigeants posent à leur propre activité ou bien, au
sens propre, de définir l'orientation d'une politique culturelle. En d'autres
termes : qui définira les « droits de la science » et les limites de la
recherche scientifique et ces droits et ces limites pourront-ils être
proprement définis ? Il paraît nécessaire que le lent travail de la
recherche de vérités nouvelles et meilleures, de formulations plus cohérentes
et plus claires des vérités elles-mêmes, soit laissé à la libre initiative de
chaque savant, même s'ils remettent continuellement en discussion les principes
mêmes qui paraissent les plus essentiels. Il ne sera du reste pas difficile de
mettre en lumière le cas où de telles initiatives de discussion répondent à
des motifs intéressés et n'ont pas un caractère scientifique. Il n'est, du
reste, pas impossible de penser que les initiatives individuelles soient disciplinées
et ordonnées, qu'elles passent à travers le crible des académies ou instituts
culturels de tout genre et ne deviennent publiques qu'après avoir été
sélectionnées, etc.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">Il serait
intéressant d'étudier concrètement, pour un pays particulier, l'organisation
culturelle qui tient en mouvement le monde idéologique et d'en examiner le fonctionnement.
Une étude du rapport numérique entre le personnel qui professionnellement se
consacre au travail actif culturel et la population des différents pays serait
également utile, avec un calcul approximatif des forces libres. Dans chaque
pays c'est l'école dans tous ses degrés, et l’Église, qui sont les deux plus
grandes organisations culturelles, par le nombre du personnel occupé. Les
journaux, les revues et l'activité libraire, les institutions scolaires
privées, soit qu'elles complètent l'école d'État, soit qu'elles jouent le rôle
d'institutions de culture du type universités populaires. D'autres professions
incorporent dans leur activité spécialisée une fraction culturelle qui n'est
pas indifférente, comme celle des médecins, des officiers de l'armée, de la
magistrature</span><span lang="FR-CA">. Mais il faut noter que dans tous les pays, encore que dans une
mesure diverse, existe une grande coupure entre les masses populaires et les
groupes intellectuels, même les plus nombreux et les plus proches de la masse
nationale, comme les instituteurs et les prêtres ; et que cela se produit parce
que, même là où les gouvernants affirment le contraire en paroles, l'État
comme tel n'a pas une conception unitaire, cohérente et homogène, ce qui fait
que les groupes intellectuels sont dispersés entre une couche et l'autre et
dans les limites d'une même couche. L'Université, quelques pays mis à part,
n'exerce aucune fonction unificatrice ; souvent un penseur libre a plus
d'influence que toute l'institution universitaire etc.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA">A propos de la fonction historique remplie par la
conception fataliste de la philosophie de la praxis, on pourrait en faire un
éloge funèbre, en demandant qu'on reconnaisse son utilité pour une certaine
période historique, mais en soutenant, et pour cette raison précise, la
nécessité de l'enterrer avec tous les honneurs qui lui sont dus. On pourrait en
réalité comparer sa fonction à celle de la théorie de la grâce et de la prédestination
pour les débuts du monde moderne, théorie qui toutefois atteint son apogée dans
la philosophie classique allemande</span><span lang="FR-CA"> et
sa conception de la liberté comme conscience de la nécessité. Elle a été un
doublet populaire du cri « Dieu le veut », mais pourtant, même sur ce plan
primitif et élémentaire, elle marquait le début d'une conception plus moderne
et plus féconde que celle contenue dans « Dieu le veut », ou dans la théorie de
la grâce. Est-il possible que « formellement», une nouvelle conception se
présente sous un aspect autre que l'aspect grossier et confus d'une plèbe ? Et
toutefois l'historien, quand il a les perspectives nécessaires, réussit à
préciser et à comprendre que les débuts d'un monde nouveau, toujours âpres et
caillouteux, sont supérieurs au déclin d'un monde agonisant et aux « chants du
cygne » qu'il produit dans son agonie. </span></span>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA"><br /></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA"><b><span style="color: #cc0000;"><br /></span></b></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span lang="FR-CA"><b><span style="color: #cc0000;">Antonio Gramsci</span>, Les Cahiers de la Prison</b></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br />
<div id="ftn21">
</div>
</div>
<div>
<br /></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-13785795237174184682015-01-03T19:37:00.003+00:002015-01-11T00:10:13.434+00:00The Hole<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLqDqCQgkw8UNnjwcD4e7nz2OCNCufVJvFvfsxQA05Q-wRtfdyuvp7suKsIgW9aCfoRivTeqA7MJIdIUCzEZQ77H_kdAfgI6wl7UbDCcRsYxxwfbGrtK0fO6LCxKp2C0V-acC5kH2TN50G/s1600/El+Roto+(I).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLqDqCQgkw8UNnjwcD4e7nz2OCNCufVJvFvfsxQA05Q-wRtfdyuvp7suKsIgW9aCfoRivTeqA7MJIdIUCzEZQ77H_kdAfgI6wl7UbDCcRsYxxwfbGrtK0fO6LCxKp2C0V-acC5kH2TN50G/s1600/El+Roto+(I).jpg" height="556" width="640" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><b>El Roto, The Hole</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-19097287755317250772015-01-03T02:00:00.001+00:002015-01-03T21:48:49.577+00:00Mémoire-Corps<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">1</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Plus tard, les livres m'ont appris.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais ce n'était pas ainsi au fond de cette ruelle. Et pourquoi cette caresse se mue-t-elle toujours en une vision qui dépasse un simple geste. De tendresse peut-être. Comme les premières images d'atrocités après la déflagration d'Hiroshima. Chevelures éparses. Carbonisées. Une poche de fiel à la place du coeur.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">On débouchait toujours sur une courette. A droite le sanctuaire. Au fond des ateliers de tannage. L'odeur était perceptible de loin. On voyait des muletiers emprunter l'une des voûtes avec un chargement de peaux ruisselantes. Les heures ne pouvaient s'évaluer, se pressaient. L'odeur montait. Tournoyait. Faisait tournoyer les pyramides de tuiles, les blocs de pavés, la bouche d'égout. L'attraction gagnait les objets, la lumière.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Les yeux patiemment suivent hommes et bêtes. Les paraboles de gouttelettes imprimées par les peaux sur le dallage.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Vieilles gouttières. On les sent à peine au-dessous des pieds. Elles semblent remonter avec les images. Continuer à elles seules l'escalade de la nuit.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Elle recevaient les premières gouttes de sang. Je serrais une main. J'en garde la moiteur. Le corps dont elle faisait partie a disparu pour toujours. Pourtant je relevais la tête, je regardais. Je parlais à quelqu'un. Un océan m'en sépare. L'a déduit. Je lui ai arraché la main. Je l'ai emportée avec moi. J'ai dormi des années. Il en est mort. Elle en est morte.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je suis incapable de réinventer ses doigts. Mais je veux surtout me débarrasser de sa main.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La courette était silencieuse. Déserte. Une marelle était tracée sur le sol avec du charbon de bois. Les murs couverts d'inscriptions d'enfants. Glorification de l'équipe de football locale, divers attributs du passif, aucune allusion à la femme. Un autre royaume de gosses. J'y débouche. Encore une fois, je ne pourrais pas tout voir. Un obstacle me barre le passage. Je rentre la tête, à moitié. De cette façon, je ne peux voir que d'un oeil. Je n'ai pas de voix. Le reste du corps vagabonde.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ailleurs.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je cogne... Il cogne à un mur mitoyen qui donne sur un choc de ferraille, un cliquetis d'objets en fer blanc, une brûlure de désinfectant bleu sur le crâne.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Une fontaine publique. La main soulève le piston. La nuque s'offre au ronron glacé de l'eau.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">En pleine féerie. Le ghoul Ammi Boubou, Aïcha Kandicha au détour de la voûte et les petits anges aux blanches ailes qui viendront apaiser les paupières.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je vole très bas. Je perds insensiblement de l'altitude. L'appréhension d'une chute, dans un endroit terrifiant. La ville s'éloigne.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Un ogre a chaussé toutes les maisons. Il court maintenant pour les noyer dans l'étang où il a élu domicile. Le soleil le rattrapera. Il sera brûlé avant le réveil des habitants.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Les cimetières défilent. Je compte les jujubiers. Je perds de l'altitude.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais il n'y a plus que les cimetières et moi. L'arabesque intangible des témoins. Quelqu'un me parle. Cette fois-ci les paroles sont nettement audibles. Il me raconte sa vie. Il termine chaque épisode par un adage d'une grande sagesse. Il me serre la main. Reprend sa place dans une tombe.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je frôle maintenant les tombes. Mes pieds sont engourdis. Je voudrais me laisser aller totalement à cet engourdissement impérieux. Abdiquer tout mouvement. Freiner petit à petit le rythme de ma respiration. Lentement me glisser dans mon suaire.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Et la nuit envahir mes yeux.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">2</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La courette alors se précise. Il attaque les formes. Les projections. S'en repaît.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A droite, le sanctuaire. Au fond, des ateliers de tannage.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">J'attendais. Seul. Les deux femmes étaient entrées. J'entendais les youyous, le fracas des tambours, les collisions de choeurs effervescents en un rythme dément.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je regardais fixement l'obscurité à l'entrée d'un des ateliers de tannage. Quelques rires vulgaires. La voix d'un homme. L'odeur devenue matérielle. Comme un tourbillon de haute mer. Une petite fille est venue m'appeler. Je compris que les conciliabules avaient abouti. J'étais admis à la Hadra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Elles avaient enlevé leurs voiles et gardé leur djellaba. Une ronde.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je m'attendais à un autre conte. Une belle légende où les enfants n'apparaissent qu'à la fin, nombreux, lorsque les deux amants, arrivant au bout de leurs peines, fêtent somptueusement leurs noces. La cour du sanctuaire devait ressembler à n'importe quelle cour de maison. Mais la vasque centrale était tarie. Les mosaïques du parterre et des colonnes ternies, comme si les visiteuses s'en servaient pour leurs ablutions sèches.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Il y avait probablement d'autres enfants et on nous avait parqués ensemble derrière une grille à trois volets.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Probablement les encensoirs. Les brûle-parfums.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Pourtant, un corps traînait. Traîne nettement.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">L'attroupement empêche de voir. Un voile jaune lui cache le visage.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Elle se tord. Par saccades. Un seul mot jaculatoire. Repris par le choeur.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Personne n'interviendra.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ce corps me fait mal. Au nombril. Le même nom scandé à tous les modes. Tout scande. Les colonnes comme des tambours. La grille du plafond. Gong affolé. La même femme se tord et scande un nom. Cette fois je vois son visage. Une maison familière. Des visages familiers. Elle ouvre les yeux. Nous regarde. Elle dit: pardonnez-moi, pardonnez-moi.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le nom la secoue de nouveau. Jusqu'à la première prière.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Une interminable veillée.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Plus tard, les livres m'ont appris.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">3</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">On est venu me réveiller. Un matin de plomb. L'hiver avortait. On m'a fortement secoué. Je revenais d'une longue marche. Le front meurtri comme après des prosternations répétées. Je me surpris d'abord à bégayer tant la secousse fut brusque. Le visage de mon interlocuteur gardait une pesanteur de rêve. Ses lèvres articulaient de faibles jurons. Il bégayait lui aussi, réitérant ses formules d'hostilité.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ce n'était qu'une molle cadence. Le front élastique à la dimension d'un gigantesque écran.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Je continuais à lire notre marche.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le pélerinage n'a pas eu lieu. La galopade qui se produisit à l'arrivée de cette première étape fut meurtrière. Les gardes du sanctuaire durent repousser la foule qui risquait d'endommager le tombeau. Les pélerins eurent à peine le temps de jeter sur les grilles les objets votifs qu'ils avaient dévotement préparés pour cette occasion.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le dinosaure animé de tentacules gesticulantes, criardes avait vainement chargé le sanctuaire. Il se replia dans un grondement de bête blessée à mort.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le visage se regroupa. Les jurons m'atteignirent. Je vis les yeux, les lèvres. L'ovale prognathe qui fulminait d'une colère imprécise. J'étais réveillé. Quelque part. Le sable m'entourait à perte de vue. Je me relevai. Détournai les yeux d'une flaque solidifiée. Quelques chacals jappaient derrière les dunes.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Il m'avait rejoint. Je regardais son visage contracté de rides comme des varices. Ses dents, la férocité des incisives, l'éclat démoniaque d'une molaire recouverte d'or.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le pays bouge, dis-tu. Tu sais, rien ne va se passer. Moi j'ai arpenté toutes ces frontières. J'y ai vécu des années. C'est un promontoire d'où l'on peut observer les caravanes qui assurent le trafic dont vit toute la région. J'y ai vécu tout ce temps et personne n'est venu me demander son chemin.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Un promontoire. Un carrefour de fantômes, oui. Le repaire du Ravisseur des fiancées.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais je ne suis là que pour connaître. Rien de plus.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">4</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ceci dit pour ridiculiser le silence.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tête d'enclave. Elle enfle. Montgolfière m'entamant à ras des plantes. Il m'écrit sur des tablettes. Je tourne le dos. A intervalles réguliers je reçois le choc.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Et au fur et à mesure, il s'installe en moi. Nous ne saurons plus qui parle. Qui écrit.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tête d'enclave. Cerveau ruinitique vagissant la mort de notre histoire.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le sable s'agite alentour. Nous nous débattons, le coeur dans le coeur. Comme nos tempes croassantes. Comme une nichée de charognards. Nous traçons des cercles. Comme pour délimiter l'arène. Nous entretuer au sommet de la greffe.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Les dunes réapparaissent. Plantation d'oreilles de canins incrustées de pierreries carnivores.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Plus loin l'eau. Nous l'entendons sourdre aux racines d'un palmier condamné par la peste des caravaniers. Son faîte recueillant la foudre qui aurait pu décapiter l'oasis. La main court plus vite. Elle entaille les tablettes d'une écriture indéchiffrable.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ka Ka Ka. Le ricanement de l'autre éjaculé d'un gosier indifférent. Transes qui vont nous souder. Transes qui vont nous faire parcourir ces milliers de kilomètres de frontières.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Une voix dans l'insolation. Des steppes mordues d'arachides. L'aspérité ressac. D'amulettes enfiévrées.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La caravane passe à mille milles de distance. La croupe des dromadaires trace des créneaux sur la citadelle de mémoire.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Le sang remonte d'une source dont tous les caravaniers ont perdu le nom. Les privilégiés qui en gardent la première lettre se sont exilés. Ils refusent même aux humbles la révélation de ce premier jalon.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La flûte se cherche. Accentue ce sentiment de désert criblé de chants.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Viendront les joueurs de crotales. Les affreuses trompes pour lutter contre l'aphasie. Ils souffleront dans les bols d'eau que nous leur tendrons. Nous boirons pieusement cette eau nouvelle. Pour un temps nous croirons au miracle des piétés.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais le désert, lui, se répercute au-delà de nos volontés.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tourbe de géhenne. Il nous couronnera de phalanges de cactus. Plus de mirage. Lune poignardée fuyant. Perdant le sang noir des insomnies séculaires. Des hommes vont sortir pour jeter leurs rêves dans les poubelles communes où se baignent les nouveaux nés. Précipices pour les condamnés qu'on aura oublié de châtrer. Les enfants ne formeront plus de ronde pour danser à la régénération, à la quête de la pluie, à la délivrance de la nouvelle accouchée. Il n'y a plus de draps blancs, plus de robes vertes. Les cierges ne suffisent pas.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mille milles la caravane s'engage dans les pistes oubliées, faussées par le sirocco, allié traditionnel des oublis. La caravane aura-t-elle raison du complot des sables ?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mémoires décapitées. Et pourtant seules présentes. Jamais nous n'en étions plus sûrs. Dans ce désert, ultime salve de clarté.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mille milles la caravane harcèle l'impossible et déjà les vautours en veilleuse accourent pour le butin. Malgré la défaite ils se sont habitués au partage des butins faciles. La part du lion devenu vieux rusé, mais dont les serres restent intactes.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mille milles la caravane réinvente l'odyssée des temps. Traverses cancéreuses sur passé et futur.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Respirer.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Embarqués les uns les autres dans ce magma réservé aux parias. Nous ne sommes pas des parias. Les scribes seuls nous accusent d'irrégularité.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Nous n'irons pas nous lamenter sur notre perte. Quelque chose nous en empêche. Une certitude.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Voilà que des clowns accourent. Ils n'ont pas la face farineuse. Ils ne sont pas maquillés comme des pantins. Ils n'ont pas le derrière bourré avec du kapok. Ils voudront certainement rattraper la caravane avant l'enclume du soleil. Ils ne pourraient pas la traverser tout seuls. Ils courent, éparpillant le lest des civilisations. Cithares. Dindons. Outils. Bouquins.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mais voilà qu'ils miment, dans leur course, les grands rôles de la débauche. Les duos de la lyricité. Les-je-t'encule-platoniquement. Les-raisonne-sinon-je-te-coupe-la-gorge. Les- je-pense-je-suis-dieu.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Souffrance. Tristesse en dragées. Emotion pygmalienne. Nus de marbre auxquels on voudrait écarter les cuisses.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Puis se ressaisissant. Les clowns font un cercle en courant. Un conteur s'improvise. Mythes fulgurants. Passent les chiens. Les avortons. Les anthropophages, angelots blancs juchés sur les épaules. Les fibules de crâniennes tintant aux chevilles.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Passent les nègres-sarbacanes. Les jaunes mangeurs de fesses de cadavres à la recherche du sel. Passent les gourous, les sorciers, les griots répercutant l'amarg.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Mimé. Gestes au futur.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mille milles la caravane écarquille les yeux des montures et c'est comme si le sable, brusquement, devenait inhospitalier.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">L'enclume tirée à quatre tisons rince sa fureur. Il lui pousse une verge qu'elle ne cache plus. Arrière doléances. Ne passeront que ceux qui auront l'énergie de la riposte. Se fera la sélection. Nu passera chaque dépositaire. L'on ne pourra plus cacher ce qui dénonce. Ce qui sépare.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Courent les clowns pour rejoindre la caravane. A mille milles les montures désarçonnent les cavaliers. En rut, les bêtes passent. Notre corps indéfectible. Les sables ajustent nos mains.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">5</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tête d'enclave. Corps séparé. V'là que ça démange ma curiosité ces tablettes bizarres. Encore une de ces langues mortes qu'un scribe fossile restitue sous le coup de l'illumination. Et moi pas foutu de mettre le nez dans le bréviaire d'Atlantide.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Reconnu cependant terrifiant à cause de mes dents, de la poignée de mes mots. Une cavale de Hilaliens ayant la haine de la rosace et de l'arabesque. Bénéficiant de tous les contresens, mais lucide.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">A mille milles la caravane aux prises avec l'enclume. Les clowns hélant les arrière-gardes. La distance creusée entre nous. Jonchée de masques, tessons d'artillerie, angulaires d'échafaudages.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Bientôt sortiront les canins. Un royaume sera délimité. Des nombres viendront grossir les nombres. Les sirènes cracheront la fin.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Tête d'enclave.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Atlas soulevant la race.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><span style="color: #cc0000;">Abdellatif Laâbi</span>, L'Oeil et la Nuit</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-31128236140273691992015-01-03T01:00:00.000+00:002015-01-11T00:10:23.259+00:00Africa<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54vNcUUHbaLswXch-LqO5GFi5ncU6X2S7iJ6zfzWn90HxzUK75saLGZGfGtFiyu58RyOmNZd9k8ZxUjH-E_zg6VLOI0mp0Y2CT9nftTLSiVyOLOrQoRycf_QOHqCzAh_yuOyf-6tYEvEn/s1600/El+Roto+(II).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj54vNcUUHbaLswXch-LqO5GFi5ncU6X2S7iJ6zfzWn90HxzUK75saLGZGfGtFiyu58RyOmNZd9k8ZxUjH-E_zg6VLOI0mp0Y2CT9nftTLSiVyOLOrQoRycf_QOHqCzAh_yuOyf-6tYEvEn/s1600/El+Roto+(II).jpg" height="640" width="606" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>El Roto, Africa</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-77659953530290413392015-01-02T01:00:00.000+00:002015-01-10T00:13:51.190+00:00Du désert<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">The September sunsets were at their reddest the week the professor decided to visit Ain Tadouirt, which is in the warm country. He came down out of the high, flat region in the evening by bus, with two small overnight bags full of maps, sun lotions and medicines. Ten years ago he had been in the village for three days; long enough, however, to establish a fairly firm friendship with a cafe-keeper, who had written him several times during the first year after his visit, if never since. "Hassan Ramani," the Professor said over and over, as the bus bumped downward through ever warmer layers of air. Now facing the flaming sky in the west, and now facing the sharp mountains, the car followed the dusty trail down the canyons into air which began to smell of other things besides the endless ozone of the heights: orange blossoms, pepper, sun-baked excrement, burning olive oil, rotten fruit. He closed his eyes happily and lived for an instant in a purely olfactory world. The distant past returned — what part of it, he could not decide.</span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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The chauffeur, whose seat the Professor shared, spoke to him without taking his eyes from the road. "Vous etes geologue?"</div>
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"A geologist? Ah, no! I'm a linguist."</div>
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"There are no languages here. Only dialects."</div>
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"Exactly. I'm making a survey of variations on Moghrebi."</div>
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The chauffeur was scornful. "Keep on going south," he said. "You'll find some languages you never heard of before."</div>
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As they drove through the town gate, the usual swarm of urchins rose up out of the dust and ran screaming beside the bus. The Professor folded his dark glasses, put them in his pocket; and as soon as the vehicle had come to a standstill he jumped out, pushing his way through the indignant boys who clutched at his luggage in vain, and walked quickly into the Grand Hotel Saharien. Out of its eight rooms there were two available — one facing the market and the other, a smaller and cheaper one, giving onto a tiny yard full of refuse and barrels, where two gazelles wandered about. He took the smaller room, and pouring the entire pitcher of water into the tin basin, began to wash the grit from his face and ears. The afterglow was nearly gone from the sky, and the pinkness in objects was disappearing, almost as he watched. He lit the carbide lamp and winced at its odor.</div>
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After dinner the Professor walked slowly through the streets to Hussan Ramani's cafe, whose back room hung hazardously out above the river. The entrance was very low, and he had to bend down slightly to get in. A man was tending the fire. There was one guest sipping tea. The qaouaji tried to make him take a seat at the other table in the front room, but the Professor walked airily ahead into the back room and sat down. The moon shining through the reed latticework and there was not a sound outside but the occasional distant bark of a dog. He changed tables so he could see the river. It was dry, but there was a pool here and there that reflected the bright night sky. The qaouaji came in and wiped off the table.</div>
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"Does this cafe still belong to Hassan Ramani?" he asked him in the Moghrebi he had taken four years to learn.</div>
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The man replied in bad French: "He is deceased."</div>
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"Deceased?" repeated the Professor, without noticing the absurdity of the word. "Really? When?"</div>
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"I don't know," said the qaouaji. "One tea?"</div>
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"Yes. But I don't understand . . ." The man was already out of the room, fanning the fire. The Professor sit still, feeling lonely, and arguing with himself that to do so was ridiculous. Soon the qaouaji returned with the tea. He paid him and gave him an enormous tip, for which he received a grave bow.</div>
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"Tell me," he said, as the other started away. "Can one still get those little boxes made from camel udders?"</div>
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The man looked angry. "Sometimes the Reguibat bring in those things. We do not buy them here." Then insolently, in Arabic: "And why a camel-udder box?</div>
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Because I like them," retorted the Professor. And then because he was feeling a little exalted, he added, "I like them so much I want to make a collection of them, and I will pay you ten francs for every one you can get me."</div>
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"Khamstache," said the qaouaji, opening his left hand rapidly three times in succession.</div>
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"Never. Ten."</div>
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"Not possible. But wait until later and come with me. You can give me what you like. And you will get camel-udder boxes if there are any."</div>
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He went out into the front room, leaving the Professor to drink his tea and listen to the growing chorus of dogs that barked and howled as the moon rose higher into the sky. A group of customers came into the front room and sat talking for an hour or so. When they had left, the qaouaji put out the fire and stood in the doorway putting on his burnous. </div>
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"Come," he said.</div>
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Outside in the street there was very little movement. The booths were all closed and the only light came from the moon. An occasional pedestrian passed, and grunted brief greeting to the qaouaji.</div>
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"Everyone knows you," said the Professor, to cut the silence between them.</div>
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"Yes."</div>
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"I wish everyone knew me," said the Professor, before he realized how infantile such a remark must sound.</div>
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"No one knows you," said his companion gruffly.</div>
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They had come to the other side of the town, on the promontory above the desert, and through a great rift in the wall the Professor saw the white endlessness, broken in the foreground by dark spots of oasis. They walked through the opening and followed a winding road between rocks, downward toward the nearest small forest of palms. The Professor thought: "He may cut my throat. But his cafe — he would surely be found out."</div>
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"Is it far?" he asked, casually.</div>
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"Are you tired?" countered the qaouaji.</div>
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"They are expecting me back at the Hotel Saharien," he lied.</div>
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"You can't be there and here," said the qaouaji.</div>
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The Professor laughed. He wondered if it sounded uneasy to the other.</div>
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"Have you owned Ramani's cafe long?"</div>
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"I work there for a friend," The reply made the Professor more unhappy than he had imagined it would.</div>
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"Oh. Will you work tomorrow?"</div>
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"That is impossible to say."</div>
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The Professor stumbled on a stone, and fell, scraping his hand. The qaouaji said: "Be careful."</div>
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The sweet black odor of rotten meat hung in the air suddenly.</div>
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"Agh!" said the Professor, choking. "What is it?"</div>
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The qaouaji had covered his face with his burnous and did not answer. Soon the stench had been left behind. They were on flat ground. Ahead the path was bordered on each side by a high mud wall. There was no breeze and the palms were quite still, but behind the walls was the sound of running water. Also, the odor of human excrement was almost constant as they walked between the walls.</div>
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The Professor waited until he thought it seemed logical for him to ask with a certain degree of annoyance: "But where are we going?"</div>
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"Soon," said the guide, pausing to gather some stones in the ditch.</div>
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"Pick up some stones," he advised. "Here are bad dogs."</div>
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"Where?" asked the Professor, but he stooped and got three large ones with pointed edges.</div>
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They continued very quietly. The walls came to an end and the bright desert lay ahead. Nearby was a ruined marabout, with its tiny dome only half standing, and the front wall entirely destroyed. Behind it were clumps of stunted, useless palms. A dog came running crazily toward them on three legs. Not until it got quite close did the Professor hear its steady low growl. The qaouaji let fly a large stone at it, striking it square in the muzzle. There was a strange snapping of jaws and the dog ran sideways in another direction, falling blindly against rocks and scrambling haphazardly about like an injured insect.</div>
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Turning off the road, they walked across the earth strewn with sharp stones, past the little ruin, through the trees, until they came to a place where the ground dropped abruptly away in front of them.</div>
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"It looks like a quarry," said the Professor, resorting to French for the word "quarry," whose Arabic equivalent he could not call to mind at the moment. The qaouaji did not answer. Instead he stood still and turned his head, as if listening. And indeed, from somewhere down below, but very far below, came the faint sound of a low flute. The qaouaji nodded his head slowly several lie said: "The path begins here. You can see it well all the way. The rock is white and the moon is strong. So you can see well. I am going back now and sleep. It is late. You can give me what you like."</div>
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<br /></div>
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Standing there at the edge of the abyss which at each moment looked deeper, with the dark face of the qaouaji framed in its moonlit burnous close to his own face, the Professor asked himself exactly what he felt. Indignation, curiosity, fear, perhaps, but most of all relief and the hope that this was not a trick, the hope that the qaouaji would really leave him alone and turn back without him.</div>
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He stepped back a little from the edge, and fumbled in his pocket for a loose note, because he did not want to show his wallet. Fortunately there was a fifty-franc bill there, which he took out and handed to the man. He knew the qaouaji was pleased, and so he paid no attention when he heard him saying: "It is not enough. I have to walk a long way home and there are dogs . . ."</div>
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"Thank you and good night," said the Professor, sitting down with his legs drawn up under him, and lighting a cigarette. He felt almost happy.</div>
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"Give me only one cigarette," pleaded the man.</div>
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"Of course," he said, a bit curtly, and he held up the pack.</div>
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The qaouaji squatted close beside him. His face was not pleasant to see. "What is it?" thought the Professor, terrified again, as he held out his lighted cigarette toward him.</div>
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The man's eyes were almost closed. It was the most obvious registering of concentrated scheming the Professor had ever seen. When the second cigarette was burning, he ventured to say to the still squatting Arab: "What are you thinking about?"</div>
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The other drew on his cigarette deliberately, and seemed about to speak. Then his expression changed to one of satisfaction, but he did not speak. A cool wind had risen in the air, and the Professor shivered. The sound of the flute came up from the depths below at intervals, sometimes mingled with the scraping of nearby palm fronds one against the other. "These people are not primitives," the Professor found himself saying in his mind.</div>
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<br /></div>
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"Good," said the qaouaji, rising slowly. "Keep your money. Fifty francs is enough. It is an honor." Then he went back into French: "Tu n'as qu'a descendre, tout droit." He spat, chuckled (or was the Professor hysterical?), and strode away quickly.</div>
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The Professor was in a state of nerves. He lit another cigarette, and found his lips moving automatically. They were saying: "Is this a situation or a predicament? This is ridiculous." He sat very still for several minutes, waiting for a sense of reality to come to him. He stretched out on the hard, cold ground and looked up at the moon. It was almost like looking straight at the sun. If he shifted his gaze a little at a time, he could make a string of weaker moons across the sky. "Incredible," he whispered. Then he sat up quickly and looked about. There was no guarantee that the qaouaji really had gone back to town. He got to his feet and looked over the edge of the precipice. In the moonlight the bottom seemed miles away. And there was nothing to give it scale; not a tree, not a house, not a person . . . He listened for the flute, and heard only the wind going by his ears. A sudden violent desire to run back to the road seized him, and he turned and looked in the direction the qaouaji had taken. At the same time he felt softly of his wallet in his breast pocket. Then he spat over the edge of the cliff. Then he made water over it, and listened intently, like a child. This gave him the impetus to start down the path into the abyss. Curiously enough, he was not dizzy. But prudently he kept from peering to his right, over the edge. It was a steady and steep downward climb. The monotony of it put him into a frame of mind not unlike that which had been induced by the bus ride. He was murmuring "Hassan Ramani" again, repeatedly and in rhythm. He stopped, furious with himself for the sinister overtones the name now suggested to him. He decided he was exhausted from the trip. "And the walk," he added.</div>
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He was now well down the gigantic cliff, but the moon, being directly overhead, gave as much light as ever. Only the wind was left behind, above, to wander among the trees, to blow through the dusty streets of Ain Tadouirt, into the hall of the Grand Hotel Saharien, and under the door of his little room.</div>
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It occurred to him that he ought to ask himself why he was doing this irrational thing, but he was intelligent enough to know that since he Was doing it, it was not so important to probe for explanations at that moment. Suddenly the earth was flat beneath his feet. He had reached the bottom sooner than he expected. He stepped ahead distrustfully still, as if he expected another treacherous drop. It was so hard to know in this uniform, dim brightness. Before he knew what had happened the dog was upon him, a heavy mass of fur trying to push him backwards, a sharp nail rubbing down his chest, a straining of muscles against him to get the teeth into his neck. The Professor thought: "I refuse to die this way." The dog fell back; it looked like an Eskimo dog. As it sprang again, he called out, very loud: "Ay!" It fell against him, there was a confusion of sensations and a pain somewhere. There was also the sound of voices very near to him, and he could not understand what they were saying. Something cold and metallic was pushed brutally against his spine as the dog still hung for a second by his teeth from a mass of clothing and perhaps flesh. The Professor knew it was a gun, and he raised his hands, shouting in Moghrebi: "Take away the dog!" But the gun merely pushed him forward, and since the dog, once it was back on the ground, did not leap again, he took a step ahead. The gun kept pushing; he kept taking steps. Again he heard voices, but the person directly behind him said nothing. People seemed to be running about; it sounded that way, at least. For his eyes, he discovered, were still shut tight against the dog's attack. He opened them. A group of men was advancing toward him. They were dressed in the black clothes of the Reguibat. "The Reguiba is a cloud across the face of the sun." "When the Reguiba appears the righteous man turns away." In how many shops and marketplaces he had heard these maxims uttered banteringly among friends. Never to a Reguiba, to be sure, for these men do not frequent towns. They send a representative In disguise, to arrange with shady elements there for the disposal of captured goods. "An opportunity," he thought quickly, "of testing the accuracy of such statements." He did not doubt for a moment that the adventure would prove to be a kind of warning against such foolishness on his part — a warning which in retrospect would be sinister, half farcical.</div>
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<br /></div>
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Two snarling dogs came running from behind the oncoming men and threw themselves at his legs. He was scandalized to note that no one paid any attention to this breach of etiquette. The gun pushed him harder as he tried to sidestep the animals' noisy assault. Again he cried: "The dogs! Take them away!" The gun shoved him forward with great force and he fell, almost at the feet of the crowd of men facing him. The dogs were wrenching at his hands and arms. A boot kicked them aside, yelping, and then with increased vigor it kicked the Professor in the hip. Then came a chorus of kicks from different sides, and he was rolled violently about on the earth for a while. During this time he was conscious of hands reaching into his pockets and removing everything from them. He tried to say: "You have all my money; stop kicking me!" But his bruised facial muscles would not work; he felt himself pouting, and that was all. Someone dealt him a terrific blow on the head, and he thought: "Now at least I shall lose consciousness, thank Heaven." Still he went on being aware of the guttural voices he could not understand, and of being bound tightly about the ankles and chest. Then there was black silence that opened like a wound from time to time, to let in the soft, deep notes of the flute playing the same succession of notes again and again. Suddenly he felt excruciating pain everywhere — pain and cold. "So I have been unconscious, after all," he thought. In spite of that, the present seemed only like a direct continuation of what had gone before.</div>
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It was growing faintly light. There were camels near where he was lying; he could hear their gurgling and their heavy breathing. He could not bring himself to attempt opening his eyes, just in case it should turn out to be impossible. However, when he heard someone approaching, he found that he had no difficulty in seeing.</div>
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The man looked at him dispassionately in the gray morning light. With one hand he pinched together the Professor's nostrils. When the Professor opened his mouth to breathe, the man swiftly seized his tongue and pulled on it with all his might. The Professor was gagging and catching his breath; he did not see what was happening. He could not distinguish the pain of the brutal yanking from that of the sharp knife. Then there was an endless choking and spitting that went on automatically, as though he were scarcely a part of it. the word "operation" kept going throuTgh his mind; it calmed his terror somewhat as he sank back into darkness.</div>
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<div style="text-align: justify;">
The caravan left sometime toward midmorning. The Professor, not unconscious, but in a state of utter stupor, still gagging and drooling blood, was dumped doubled-up into a sack and tied at one side of a camel. The lower end of the enormous amphitheater contained a natural gate in the rocks. The camels, swift mehara, were lightly laden on this trip. They passed through single file, and slowly mounted the gentle slope that led up into the beginning of the desert. That night, at a stop behind some low hills, the men took him out, still in a state which permitted no thought, and over the dust rags that remained of his clothing they fastened a series of curious belts made of the bottoms of tin cans strung together. One after another of these bright girdles was wired about his torso, his arms and legs, even across his face, until he was entirely within a suit of armor that covered him with its circular metal scales. There was a good deal of merriment during this decking-out of the Professor. One man brought out a flute and a younger one did a not ungraceful caricature of an Ouled Nail executing a cane dance. The Professor was no longer conscious; to be exact, he existed in the middle of the movements made by these other men. When they had finished dressing him the way they wished him to look, they stuffed some food under the tin bangles hanging over his face. Even though he chewed mechanically, most of it eventually fell out. onto the ground. They put him back into the sack and left him there.</div>
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Two days later they arrived at one of their own encampments. There were women and children here in the tents, and the men had to drive away the snarling dogs they had left there to guard them. When they emptied the Professor out of his sack, there were screams of fright, and it took several hours to convince the last woman that he was harmless, although there had been no doubt from the start that he was a valuable possession. After a few days they began to move on again, taking everything with them, and traveling only at night as the terrain grew warmer.</div>
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Even when all his wounds had healed and he felt no more pain, the Professor did not begin to think again; he ate and defecated, and he danced when he was bidden, a senseless hopping up and down that delighted the children, principally because of the wonderful jangling racket it made. And he generally slept through the heat of the day, in among the camels.</div>
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Wending its way southeast, the caravan avoided all stationary civilization. In a few weeks they reached a new plateau, wholly wild and with a sparse vegetation. Here they pitched camp and remained, while the mebara were turned loose to graze. Everyone was happy here; the weather was cooler and there was a well only a few hours away on a seldom frequented trail. It was here they conceived the idea of taking the Professor to Fogara and selling him to the Touareg.</div>
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It was a full year before they carried out this project. By this time the Professor was much better trained. He could do a handspring, make a series of fearful growling noises which had, nevertheless, a certain element of humor; and when the Reguibat removed the tin from his face they discovered he could grimace admirably while he danced. They also taught him I few basic obscene gestures which never failed to elicit delighted shrieks from the women. He was now brought forth only after especially abundant meals, when there was music and festivity. He easily fell in with their sense of ritual, and evolved an elementary sort of "program" to present when he was called for: dancing, rolling on the ground, imitating certain animals, and finally rushing toward the group in feigned anger, to see the resultant confusion and hilarity.</div>
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When three of the men set out for Fogara with him, they took four mehara with them, and he rode astride his quite naturally. No precautions were taken to guard him, save that he was kept among them, one man always staying at the rear of the party. They came within sight of the walls at dawn, and they waited among the rocks all day. At dusk the Youngest started out, and in three hours he returned with a friend who carried a stout cane. They tried to put the Professor through his routine then and there, but the man from Fogara was in a hurry to get back to town, so they all set out on the mehara.</div>
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In the town they went directly to the villager's home, where they had coffee in the courtyard sitting among the camels. Here the Professor went into his act again, and this time there was prolonged merriment and much rubbing together of hands. An agreement was reached, a sum of money paid, and the Reguibat withdrew, leaving the Professor in the house of the man with the cane, who did not delay in locking him into a tiny enclosure off the courtyard.</div>
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The next day was an important one in the Professor's life, for it was then that pain began to stir again in his being. A group of men came to the house, among whom was a venerable gentleman, better clothed than those others who spent their time flattering him, setting fervent kisses upon his hands and the edges of his garments. This person made a point of going into classical Arabic from time to time, to impress the others, who had not learned a word of the Koran. Thus his conversation would run more or less as follows: "Perhaps at In Salah. The French there are stupid. Celestial vengeance is approaching. Let us not hasten it. Praise the highest and cast thine anathema against idols. With paint on his face. In case the police wish to look close." The others listened and agreed, nodding their heads slowly and solemnly. And the Professor in his stall beside them listened, too. That is, he was conscious of the sound of the old man's Arabic. The words penetrated for the first time in many months. Noises, then: "Celestial vengeance is approaching." Then: "It is an honor. Fifty francs is enough. Keep your money. Good." And the qaouaji squatting near him at the edge of the precipice. Then "anathema against idols" and more gibberish. He turned over panting on the sand and forgot about it. But the pain had begun. It operated in a kind of delirium, because he had begun to enter into consciousness again. When the man opened the door and prodded him with his cane, he cried out in a rage, and everyone laughed.</div>
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They got him onto his feet, but he would not dance. He stood before them, staring at the ground, stubbornly refusing to move. The owner was furious, and so annoyed by the laughter of the others that he felt obliged to send them away, saying that he would await a more propitious time for exhibiting his property, because he dared not show his anger before the elder. However, when they had left he dealt the Professor a violent blow on the shoulder with his cane, called him various obscene things, and went out into the street, slamming the gate behind him. He walked straight to the street of the Ouled Nail, because he was sure of finding the Reguibat there among the girls, spending the money. And there in a tent he found one of them still abed, while an Ouled Nail washed the tea glasses. He walked in and almost decapitated the man before the latter had even attempted to sit up. Then he threw his razor on the bed and ran out.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
The Ouled Nail saw the blood, screamed ran out of her tent into the next, and soon emerged from that with four girls who rushed together into the coffeehouse and told the qaouaji who had killed the Reguiba. It was only a matter of an hour before the French military police had caught him at a friend's house, and dragged him off to the barracks. That night the Professor had nothing to eat, and the next afternoon, in the slow sharpening of his consciousness caused by increasing hunger, he walked aimlessly about the courtyard and the rooms that gave onto it. There was no one. In one room a calendar hung on the wall. The Professor watched nervously, like a dog watching a fly in front of its nose. On the white paper were black objects that made sounds in his head. He heard them: "Grande Epicerie du Sabel. Juin. Lundi, Mardi, Mercredi . . ."</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
The tiny ink marks of which a symphony consists may have been made long ago, but when they are fulfilled in sound they become imminent and mighty. So a kind of music of feeling began to play in the Professor's head, increasing in volume as he looked at the mud wall, and he had the feeling that he was performing what had been written for him long ago. He felt like weeping; he felt like roaring through the little house, upsetting and smashing the few breakable objects. His emotion got no further than this one overwhelming desire. So, bellowing as loud as he could, he attacked the house and its belongings. Then he attacked the door into the street, which resisted for a while and finally broke. He climbed through the opening made by the boards he had ripped apart, and still bellowing and shaking his arms in the air to make as loud a jangling as possible, he began to gallop along the quiet street toward the gateway of the town. A few people looked at him with great curiosity. As he passed the garage, the last building before the high mud archway that framed the desert beyond, a French soldier saw him. "Tiens," he said to himself, "a holy maniac."</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Again it was sunset time. The Professor ran beneath the arched gate, turned his face toward the red sky, and began to trot along the Piste d'In Salah, straight into the setting sun. Behind him, from the garage, the soldier took a potshot at him for good luck. The bullet whistled dangerously near the Professor's head, and his yelling rose into an indignant lament as he waved his arms more wildly, and hopped high into the air at every few steps, in an access of terror.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
The soldier watched a while, smiling, as the cavorting figure grew smaller in the oncoming evening darkness, and the rattling of the tin became a part of the great silence out there beyond the gate. The wall of the garage as he leaned against it still gave forth heat, left there by the sun, but even then the lunar chill was growing in the air.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<br /></div>
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<div style="text-align: center;">
<b><span style="text-align: start;"><span style="color: #cc0000;">Paul Bowles</span>, </span><span style="text-align: start;">A Distant Episode</span></b></div>
<br style="text-align: start;" /></div>
</span></div>
fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-9721015711474772272014-12-31T03:00:00.000+00:002014-12-31T12:48:04.689+00:00Elle<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbASmYPYULPfjoJmqh2qZdZDSrJVZUSVLCAuoJaeIKDZY3O6hKKvDhRBcBUa-2kD4BRRF3sNumyGVuaMEiRQ1b16393BW8YI12bE0Wtgigs4CnwqCWdVg39cdeJJtbdu1-sAA3aMYBgnzJ/s1600/Henri+Matisse,+The+Dream.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbASmYPYULPfjoJmqh2qZdZDSrJVZUSVLCAuoJaeIKDZY3O6hKKvDhRBcBUa-2kD4BRRF3sNumyGVuaMEiRQ1b16393BW8YI12bE0Wtgigs4CnwqCWdVg39cdeJJtbdu1-sAA3aMYBgnzJ/s1600/Henri+Matisse,+The+Dream.jpg" height="640" width="512" /></a></div>
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<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Henri Matisse, Le Rêve</span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-58663977921284852452014-12-31T02:00:00.000+00:002015-01-08T21:50:27.758+00:00Les pas de l'eau<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /><br /><span style="color: #999999;">Je prête serment sur la vision<br />Et sur le commencement du verbe<br />Et sur l’envol du pigeon quittant l’esprit<br />Un vocable existe dans la cage.<br />Mes paroles ressemblaient à un coin de prairie ensoleillé.<br />Je me suis adonné à eux :<br /><br />Le soleil touche le seuil de votre demeure<br />Une fois la porte ouverte, il éclaire votre comportement.<br /><br />Je leur ai encore suggéré :<br />Que la pierre n’embellit pas la montagne<br />Aussi bien que le métal n’est pas une parure pour la pioche.<br />Sur la paume de la terre se trouve un bijou invisible<br /><br />Dont la clarté avait ébloui tous les prophètes.<br />Cherchez le bijou.<br />Laissez les moments paître dans le domaine de la prophétie.<br /><br />Et je leur ai donné la bonne nouvelle du bruit des pas du courrier.<br />De l’approchement du jour et de la coloration des choses<br />Au tintement de la rose, derrière la haie de mauvaises paroles.<br /><br />Je leur ai expliqué :</span></i></span><br />
<span style="color: #999999;"><span style="font-size: 11pt; line-height: 115%;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">«</span></span><i style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"> Le visage de celui qui découvre le jardin dans la mémoire du bois,</i></span><br />
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i>Se voile dans le souffle du bocage salé. »<br />Celui qui contracte l’amitié avec l’oiseau des airs<br />Dormira du sommeil le plus profond et le plus calme du monde.<br />Celui qui recueille la lumière sur le bout du doigt du temps</i></span><br />
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br />Dénouera avec son soupir le nœud attaché aux fenêtres.<br /><br />Nous demeurions sous un saule<br />J’ai détaché une feuille de la branche qui s’était pliée sur ma tête</i></span><br />
<span style="color: #999999;"><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: 15px; line-height: 16.8666667938232px;">«</span><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i> Ouvrez les yeux, dis-je, voulez-vous un signe plus signifiant que cela ? »<br />J’entendais leurs chuchotements :<br />C’est un mystère, un vrai mystère !<br /><br />Au sommet de chaque montagne, ils ont vu un prophète<br />Et ont porté sur les épaules, le nuage de dénigrement.<br />Nous avons envoyé le vent<br />Pour les découvrir par la tête.<br />Leurs demeures étaient pleines de chrysanthèmes,<br />Nous leur avons fermé les yeux.<br /><br />Nous leur avons empêché leurs maisons d’atteindre le bout de la branche de l’intelligence.<br />Nous leur avons fourni les poches d’habitudes.<br />Nous leur avons troublé le sommeil en le faisant parcourir, dans les miroirs.</i></span></span><br />
<div>
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><br /></i></span></div>
<span style="color: #999999;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br /></span>
<br />
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><i><b><span style="color: #999999;">***</span></b></i></span></div>
</div>
<span style="color: #999999;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
</span><br />
<div style="font-style: italic;">
<span style="color: #999999; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span style="color: #999999;">
<br /><i>Appelle-moi.</i><br /><i>Ta voix est bonne,</i><br /><i>Ta voix est la chlorophylle de cette plante étrange</i><br /><i>Qui pousse aux intimes confins de la mélancolie.</i><br /><br /><i>Face aux dimensions de cette ère silencieuse,</i><br /><i>Moi, je suis plus seul que la saveur d'une mélodie dans le champ de perceptions d'une ruelle.</i><br /><i>Viens, que je dise pour toi combien ma solitude est grande.</i><br /><i>Mais ma solitude ne prévoyait pas l'attaque nocturne de ton volume,</i><br /><i>Et le propre de l'amour c'est cela.</i><br /><br /><i>Il n'y a personne,</i><br /><i>Viens, dérobons la vie</i><br /><i>Et partageons-la entre deux rencontres.</i><br /><i>Viens, qu’ensemble nous comprenions quelque chose à l'état de la pierre.</i><br /><i>Viens, et plus vite nous apercevrons les choses.</i><br /><i>Vois les aiguilles du jet d'eau sur le cadran du bassin :</i><br /><i>Elles transforment le temps en poussière.</i><br /><i>Viens te dissoudre comme un mot dans la ligne de mon silence,</i><br /><i>Viens fondre au creux de ma main le corps luminescent de l'amour.</i><br /><br /><i>Réchauffe-moi</i><br /><i>(D'ailleurs un jour, dans la steppe de Kâchân, le temps se couvrit,</i><br /><i>Il tomba une forte pluie,</i><br /><i>Et j'eus froid ; alors, à l’abri d'une pierre,</i><br /><i>L'âtre du coquelicot me réchauffa.).</i><br /><br /><i>Dans ces venelles obscures,</i><br /><i>Moi, j'ai peur du fruit de la multiplication du doute et de l'allumette,</i><br /><i>J'ai peur des surfaces cimentées du siècle.</i><br /><i>Viens et je n'aurais plus peur de ces villes dont la terre noire sert de pâture aux grues.</i><br /><i>Ouvre-moi, porte donnant sur la chute des poires dans cette ère d'ascension de l'acier.</i><br /><i>Endors-moi sous une branche loin de la nuit des frictions du métal.</i><br /><i>Si l’orpailleur du gisement de matins arrive, appelle-moi !</i><br /><i>Et, au lever d’un lilas derrière tes doigts, je m'éveillerai.</i><br /><i>Alors</i><br /><i>Raconte ces bombes tandis que je dormais, et qui tombèrent.</i><br /><i>Raconte ces joues tandis que je dormais, et qui se mouillèrent.</i><br /><i>Dis combien d'oiseaux s'envolèrent de sur la mer,</i><br /><i>Et dans ce branle-bas des chenilles de tank passant sur un rêve d'enfant,</i><br /><i>Au pied de quelle sensation de repos le canari fixa le fil jaune de son chant.</i><br /><i>Dis quelle innocente marchandise pénétra dans les ports,</i><br /><i>Quelle science découvrit la musique positive de l'odeur de la poudre,</i><br /><i>Quelle perception de l'inconnue saveur du pain exsuda des papilles de la prophétie.</i><br /><br /><i>Alors moi, telle une foi chaude du feu de l'équateur,</i><br /><i>Je t'assiérai au commencement d'un jardin.</i></span><br /><i>.</i></span><br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><span style="color: #cc0000;">Sohrâb Sepehri</span>, La sourate de la vision | Au jardin des compagnons de voyage</b></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-7915419749645986592014-12-31T01:00:00.000+00:002014-12-31T12:45:17.732+00:00Lui<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiG-_GgL7tEbpJXl2bJytsiyegbhpjWWXbtEPYcUf9ycVSz-bJguvX4eNPDWPkcZnmCYKJ67_5gvn2LugMxyoUfifk3s4_0x4cbSx80QwADOGAFHkgsg_oVV9lFo3uw3a9TOcs3SNAhp5x0/s1600/Henri+Matisse,+Seated+Riffian.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiG-_GgL7tEbpJXl2bJytsiyegbhpjWWXbtEPYcUf9ycVSz-bJguvX4eNPDWPkcZnmCYKJ67_5gvn2LugMxyoUfifk3s4_0x4cbSx80QwADOGAFHkgsg_oVV9lFo3uw3a9TOcs3SNAhp5x0/s1600/Henri+Matisse,+Seated+Riffian.jpg" height="640" width="498" /></a></div>
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<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Henri Matisse, Le Rifain assis</span></b></div>
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<b><br /></b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-59738878460231197832014-12-30T01:00:00.000+00:002014-12-30T12:24:00.238+00:00Lo sagrado, lo poético<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Religión y poesía [1] tienden a realizar de una vez y para siempre esa posibilidad de ser que somos y que constituye nuestra manera propia de ser, ambas son tentativas por abrazar esa “otredad” que Machado llamaba la “esencial heterogeneidad del ser”. La experiencia poética como la religiosa, es un salto moral: un cambiar de naturaleza que es también un regresar a nuestra naturaleza original. Encubierto por la vida profana o prosaica, nuestro ser de pronto recuerda su perdida identidad; y entonces aparece, emerge, ese “otro” que somos. Poesía y religión son revelación. Pero la palabra poética se pasa de la autoridad divina. La imagen se sustenta en sí misma, sin que le sea necesario recurrir ni a la demostración racional ni a la instancia de un poder sobrenatural: es la revelación de sí mismo que el hombre se hace a sí mismo. La palabra religiosa, por el contrario, pretende revelarnos un misterio que es, por definición, ajeno a nosotros. Esta diversidad no deja de hacer más turbadoras las semejanzas entre religión y poesía. ¿Cómo, si parecen nacer de la misma fuente y obedecer a la misma dialéctica, se bifurcan hasta cristalizar en formas irreconciliables: por una parte, ritmos e imágenes; por la otra, teofanías y ritos? ¿La poesía es una suerte de excrescencia de la religión o una como oscura y borrosa prefiguración de lo sagrado? ¿La religión es poesía convertida en dogma? La descripción del capítulo anterior no nos da elementos suficientes para responder con certeza a estas preguntas.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Para Rodolfo Otto lo sagrado es una categoría a priori, compuesta de dos elementos: unos racionales y otras irracionales. Los elementos racionales están constituidos por las ideas “de absoluto, perfección, necesidad y entidad -y aun la del bien en cuanto valor objetivo y objetivamente obligatorio que no proceden de ninguna percepción sensible.... Estas ideas nos obligan a abandonar el terreno de la experiencia sensible y nos llevan a aquello que, independientemente de toda percepción, existe en la razón y constituye una disposición original del espíritu mismo” [2]. Confieso que no me parece tan evidente la existencia a priori de ideas como las de perfección, necesidad o bien. Tampoco veo cómo pueden constituir una disposición original de nuestra razón. Es verdad que podría afirmarse que semejantes ideas son algo así como aspiraciones constitutivas de la conciencia. Más cada vez que cristalizan en un juicio ético, niegan otros juicios éticos que también pretenden encarnar, con el mismo rigor y absolutismo, esa aspiración al bien. Cada juicio ético niega a los otros y, en cierto modo, a esa idea a priori en que fundan y en la que él mismo se sustenta. Pero no es necesario detenerse en esta cuestión, que rebasa los límites de este ensayo (para no hablar de los más estrechos aún de mi competencia). Pues aun si efectivamente esas ideas constituyen un dominio anterior a la percepción, o a las interpretaciones de la percepción, ¿cómo podemos saber si realmente son un elemento originario de la categoría de lo sagrado? Ni en la experiencia de lo sobrenatural se encuentra un trazo de su presencia, ni tampoco aparece su huella en muchas concepciones religiosas. La idea de perfección, concebida como una a priori racional, debería reflejarse automáticamente en la noción de divinidad. Los hechos parecen desmentir esta presunción. La religión azteca nos muestra un dios que cede y peca: Quetzalcóatl; la religión griega y otras creencias pueden darnos ejemplos parecidos. Asimismo, las ideas de bien y de necesidad exigen la noción complementaria de omnipotencia. La misma religión azteca nos ofrece una desconcertante interpretación del sacrificio: los dioses mueven el mundo, pero la sangre mueve a los dioses. No es útil multiplicar los ejemplos, ya que el mismo Otto cuida de fijar un límite a su afirmación: “Los predicados racionales no agotan la esencia de lo divino... son predicados esenciales más sintéticos. No se comprenderá exactamente lo que son si no se les considera como atributos de un objeto que en cierto modo les sirve de apoyo y que para ellos mismos es inaccesible”.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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La experiencia de lo sagrado es una experiencia revulsiva. O más exactamente: repulsiva. Es un echar afuera lo interior y secreto, un mostrar las entrañas. Lo demoníaco, nos dicen todos los mitos, brota del centro de la tierra. Es una revelación de lo escondido. Al mismo tiempo, toda aparición implica una ruptura del tiempo o del espacio: la tierra se abre, el tiempo se escinde; por la herida o abertura vemos “el otro lado” del ser. El vértigo brota de este abrirse del mundo en dos y enseñarnos que la creación se sustenta en un abismo. Más apenas el hombre intenta sistematizar su experiencia y hace del horror original un concepto, tiende a introducir una suerte de jerarquía en sus visiones. No es aventurado ver en esta operación el origen del dualismo y, por tanto, de los llamados elementos racionales. Ciertos componentes de la experiencia se convierten en atributos de la manifestación nocturna o siniestra del dios (el aspecto destructor de Shiva, la cólera de Jehová, la embriaguez de Quetzalcóatl, la vertiente norte de Tezcatlipoca, etc.). Otros elementos se transforman en expresiones de su forma luminosa, aspecto solar o salvador,. En otras religiones el dualismo se hace más radical y el dios de dos caras o manifestaciones cede el sitio a divinidades autónomas, al príncipe de la luz y al de las tinieblas. En suma, a través de una purga o purificación los elementos atroces de la experiencia se desprenden de la figura del dios y preparan el advenimiento de la ética religiosa. Pero cualquiera que sea el valor moral de los preceptos religioso, es indudable que no constituyen el fondo último de lo sagrado y que no proceden, tampoco, de una intuición ética pura. Son el resultado de una racionalización o purificación de la experiencia original, que se da en capas más profundas del ser. </div>
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Otto funda así la anterioridad y originalidad de los elementos irracionales: “Las ideas de numinoso y sus sentimientos correlativos son, como las racionales, a los que se aplican con exactitud perfecta los signos que Kant señala como inherentes al concepto y al sentimiento puros”. Esto es, ideas y sentimientos anteriores a la experiencia, aunque sólo se den en ella y sólo por ella podamos aprehenderlos. Al lado de la razón teórica y la razón práctica, Otto postula la existencia de un tercer dominio “que constituye algo más elevado o, si se quiere, más profundo”. Este tercer dominio es lo divino, lo santo o lo sagrado y en él se apoyan todas las concepciones religiosas. Así pues, lo sagrado no es sino la expresión de una disposición divinizante, innata en el hombre. Estamos, pues, en presencia de una suerte de “instinto religioso”, que tiende a tener conciencia de sí y de sus objetos “gracias al desarrollo del oscuro contenido de esa idea a priori de la que él mismo ha surgido”. El contenido de las representaciones de esa disposición original es irracional, como el a priori mismo en que se asienta, porque no puede ser reducido a razones ni a conceptos: “La religión es una tierra incógnita para la razón”. El objeto numinoso es lo radicalmente extraño a nosotros, precisamente por inasible para la razón humana. Cuando queremos expresarlo no tenemos más remedio que acudir a imágenes y paradojas. El Nirvana del budismo y la Nada del místico cristiano son nociones negativas y positivas al mismo tiempo, verdaderos “ideogramas numinosos de lo Otro”. La antinomia “que es la forma más aguda de la paradoja”, constituye así el elemento natural de la teología mística, lo mismo para los cristianos que para los árabes, los hindúes y los budistas. </div>
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La concepción de Otto recuerda la sentencia de Novalis: “Cuando el corazón se siente a sí mismo y, desasido de todo objeto particular y real, deviene su propio objeto ideal, entonces nace la religión”. La experiencia de lo sagrado no es tanto la revelación de un objeto exterior a nosotros –dios, demonio, presencia ajena- como un abrir nuestro corazón o nuestras entrañas para que brote ese “Otro” escondido. La revelación, en el sentido de un don o gracia que viene del exterior, se transforma en un abrirse del hombre a sí mismo. Lo menos que se puede decir de esta idea es que la noción de trascendencia –fundamento de la religión- sufre un grave quebranto. El hombre no está “suspendido de la mano de Dios”, sino que Dios yace oculto en el corazón del hombre. El objeto numinoso es siempre interior y se da como la otra cara, la positiva, del vacío con que se inicia toda experiencia mística. ¿Cómo conciliar este emerger de Dios en el hombre con la idea de una Presencia absolutamente extraña a nosotros? ¿Cómo aceptar que vemos a Dios gracias a una disposición divinizante sin al mismo tiempo minar su existencia misma, haciéndola depender de la subjetividad humana?. </div>
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Por otra parte, ¿cómo distinguir la disposición religiosa o divinizante de otras “disposiciones”, entre las cuales se encuentra, precisamente, la de poetizar? Porque podemos alterar la frase de Novalis y decir, con el mismo derecho y sin escándalo para nadie: “Cuando el corazón se siente a sí mismo... entonces nace la poesía”. El mismo Otto reconoce que “la noción de lo sublime se asocia estrechamente a la de numinoso” y que sucede lo mismo con el sentimiento poético y el musical. Sólo que, dice, la aparición del sentimiento de lo sublime es posterior a la de lo numinoso. Así, lo distintivo de lo sagrado sería su antigüedad. </div>
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La anterioridad de lo sagrado no puede ser de orden histórico. No sabemos, ni lo sabremos nunca, qué fue lo primero que sintió o pensó el hombre en el momento de aparecer sobre la tierra. La antigüedad que reclama Otto debe entenderse de otra manera:. lo sagrado es el sentimiento original, del que se desprenden lo sublime y lo poético. Nada más difícil de probar. En toda experiencia de lo sagrado se da un elemento que no es temerario llamar “sublime”, en el sentido kantiano de la palabra. Y a la inversa: en lo sublime hay siempre un temblor, un malestar, un pasmo y ahogo, que delatan la presencia de lo desconocido e inconmensurable, rasgos del horror divino. Otro tanto puede decirse del amor: la sexualidad se manifiesta en la experiencia de lo sagrado con terrible potencia; y éste en la vida erótica: todo amor es una revelación, un sacudimiento que hace temblar los cimientos del yo y nos lleva a proferir palabras que no son muy distintas de las que emplea el místico. En la creación poética pasa algo parecido: ausencia y presencia, silencio y palabra, vacío y plenitud son estados poéticos tanto como religiosos y amorosos. Y en todos ellos los elementos racionales se dan al mismo tiempo que los irracionales, sin que sea posible separarlos sino tras una purificación o interpretación posterior. Todo esto nos lleva a presumir que es imposible afirmar que lo sagrado constituye una categoría a priori, irreductible y original, de la que proceden las otras. Cada vez que intentamos asirla nos encontramos con que lo que parecía distinguirla está presente también en otras experiencias. El hombre es un ser que se asombra; al asombrarse, poetiza, ama, diviniza. En el amor hay asombro, poetización, divinización y fetichismo. El poetizar brota también del asombro y el poeta diviniza como el místico y ama como el enamorado. Ninguna de estas experiencias es pura; en todas ellas aparecen los mismos elementos, sin que pueda decirse que uno es anterior a los otros. </div>
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El sentido, y no la composición de los elementos que las forman, podría distinguir cada una de estas experiencias. La coloración especial que distingue las palabras del místico de las del poeta es el objeto a que están referidas. Un texto de San Juan adquiere tonalidad religiosa porque el objeto numinoso las baña en una luz particular. Así, lo realmente privativo de cada experiencia sería su objeto. Pero aquí la dificultad empieza a mostrarse como realmente insuperable. Nos movemos en un círculo. Pues los objetos externos sólo pueden “excitar o despertar la disposición divinizante”. No son ellos, sino esa elusiva disposición, la que los inscribe dentro de lo sagrado. Mas esa disposición no es pura, según se ha visto. En suma: nada nos permite aislar la categoría de lo sagrado de otras análogas, excepto su objeto o referencia; pero el objeto no se da fuera, sino dentro, en la experiencia misma. Todos los caminos de acceso se cierran. No queda más remedio que abandonar ideas y categorías a priori y asir lo sagrado en el momento de su nacimiento en el hombre. </div>
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El horror sagrado brota de la extrañeza radical el asombro produce una suerte de disminución del yo. El hombre se siente pequeño, perdido en la inmensidad, apenas se ve solo. La sensación de pequeñez puede llegar a la afirmación de la miseria: el hombre no es sino “polvo y ceniza”. Schleiermacher llama a este estado “sentimiento de dependencia”. Una diferencia cualitativa separa esta “dependencia” de las otras. Nuestra dependencia de un superior o de una circunstancia cualquiera es relativa y cesa apenas desaparece su agente; nuestra dependencia de Dios es absoluta y permanente: nace con nuestro mismo nacimiento y no termina nunca, ni siquiera después de la muerte. Esta dependencia es algo “original y fundamental del espíritu, algo que no es definible sino por sí mismo”. Lo sagrado se obtiene así por inferencia: del sentimiento de mí mismo, del sentirme dependiente de algo, brota la noción de la divinidad. Otto hace suya la idea del filósofo romántico, pero le reprocha su racionalismo. En efecto, para Schleiermacher lo sagrado o numinoso no constituye realmente una idea anterior a todas las ideas, sino que es una consecuencia de este sentirnos a nosotros mismos como dependencia de algo desconocido, siempre presente y nunca visible del todo, se llama Dios. Para evitar todo equívoco, Otto llama al sentimiento original “estado de criatura”. El centro de gravedad cambia. Lo realmente característico reside en el hecho “de no ser más que criaturas”. Con lo cual no quiere decir que nuestro sentimiento original arranca de la oscura conciencia de nuestra finitud y pequeñez, sino que nos sentimos criaturas porque nos encontramos ante la faz, de un creador. La aprehensión inmediata del creador constituye así el elemento primero y distintivo del sentimiento original. A la inversa de Schleiermacher, para Otto el estado de criatura es una consecuencia de este súbito enfrentarse al creador. Nos sentimos poca cosa o nada porque estamos ante el todo. Somos criaturas y tenemos conciencia de nosotros mismos porque hemos vislumbrado al creador. </div>
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Es difícil aceptar esta interpretación. Todos los textos místicos y religiosos más bien parecen afirmar lo contrario: los estados negativos preceden a los positivos, el estado de criatura es anterior a la noción o visión de un creador. Al nacer, el niño no se siente hijo, ni tiene noción alguna de paternidad o de maternidad. Se siente desarraigado, echado en un mundo extraño y nada más. Estrictamente hablando, el sentimiento de orfandad es anterior a la noción de maternidad o de paternidad. Así, Otto no hace sino reproducir -sólo que en sentido inverso- la operación que critica a Schleiermacher. El primero hace surgir la idea de Dios del sentimiento de dependencia; el segundo, hace de lo numinoso la fuente del estado de criatura. En ambos casos se trata de una interpretación de una situación dada. ¿Y cuál es esa situación?. Aquí Otto da en el blanco justo. Porque precisamente se trata de la situación original y determinante del hombre: el haber nacido. El hombre ha sido arrojado, echado al mundo. Y a lo largo de nuestra existencia se repite la situación del recién nacido: cada minuto nos echa al mundo; cada minuto nos engendra desnudos y sin amparo; lo desconocido y ajeno nos rodea por todas partes. Despojado de su interpretación teológica, el estado de criatura de Otto no es sino lo que llama Heidegger “el abrupto sentimiento de estar (o encontrarse) ahí”. Y como dice Waelhens en su comentario a El ser y el tiempo: “El sentimiento de la situación original expresa afectivamente nuestra condición fundamental” [3]. La categoría de lo sagrado no es una revelación afectiva de esa condición fundamental –el ser criaturas, el haber nacido y el nacernos a cada instante – sino que es una interpretación de esa condición. El hecho radical de “estar ahí”, de encontrarnos siempre lanzados a lo extraño, finitos e indefensos, se convierte en un haber sido creados por una voluntad todopoderosa a cuyo seno hemos de volver. </div>
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De acuerdo con el análisis de Heidegger, la angustia y el miedo son las dos vías, enemigas y paralelas, que nos abren y cierran, respectivamente, el acceso a nuestra condición original. Gracias a la experiencia de lo sagrado –que parte del vértigo ante su propia oquedad- el hombre logra asirse como lo que es: contingencia y finitud. Más esta revelación fulgurante queda encubierta un segundo después por la interpretación de nuestra condición conforme a elementos exteriores a ella misma: un creador, una divinidad. En efecto, “muchos autores han discernido muy bien la nada que se descubre en la angustia. Pero inmediatamente han desviado el sentido de esta revelación, denunciando la nadería del pecador ante Dios. Por gracia de la Redención y del perdón que otorga a nuestras faltas, parece que nuestra miseria se borra; y la recobrada perspectiva de una salvación eterna restaura el valor de nuestra existencia y nos permite superar la nada un instante entrevista. Una vez más se disfraza la verdadera significación de la angustia, según ocurre en San Agustín, Lutero y el mismo Kierkegaard” [4]. Nosotros podemos añadir otros nombres: Miguel de Unamuno y, sobre todo, Quevedo (en sus poemas Lágrimas de un penitente y Heráclito cristiano, hasta ahora ignorados por nuestra crítica). Puede concluirse que la experiencia de lo sagrado es una revelación de nuestra condición original, pero que asimismo es una interpretación que tiende a ocultarnos el sentido de esa revelación. Reacción ante el hecho fundamental que nos define como hombres: el ser mortales y el saberlo y sentirlo, la religión es una respuesta a esa condena a vivir su mortalidad que es todo hombre. Pero es una respuesta que nos encubre eso mismo que, en su primer movimiento, nos revela. Y esto se ve con mayor claridad apenas se examinan las nociones de pecado y expiación. </div>
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Por oposición a nuestra miseria original, lo divino concentra en su forma numinosa la plenitud del ser. Lo numinoso es “lo augusto”, noción que trasciende las ideas de bien y moralidad. “Lo augusto mueve el respeto”, exige la veneración, reclama la obediencia. “Independientemente de toda sistematización moral, la religión es obligación íntima que se impone a la conciencia y que liga....” [5]. Las nociones de pecado, propiación y expiación brotan de este sentimiento de obediencia que inspira lo augusto a la criatura. Es inútil buscar en la idea de pecado un eco de una falta concreta o cualquier otra resonancia ética. Del mismo modo que sentimos la orfandad antes de tener conciencia de nuestra filiación, el pecado es anterior a nuestras faltas y crímenes. Anterior a la moral. “En el terreno propiamente moral no aparecen ni la necesidad de redención, ni las ideas de propiación y expiación”. Estas ideas, concluye Otto, “son auténticas y necesarias en el terreno de la mística, pero apócrifas en el de la ética”. La necesidad de expiar, como la no menos imperiosa de ser redimidos, brotan de una falta, no en el sentido moral de la palabra, sino en su acepción literal. Estamos en falta, porque en efecto algo nos falta: somos poco o nada frente al ser que es todo. Nuestra falta no es moral: es insuficiencia original. El pecado es poco ser. </div>
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Para ser, el hombre debe propiciar a la divinidad, esto es, apropiarse de ella: mediante la consagración, el hombre accede a lo sagrado, al pleno ser. Tal es el sentido de los sacramentos, en especial el de la comunión. Y éste es también el objeto último del sacrificio: una propiación que culmina en una consagración. Pero no basta el sacrificio de otros. El hombre es “indigno de acercarse a lo sagrado”, en virtud de su falta original. La redención –el Dios que a través del sacrificio nos devuelve la posibilidad de ser- y la expiación –el sacrificio que nos purifica- nacen de este sentimiento de indignidad original. La religión afirma así que culpabilidad y mortalidad son términos equivalentes. Somos culpables porque somos mortales. Ahora bien, la culpa exige la expiación; la muerte, la eternidad. Culpa y expiación, muerte y vida eterna forman parejas que se completan, en especial para las religiones cristianas. Las orientales, al menos en sus formas más altas, no nos prometen esa salvación con todo y zapatos que tanto conmovía a Unamuno y que constituye uno de los aspectos más inquietantes y enfermizos de su carácter. </div>
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En sentido estricto nada permite inferir que “falta” y “poco ser” sean lo mismo que pecado original: el análisis del “ser deudor no prueba nada ni en pro ni en contra de la posibilidad de pecado” [6]. La teología católica difiere en esto de la protestante. Para San Agustín la naturaleza humana –y, en general, el mundo natural- no es malo en sí, de modo que no identifica el “poco ser” del hombre con la culpa. Frente a Dios, que es el ser perfecto, todos los seres –sin excluir a los ángeles y a los hombres- son defectuosos. Su “defecto” reside precisamente en no ser Dios, esto es, en ser contingentes. La contingencia se da en los ángeles y en los hombres como libertad: el moverse, el poder ascender hacia el Ser o caer hasta la Nada, implica libertad. La contingencia, por una parte, engendra la libertad; por la otra, la libertad es una posibilidad de redimir o atenuar esa contingencia o “defecto” original. Así, el hombre es perpetua posibilidad de caída o salvación. San Agustín concibe el hombre como posibilidad, idea que el teatro español desarrolla con el brillo que sabemos y que me parece válida aún si no se acepta el punto de vista católico. Así, el pecado original no es el equivalente del “poco ser” sino de una falta concreta: el preferirse el hombre a sí mismo y dar la espalda a Dios. Pero vivimos en un mundo caído, en el cual el hombre por sí solo no puede escoger. La gracia –incluso cuando se manifiesta, según sostuvo Sor Juana en una célebre carta, como “favor negativo”- es indispensable para la salvación. La libertad del hombre, por tanto, queda supeditada a la gracia; su “poco ser” es realmente poco, escaso, insuficiente. Con esto no se quiere decir que la gracia substituye a la libertad, sino que la restablece: “Con la gracia no tenemos nuestro libre arbitrio más el poder de la gracia, sino que nuestro libre arbitrio, por la gracia, recobra su poder y su libertad” [7]. El pensamiento católico es más rico, libre y coherente que el protestante; pero, a mi juicio, no logra deshacer del todo esta conexión causal que se establece entre el “poco ser” del hombre y del pecado: ¿cómo la libertad, antes de la caída, pudo escoger el mal?; ¿qué libertad es ésta que se niega a sí misma y no elige el ser sino la nada?. </div>
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Al enfrentar el “poco ser” del hombre con el pleno ser de Dios, la religión postula una vida eterna. Nos redime así de la muerte, pero hace de la vida terrestre una larga pena y una expiación de la falta original. Al matar a la muerte, la religión desvive a la vida. La eternidad deshabita al instante. Porque vida y muerte son inseparables. La muerte está presente en la vida: vivimos muriendo. Y cada minuto que morimos, lo vivimos. Al quitarnos el morir, la religión nos quita la vida. En nombre de la vida eterna, la religión afirma la muerte de esta vida. </div>
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Como la religión, la poesía parte de la situación humana original –el estar ahí, el sabernos arrojados en ese ahí que es el mundo hostil o indiferente- y del hecho que la hace precaria entre todos: su finitud. Por una vía que, a su manera, es también negativa, el poeta llega al borde del lenguaje. Y ese borde se llama silencio, página en blanco. Un silencio que es como un lago, una superficie lisa y compacta. Dentro, sumergidas, aguardan las palabras. Y hay que descender, ir al fondo, callar, esperar. La esterilidad precede a la inspiración, como el vacío a la plenitud. La palabra poética brota tras eras de sequía. Mas cualquiera que sea su contenido expreso, su concreta significación, la palabra poética afirma la vida de esta vida. Quiero decir: el acto poético, el poetizar, el decir del poeta –independientemente del contenido particular de ese decir- es un acto que no constituye, originalmente al menos, una interpretación, sino una revelación de nuestra condición. Hable de esto o de aquello, de Aquiles o de la rosa, del morir o del nacer, del rayo o de la ola, del pecado o de la inocencia, la palabra poética es ritmo, temporalidad manándose y reengendrándose sin cesar. Y siendo ritmo es imagen que abraza los contrarios, vida y muerte en un solo decir. Como el existir mismo, como la vida que aún en sus momentos de mayor exaltación lleva en sí la imagen de la muerte, el decir poético, chorro de tiempo, es afirmación simultánea de la muerte y la vida. </div>
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La poesía no es un juicio ni una interpretación de la existencia humana. El surtidor del ritmo-imagen expresa simplemente lo que somos; es una revelación de nuestra condición original, cualquiera que sea el sentido inmediato y concreto de las palabras del poema. Sin perjuicio de volver sobre este problema, vale la pena repetir que unos son los significados del poema y otro el sentido del poetizar: aquí nos ocupa la significación del acto poético –el crear poemas del poeta y el recrearlos del lector- y no lo que dice este o aquel poema. Ahora bien, ¿cómo el poetizar no puede ser un juicio sobre nuestra falta o defecto original, si se ha convenido precisamente en que la poesía es una revelación de nuestra condición fundamental?. Esta condición es esencialmente defectuosa, pues consiste en la contingencia y la finitud. Nos asombramos ante el mundo, porque se nos presenta como lo extraño, lo “inhospitalario”; la indiferencia del mundo ante nosotros proviene de que su totalidad no tiene más sentido que el que le otorga nuestra posibilidad de ser; y esta posibilidad es un hombre entra en la vida es ya bastante viejo para morir a muerte, pues “tan pronto como un hombre entra en la vida es ya bastante viejo para morir” [8]. Desde el nacer, nuestro vivir es un permanente estar en lo extraño e inhospitalario, un radical malestar. Estamos mal porque nos proyectamos en la nada, en el no ser. Nuestra falta o deuda es original: no procede de un hecho posterior a nuestro nacimiento y constituye nuestra manera propia de ser: la falta es nuestra condición original porque originariamente somos carencia de ser. Y aquí Heidegger parece coincidir con Otto: “No ser más que criaturas” equivale a decir que nuestro ser se reduce a un “actual, permanente poder no ser, o morir” [9]. Cierto, se prescinde de la noción de Dios y se deja así la falta sin referencia y la deuda sin redención. Pero se afirma que, desde el nacer, estamos en deuda o falta. Deuda impagable, mancha imborrable. Calderón y el budismo tienen razón: nuestro mayor delito es nacer, ya que todo nacer contiene en sí al morir. El análisis de Heidegger, que nos había servido para desvelar la función de la interpretación religiosa, al fin de cuentas parece desmentirnos. Si el poetizar realmente descubre nuestra condición original y permanente, afirma la falta. </div>
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No deja de ser revelador que a lo largo de El ser y el tiempo –y más acusadamente en otros trabajos, en especial en ¿Qué es metafísica?- el mismo Heidegger se esfuerce por mostrar que este “no ser”, esta negatividad en que culmina nuestro ser, no constituye una deficiencia. El hombre no es un ser incompleto o al que le falta algo. Pues ya se ha visto que ese algo que podría faltarle sería la muerte. Ahora bien, la muerte no está fuera del hombre, no es un hecho extraño que le venga del exterior. Si se considera la muerte como un hecho que no forma parte de nosotros mismos, la actitud estoica es la única posible: mientras estamos vivos, la muerte no existe para nosotros; apenas entra en nosotros, nosotros dejamos de existir: ¿por qué temerla entonces y hacerla el centro de nuestro pensar? Pero la muerte es inseparable de nosotros. No está fuera: es nosotros. Vivir es morir. Y precisamente porque la muerte no es algo exterior, sino que está incluida en la vida, de modo que todo vivir es asimismo morir, no es algo negativo. La muerte no es una falta de la vida humana; la completa. Vivir es ir hacia adelante, avanzar hacia lo extraño y este avanzar es ir al encuentro de nosotros mismos. Por tanto, vivir es un dar la cara a la muerte. Nada más afirmativo que este dar la cara, este continuo salir de nosotros mismos al encuentro de lo extraño. La muerte es el vacío, el espacio abierto, que permite el paso hacia delante. El vivir consiste en haber sido arrojados al morir, más ese morir sólo se cumple en y por el vivir. Si el nacer implica morir, también el morir adquiere una tonalidad positiva porque al nacer lo determina. Se dice que estamos rodeados de muerte; ¿no puede decirse, asimismo, que estamos rodeados de vida?. </div>
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Vida y muerte, ser o nada, no constituyen substancias o cosas separadas. Negación y afirmación, falta y plenitud, coexisten en nosotros. Son nosotros. El ser implica no ser; y a la inversa. Esto es, sin duda, lo que ha querido decir Heidegger al afirmar que el ser emerge o brota de la experiencia de la nada. En efecto, apenas el hombre se contempla, advierte que está sumergido en una totalidad de cosas y objetos sin significación; y él mismo se ve como un objeto más, todos cayendo sobre sí mismos, todos a la deriva. La ausencia de significación procede de que el hombre, siendo el que da sentido a las cosas y al mundo, de pronto se da cuenta de que no tiene otro sentido que morir. La experiencia de la caída en el caos es indecible: nada podemos decir sobre nosotros, nada sobre el mundo, porque nada somos. Mas si nombramos la nada –como efectivamente lo hacemos- ésta se iluminará con la luz del ser. Pues del mismo modo: vivir frente a la muerte, es insertarla en la vida. Porque el ser es la condición previa de la nada, porque la muerte nace de la vida, podemos nombrarla y así reintegrarlas. Podemos acercarnos a la nada por el ser. Y al ser, por la nada. Somos el “fundamento de una negatividad”, pero también la trascendencia de esa negatividad. Lo negativo y lo positivo se entrecruzan y forman un solo núcleo indisoluble. La frase “porque somos posibilidad de ser, somos posibilidad de no ser” puede invertirse sin perder su verdad. </div>
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La angustia no es la única vía que conduce al encuentro de nosotros mismos. Baudelaire se ha referido a las revelaciones del aburrimiento: el universo fluye, a la deriva, como un mar gris y sucio, mientras la conciencia varada no refleja sino el golpe monótono del oleaje. “No pasa nada”, dice el aburrido y, en efecto, la nada es lo único que brilla sobre el mar muerto de la conciencia. La soledad en compañía –situación muy frecuente en el mundo contemporáneo- puede ser también propicia a esta clase de revelaciones. Al principio, el hombre se siente separado de la multitud. Mientras la ve gesticular y desempeñarse en acciones insensatas y maquinales, él se refugia en su conciencia. Pero la conciencia se abre y le muestra un abismo. También él se desempeña, en todos estos estados hay una suerte de marea rítmica: la revelación de la nadería del hombre se transforma en la de su ser. Morir, vivir: viviendo morimos, morimos viviendo. </div>
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La experiencia amorosa nos da de una manera fulgurante la posibilidad de entrever, así sea por un instante, la indisoluble unidad de los contrarios. Esa unidad es el ser. Heidegger mismo ha señalado que la alegría ante la presencia del ser amado es una de las vías de acceso a la revelación de nosotros mismos. Aunque nunca ha desarrollado su afirmación, es notable que el filósofo alemán confirme lo que todos sabemos con saber oscuro y previo: el amor, la alegría del amor, es una revelación del ser. Como todo movimiento del hombre, el amor es un “ir al encuentro”. En la espera todo nuestro ser se inclina hacia delante. Es un anhelar, un tenderse hacia algo que aún no está presente y que es una posibilidad que puede no producirse: la aparición de la mujer. La espera nos tiene en vilo, es decir, suspendidos, fuera de nosotros. Hace un minuto que estábamos instalados en nuestro mundo y nos movíamos con tal naturalidad y facilidad entre cosas y seres que no advertíamos su distancia. Ahora, a medida que crecen la impaciencia y el anhelar, el paisaje se aleja, el muro y las cosas de enfrente se retiran y repliegan sobre sí mismas, el reloj marcha más despacio. Todo se ha puesto a vivir una vida, aparte, impenetrable. El mundo se hace ajeno. Ya estamos solos. La espera misma se vuelve desesperación, porque la esperanza de la presencia se ha trocado en certidumbre de soledad. No vendrá. No habrá nadie. No hay nadie. Yo mismo no soy nadie. La nada se abre a nuestros pies. Y en ese instante sobreviene lo inesperado, lo que ya no esperábamos. El goce ante la irrupción de la presencia amada se expresa como una suspensión del ánimo: nos falta suelo, nos faltan palabras, la alegría nos corta la respiración. Todo se queda inmóvil, a mitad del salto en el vacío. El mundo impenetrable, ininteligible e innombrable, cayendo pesadamente sobre sí mismo, de pronto se levanta, se yergue, vuela al encuentro de la presencia. Está imantado por unos ojos, suspendido en un misterioso equilibrio. Todo había perdido sentido y nosotros estábamos al borde del precipicio de la existencia bruta. Ahora todo se ilumina y cobra significación La presencia rescata al ser. O mejor dicho, lo arranca del caos en que se hundía, lo recrea. Nace el ser de la nada. Pero basta con que no me mires para que todo caiga de nuevo y yo mismo me hunda en el caos. Tensión, marcha sobre el abismo, marcha sobre el filo de una espada. Tú estás aquí, frente a mí, cifra del mundo, cifra de mí mismo, cifra del ser. </div>
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Como un agua profunda brotando, como el mar cubriendo la playa, las presencias vuelven a la superficie. Todo se puede ver, tocar, palpar. Ser y apariencia son uno y lo mismo. Nada está escondido, todo está presente, radiante, henchido de sí mismo. Marea del ser. Y llevado por la ola de ser, me acerco, toco tus pechos, rozo tu piel, me adentro por tus ojos. El mundo desaparece. Ya no hay nada ni nadie: las cosas y sus nombres y sus números y sus signos caen a nuestros pies. Ya estamos desnudos de palabras. Hemos olvidado nuestros nombres y nuestros pronombres se confunden y enlazan: yo es tú, tú es yo. Ascendemos, disparados hacia arriba. Caemos, asidos a nosotros mismos, mientras fluyen y se pierden los nombres y las formas. Río abajo, río arriba, tu rostro huye. La presencia pierde pie, anegada en sí misma. Pierde cuerpo el cuerpo. El ser se precipita en la nada. El ser es la nada. La nada es el ser. Abro los ojos: un cuerpo ajeno. El ser ha vuelto a ocultarse y me rodeaban las apariencias. En ese instante puede brotar la pregunta, el sadismo, la tortura por saber qué hay detrás de esa presencia irremediablemente ajena. Esa pregunta encierra toda la desesperación amorosa. Porque detrás de esa presencia no hay nada. Y, al mismo tiempo, de la nada de esa presencia, el ser se levanta. </div>
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El amor desemboca en la muerte, pero de esa muerte salimos al nacer. Es un morir y un nacer. “La mujer –dice Machado- es el anverso del ser”. Pura presencia, en ella aflora y se hace presente el ser. Y en ella se hunde y oculta. Así, el amor es simultánea revelación del ser y de la nada. No una revelación pasiva, algo que se hace y deshace ante nuestros ojos, como una representación teatral, sino algo en lo que nosotros participamos, algo que nosotros nos hacemos: el amor es creación del ser. Y ese ser es el nuestro. Nosotros mismos nos aniquilamos al crearnos y nos creamos al aniquilarnos. </div>
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Nuestra actitud ante el mundo natural posee una dialéctica análoga. Frente al mar o ante una montaña, perdidos entre los árboles de un bosque o a la entrada de una valle que se tiende a nuestros pies, nuestra primera sensación es la de extrañeza o separación. Nos sentimos distintos. El mundo natural se presenta como algo ajeno, dueño de una existencia propia. Este alejamiento se transforma pronto en hostilidad. Cada rama del árbol habla un lenguaje que no entendemos; en cada espesura nos espía un par de ojos; criaturas desconocidas nos amenazan o se burlan de nosotros. También puede ocurrir lo contrario: la naturaleza se repliega sobre sí misma y el mar se enrolla y se desenrolla frente a nosotros, indiferente; las rocas se vuelven aún más compactas e impenetrables; el desierto más vacío e insondable. No somos nada existencia cerrada sobre sí misma. Y de este sentirnos nada pasamos, si la contemplación se prolonga y el pánico no nos embarga, al estado opuesto: el ritmo del mar se acompasa al de nuestra sangre; el silencio de las piedras es nuestro propio silencio; andar entre las arenas es caminar por la extensión de nuestra conciencia, ilimitada como ellas; los ruidos del bosque nos aluden. Todos formamos parte de todo. El ser emerge de la nada. Un mismo ritmo nos mueve, un mismo silencio nos rodea. Los objetos mismos se animan y como dice hermosamente el poeta japonés Buson: </div>
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<i>Ante los crisantemos blancos </i></div>
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<i>las tijeras vacilan </i></div>
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<i>un instante.</i> </div>
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Este instante revela la unidad del ser. Todo está quieto y todo en movimiento. La muerte no es algo aparte: es, de manera indecible, la vida. La revelación de nuestra nadería nos lleva a la creación del ser. Lanzado a la nada, el hombre se crea frente a ella. </div>
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La experiencia poética es una revelación de nuestra condición original. Y esa revelación se resuelve siempre en una creación: la de nosotros mismos. La revelación no descubre algo externo, que estaba ahí, ajeno, sino que el acto de descubrir entraña la creación de lo que va a ser descubierto: nuestro propio ser. Y en este sentido sí puede decirse, sin temor a incurrir en contradicción, que el poeta crea al ser. Porque el ser no es algo dado, sobre lo cual se apoya nuestro existir, sino algo que se hace. En nada puede apoyarse el ser, porque la nada es su fundamento. Así, no le queda más recurso que asirse a sí mismo, crearse a cada instante. Nuestro ser consiste sólo en una posibilidad de ser. Al ser no le queda sino serse. Su falta original –ser fundamento de una negatividad- lo obliga a crearse su abundancia o plenitud. El hombre es carencia de ser, pero también conquista del ser. El hombre está lanzado a nombrar y crear el ser. Esa es su condición: poder ser. Y en esto consiste el poder de su condición. En suma, nuestra condición original no es sólo carencia ni tampoco abundancia, sino posibilidad. La libertad del hombre se funda y radica en no ser más que posibilidad. Realizar esa posibilidad es ser, crearse a sí mismo. El poeta revela al hombre creándolo. Entre nacer y morir hay nuestro existir, a lo largo del cual entrevemos que nuestra condición original, si es un desamparo y un abandono, también es la posibilidad de una conquista: la de nuestro propio ser. Todos los hombres, por gracia de nuestro nacimiento, podemos acceder a esa visión y trascender así nuestra condición. Porque nuestra condición exige ser trascendida y sólo vivimos trascendiéndonos. El acto poético muestra que ser mortales no es sino una de las caras de nuestra condición. La otra es: ser vivientes. El nacer contiene al morir. Pero el nacer cesa de ser sinónimo de carencia y condena apenas dejamos de percibir como contrarios la muerte y la vida. Tal es el sentido último de todo poetizar. </div>
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Entre nacer y morir la poesía nos abre una posibilidad, que no es la vida eterna de las religiones ni la muerte eterna de las filosofías, sino un vivir que implica y contiene al morir, un ser esto que es también un ser aquello. La antinomia poética, la imagen, no nos encubre nuestra condición: la descubre y nos invita a realizarla plenamente. La posibilidad de ser se da todos los hombres. La creación poética es una de las formas de esa posibilidad. La poesía afirma que la vida humana no se reduce al “prepararse a morir” de Montaigne, ni el hombre al “ser para la muerte” del análisis existencial. La existencia humana encierra una posibilidad de trascender nuestra condición: vida y muerte, reconciliación de los contrarios. Nietzsche decía que los griegos inventaron la tragedia por un exceso de salud. Y así es: sólo un pueblo que vive con total exaltación la vida puede ser trágico, porque vivir plenamente quiere decir vivir también la muerte. Ese estado del que habla Breton en el que “la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo cesan de ser percibidos contradictoriamente” no se llama vida eterna, ni está allá, fuera del tiempo. Es tiempo y está aquí. Es el hombre lanzado a ser todos los contrarios que lo constituyen. Y puede llegar a ser todos ellos porque al nacer ya los lleva en sí, ya es ellos. Al ser él mismo, es otro. Otros. Manifestarlos, realizarlos, es la tarea del hombre y del poeta. La poesía no nos da la vida eterna, sino que nos hace vislumbrar aquello que llamaba Nietzsche “la vivacidad incomparable de la vida”. LA experiencia poética es un abrir las fuentes del ser. Un instante y jamás. Un instante y para siempre. Instante en el que somos lo que fuimos y seremos. Nacer y morir: un instante. En ese instante somos vida y muerte, esto y aquello. </div>
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La palabra poética y la religiosa se confunden a lo largo de la historia. Pero la revelación religiosa no constituye –al menos en la medida que es palabra- el acto original sino su interpretación. En cambio, la poesía es revelación de nuestra condición y, por eso mismo, creación del hombre por la imagen. La revelación es creación. El lenguaje poético revela la condición paradójica del hombre, su “otredad” y así lo lleva a realizar lo que es. No son las sagradas escrituras de las religiones las que fundan al hombre, pues se apoyan en la palabra poética. El acto mediante el cual el hombre se funda y revela a sí mismo es la poesía. En suma, la experiencia religiosa y la poética tienen un origen común; sus expresiones históricas –poemas, mitos, oraciones, exorcismos, himnos, representaciones teatrales, ritos, etc.- son a veces indistinguibles; las dos, en fin, son experiencias de nuestra “otredad” constitutiva. Pero la religión interpreta, canaliza y sistematiza dentro de una teología la inspiración, al mismo tiempo que las iglesias confiscan sus productos. La poesía nos abre la posibilidad de ser que entraña todo nacer; recrea al hombre y lo hace asumir su condición verdadera, que no es la disyuntiva; vida o muerte, sino una totalidad: vida y muerte en un solo instante de incandescencia. </div>
<br /><br /><br /><span style="font-size: x-small;">[1] Extraído del libro de Paz, Octavio. El arco y la lira. Editorial F.C.E. México, 1967. <br />[2] Rodolfo Otto. Lo santo, Madrid, 1928. <br />[3] Alphonse de Waelhens. La philosophie de Martin Heidegger, Lovaina, 1948. <br />[4] A. de Waelhens. Obra citada. <br />[5] R. Otto. Obra citada. <br />[6] Martin Heidegger, El ser y el tiempo (traducción de José Gaos), Segunda edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1962. <br />[7] Etienne Gilson, L` esprit de la philosophie médiévale. París, 1944. <br />[8] José Gaos, Introducción a “El ser y el tiempo”. Fondo de Cultura Económica, México 1951. <br />[9] José Gaos. Obra citada. </span></span><br />
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<span style="font-size: x-small;"><br /></span>
<span style="font-size: x-small;"><br /></span>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
<div style="font-family: 'Times New Roman'; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b style="color: #cc0000; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Octavio Paz, </b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>La revelación poética</b></span></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
<br />
</span><br />
<div style="font-family: 'Times New Roman'; text-align: center;">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-91701025953067351252014-12-29T03:00:00.000+00:002015-01-04T00:11:43.811+00:00Arquetipo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqLrMGIsYaNa1FkshxNZ0d3irl4s2Es8elUoXVIPpKyqR97BlDyCBX9ngXprGnxy-F-MTPi472VZZrBTTrHqgpUQESSAf1IF6-bMBj1pKmh1gq5NKPXwi1SsEkR3hNC8TMJCKTzUuDPtmJ/s1600/Jos%C3%A9+Hernandez+(I).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqLrMGIsYaNa1FkshxNZ0d3irl4s2Es8elUoXVIPpKyqR97BlDyCBX9ngXprGnxy-F-MTPi472VZZrBTTrHqgpUQESSAf1IF6-bMBj1pKmh1gq5NKPXwi1SsEkR3hNC8TMJCKTzUuDPtmJ/s1600/Jos%C3%A9+Hernandez+(I).jpg" height="640" width="510" /></a></div>
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<b style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">José Hernández, Arquetipo I</b><br />
<b style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></b>
<b style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-70441008408172197382014-12-29T02:00:00.000+00:002015-01-10T00:15:41.393+00:00...épreuve de l’absence de fin<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Quand Orphée descend vers Eurydice, l’art est la puissance par laquelle s’ouvre la nuit. La nuit, par la force de l’art, l’accueille, devient l’intimité accueillante, l’entente et l’accord de la première nuit. Mais c’est vers Eurydice qu’Orphée est descendu : Eurydice est, pour lui, l’extrême que l’art puisse atteindre, elle est, sous un nom qui la dissimule et sous un voile qui la couvre, le point profondément obscur vers lequel l’art, le désir, la mort, la nuit semblent tendre. Elle est l’instant où l’essence de la nuit s’approche comme l’<i>autre</i> nuit.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Ce « point », l’œuvre d’Orphée ne consiste pas seulement à en assurer l’approche en descendant vers la profondeur. Son <i>œuvre</i>, c’est de le ramener au jour et de lui donner, dans le jour, forme, figure et réalité. Orphée peut tout, sauf regarder ce « point » en face, sauf regarder le centre de la nuit dans la nuit. Il peut descendre vers lui, il peut, pouvoir encore plus fort, l’attirer à soi, et, avec soi, l’attirer vers le haut, mais en s’en détournant. Ce détour est le seul moyen de s’en approcher : tel est le sens de la dissimulation qui se révèle dans la nuit. Mais Orphée, dans le mouvement de sa migration, oublie l’œuvre qu’il doit accomplir, et il l’oublie nécessairement, parce que l’exigence ultime de son mouvement, ce n’est pas qu’il y ait œuvre, mais que quelqu’un se tienne en face de ce « point », en saisisse l’essence, là où cette essence apparaît, où elle est essentielle et essentiellement apparence : au cœur de la nuit.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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Le mythe grec dit : l’on ne peut faire œuvre que si l’expérience démesurée de la profondeur – expérience que les Grecs reconnaissent nécessaire à l’œuvre, expérience où cette œuvre est à l’épreuve de sa démesure – n’est pas poursuivie pour elle-même. La profondeur ne se livre pas en face, elle ne se révèle qu’en se dissimulant dans l’œuvre. Réponse capitale, inexorable. Mais le mythe ne montre pas moins que le destin d’Orphée est aussi de ne pas se soumettre à cette loi dernière, – et, certes, en se tournant vers Eurydice, Orphée ruine l’œuvre, l’œuvre immédiatement se défait, et Eurydice se retourne en l’ombre ; l’essence de la nuit, sous son regard, se révèle comme l’inessentiel. Ainsi trahit-il l’œuvre et Eurydice et la nuit. Mais ne pas se tourner vers Eurydice, ce ne serait pas moins trahir, être infidèle à la force sans mesure et sans prudence de son mouvement, qui ne veut pas Eurydice dans sa vérité diurne et dans son agrément quotidien, qui la veut dans son obscurité nocturne, dans son éloignement, avec son corps fermé et son visage scellé, qui veut la voir, non quand elle est visible, mais quand elle est invisible, et non comme l’intimité d’une vie familière, mais comme l’étrangeté de ce qui exclut toute intimité, non pas la faire vivre, mais avoir vivante en elle la plénitude de sa mort.</div>
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<br /></div>
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C’est cela seulement qu’il est venu chercher aux Enfers. Toute la gloire de son œuvre, toute la puissance de son art et le désir même d’une vie heureuse sous la belle clarté du jour sont sacrifiés à cet unique souci : regarder dans la nuit ce que dissimule la nuit, l’<i>autre</i> nuit, la dissimulation qui apparaît.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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Mouvement infiniment problématique, que le jour condamne comme une folie sans justification ou comme l’expiation de la démesure. Pour le jour, la descente aux Enfers, le mouvement vers la vaine profondeur, est déjà démesure. Il est inévitable qu’Orphée passe outre à la loi qui lui interdit de « se retourner », car il la violée dès ses premiers pas vers les ombres. Cette remarque nous fait pressentir que, en réalité, Orphée n’a pas cessé d’être tourné vers Eurydice : il l’a vue invisible, il l’a touchée intacte, dans son absence d’ombre, dans cette présence voilée qui ne dissimulait pas son absence, qui était présence de son absence infinie. S’il ne l’avait pas regardée, il ne l’eût pas attirée, et sans doute elle n’est pas là, mais lui-même, en ce regard, est absent, il n’est pas moins mort qu’elle, non pas mort de cette tranquille mort du monde qui est repos, silence et fin, mais de cette autre mort qui est mort sans fin, épreuve de l’absence de fin.</div>
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<br /></div>
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Le jour, jugeant l’entreprise d’Orphée, lui reproche aussi d’avoir fait preuve d’impatience. L’erreur d’Orphée semble être alors dans le désir qui le porte à voir et à posséder Eurydice, lui dont le seul destin est de la chanter. Il n’est Orphée que dans le chant, il ne peut avoir de rapport avec Eurydice qu’au sein de l’hymne, il n’a de vie et de vérité qu’après le poème et par lui, et Eurydice ne représente rien d’autre que cette dépendance magique qui hors du chant fait de lui une ombre et ne le rend libre, vivant et souverain que dans l’espace de la mesure orphique. Oui, cela est vrai : dans le chant seulement, Orphée a pouvoir sur Eurydice, mais, dans le chant aussi, Eurydice est déjà perdue et Orphée lui-même est dispersé, l’« infiniment mort » que la force du chant fait dès maintenant de lui. Il perd Eurydice, parce qu’il la désire par-delà les limites mesurées du chant, et il se perd lui-même, mais ce désir et Eurydice perdu et Orphée dispersé sont nécessaires au chant, comme est nécessaire à l’œuvre l’épreuve du désœuvrement éternel.</div>
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<br /></div>
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Orphée est coupable d’impatience. Son erreur est de vouloir épuiser l’infini, de mettre un terme à l’interminable, de ne pas soutenir sans fin le mouvement même de son erreur. L’impatience est la faute de qui veut se soustraire à l’absence de temps, la patience est la ruse qui cherche à maîtriser cette absence de temps en faisant d’elle un autre temps, autrement mesuré. Mais la vraie patience n’exclut pas l’impatience, elle en est l’intimité, elle est l’impatience soufferte et endurée sans fin. L’impatience d’Orphée est donc aussi un mouvement juste : en elle commence ce qui va devenir sa propre passion, sa plus haute patience, son séjour infini dans la mort.</div>
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<b><span style="color: #cc0000;">Maurice Blanchot</span>, L’espace littéraire</b></div>
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<b><br /></b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-6760037607988834252014-12-29T01:00:00.000+00:002015-01-04T00:11:54.609+00:00La Hydra<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikHSp4jBpxkLkCDs9mj7_LPmj6xlENjdqa5wlcRPqqJ-WKji48sl-VWeTY0LIzJ6mQgNRnBqb4CRNz6Wd-Sc1mCU06ZhML9QgM97oRaNxhbI8JUh7WhWSj3CkDBsPJxztAQH6Ka3me0T_G/s1600/Jos%C3%A9+Hernandez+(II).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikHSp4jBpxkLkCDs9mj7_LPmj6xlENjdqa5wlcRPqqJ-WKji48sl-VWeTY0LIzJ6mQgNRnBqb4CRNz6Wd-Sc1mCU06ZhML9QgM97oRaNxhbI8JUh7WhWSj3CkDBsPJxztAQH6Ka3me0T_G/s1600/Jos%C3%A9+Hernandez+(II).jpg" height="640" width="512" /></a></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>José Hernández, La Hydra</b></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-53980429599377844552014-12-28T01:00:00.000+00:002015-04-13T21:37:27.314+01:00Réel ou Ailleurs<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Pour un hindou hanté par l’irrésistible séduction des divinités omniprésentes, le ‘mythe’ a plus de réalité que la vie quotidienne et pour un bouddhiste mahayaniste la vie du Bodhisattva est plus lumineuse, plus instructive que celle sinueuse et somme toute illusoire de l’histoire, compte tenu que celle-ci n’est qu’un des aspects multiples du samsara (flux des renaissances). Un musulman shiite vit dans l’attente de la parousie de l’Imâm, sauveur du monde, et si entre temps il en voit les signes dans l’apparition historique des sages enragés, cela n’affecte en rien sa conscience eschatologique. Toute sa conscience est faite précisément pour voiler le réel et découvrir ce qui au-delà du réel semble être l’essentiel. L’Être pour lui n’est ni les rapports sociaux émanant des modes de production, ni la ‘chose en soi’, ni l’Esprit absolu dans le temps. D’ailleurs essayez de lui communiquer ces idées dans sa langue à lui et vous verrez très vite que vous n’y parvenez pas. Vous n’en avez ni les concepts, ni les outils, ni les moyens de les communiquer.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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Le courant ne passera pas entre les ontologies différentes. Entre les deux, il y a hiatus de l’histoire. Les ‘vacances’ métaphysiques sont là qui nous protègent contre toutes intrusion du malin dans la temporalité. Sondons donc la profondeur des ontologies orientales et nous verrons que nous ne débouchons jamais sur une terre ferme comme celle que semblait annoncer pour Hegel le cogito cartésien, mais bien dans l’abîme des abîmes. Que ce soit tour à tour le mystère de l’Essence dans cette mystique spéculative de l’Islam dont les illustres représentants comme Sohrawardi et Ibn Arabi séduisent tant les jeunes ou la vacuité de la non-substantialité du Bouddhisme ou encore le Tao mystérieux s’exprimant en paradoxes vertigineux, rien — strictement rien — ne nous permet d’y jeter l’ancre.</div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le réel est toujours ailleurs. Il n’est même pas réel puisque la réalité si tant est qu’elle existe est une illusion pure et simple. Ce qu’on appelle si fièrement l’objet n’a aucun sens, il est là en tant que reflet d’une chose, la fantasmagorie d’un supraréel qui échappe à toute prise de la connaissance. Car il y a des connaissances comme il y a des états différents d’être, comme il y a des niveaux différents de présence. Si l’objectivité est fictive dans ce contexte, la subjectivité la fondant l’est encore davantage. L’homme est le centre tout en n’étant rien. Il est tout car il est le joyau de la création en rupture avec le reste des êtres créés dans la mesure où il inncarne le Logos divin, mais il n’est rien puisqu’il n’est pas une instance fondatrice. Tout ce qu’il est, tout ce qu’il représente, il le tient d’un Autre. Et cet Autre est en dernier ressort le fondement sans fond de l’univers.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mais que s’est-il passé entre cette ontologie originelle de l’homme autrefois et celle qui a fondé la modernité des temps nouveaux ? Il s’est donc bien passé quelque chose : un déplacement du regard du haut en bas. Quand je dis du haut en bas, je ne fais aucun jugement de valeur. Si je parle en terme d’altitude c’est parce que le regard plutôt que de s’égarer dans l’abîme des contemplations premières se détourne des horizons lointains pour cerner les choses concrètes les plus immédiatement accessibles. D’ailleurs la science, l’observation, l’intérêt du particulier, la détermination quantitative des objets ont apparu à la conscience de l’homme parce que celui-ci tournait résolument son dos à l’attrait des tentations métaphysiques.</div>
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<br /></div>
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Acte héroïque soit, audace prométhéenne peut-être, rébellion contre les vérités acquises sans doute. On serait presque tenté de dire que le regard visionnaire de l’homme religieux devient le regard visuel de l’homme moderne. On découvre tout d’un coup ce qui était toujours là en face de nous, soustrait à la transfiguration du regard. On dit souvent par exemple que la Renaissance découvrit les lois de la perspective. Comme si les artistes miniaturistes du Moyen-Âge ne voyaient pas le monde tel qu’il se déroule devant les yeux. Ils le voyaient certes, mais ils découvraient en même temps un espace ‘plus réel’, plus enchanté qui, en raison de son contenu idéel, était plus proche de la réalité de la vision que celle que semblait nous révéler la perception sensible. Entre cette vision idéelle et ce regard sensible s’insère la transmutation de la vision. C’est le désenchantement de ce regard quasi magique qui rendit possible la découverte d’une extension quantitative qui allait plus tard réduire le monde à l’étendue géométrique laquelle devait à son tour subir au début de notre siècle une métamorphose encore plus ahurissante : la mécanique quantique.</div>
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<br /></div>
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Ce retournement de la situation est probablement l’un des piliers fondamentaux de la modernité. Ses conséquences sont incalculables tant dans le domaine de l’appréciation de la nature, de l’homme, de Dieu que de l’histoire. En effet, ces quatre idées changent du tout au tout suivant qu’on les situe dans une ontologie ou une autre. En Occident l’influence de ce renversement se fit sentir dans le passage de la métaphysique au social puis à l’histoire.</div>
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<br /></div>
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Si le problème du mal par exemple reste un sujet métaphysique pour un penseur moderne comme Pascal, il ne le sera plus pour les philosophes des Lumières. Pascal reprend tous les grands thèmes augustiniens et les traduit dans un langage moderne. Sa méthode est cartésienne, mais la nature double de l’homme dont il dénonce la grandeur et la misère, relève de la chute, c’est-à-dire d’un événement mythique, antérieur à la naissance de l’homme.</div>
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<div style="text-align: justify;">
L’homme ne peut donc chercher sa véritable condition par la raison naturelle. ‘Connaissez donc, superbe, quel paradoxe vous êtes à vous-mêmes. Humiliez-vous, raison impuissante ! Taisez-vous, nature imbécile ; apprenez que l’homme passe infiniment l’homme, et entendez de votre maître la condition véritable que vous ignorez. Écoutez Dieu !’ (Pascal, Pensées, 434-131, Garnier-Flammarion, 1976) </div>
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<br /></div>
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Pour Jean-Jacques Rousseau le problème se place ailleurs. La double nature métaphysique de l’homme a désormais une dimension historique opposant l’état de nature à l’état de culture. ‘Tout est bien, dit Rousseau au début de l’Émile, en sortant des mains de l’Auteur des choses ; tout dégénère entre les mains de l’homme’ (Jean-Jacques Rousseau, Émile, cité par E. Cassirer, La philosophie des Lumières, Gérard Monfort, Paris, 1966. p. 172). </div>
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<br /></div>
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Ainsi le problème de la responsabilité du mal ne vient plus de Dieu, ni d’une chute quelconque à la préhistoire, mais relève de l’histoire, qui modifie sans cesse les sociétés. C’est dans l’histoire qu’il faut trouver la solution et non dans la dimension mythique du péché originel. L’homme de l’état de nature est un bon sauvage ; il est mû par l’amour de soi qui est son instinct de conservation, son innocence naturelle. Il n’est pas encore affecté par la société qui fera de lui un être égoïste et oppressif, transformant ainsi son amour pour soi en amour propre. C’est la société qui altère le caractère naturel de l’homme et fait de lui un être aliéné vivant de ses passions et de ses désirs inassouvis. Cette aliénation est inscrite dans la marche même du progrès. Toute évolution de la société est un processus aliénant. La libération ne s’effectuera plus au niveau de la transformation ontologique mais plutôt par la rénovation de la société elle-même laquelle soumettant les volontés individuelles à la volonté générale fondée sur la vertu, mettra fin à la cupidité, à la vanité et à l’exploitation. C’est l’homme lui-même qui doit devenir son propre sauveur, le promoteur d’une société plus juste où au lieu de se soumettre à l’arbitraire des autres, il n’obéirait plus qu’à la volonté générale. Telle est la solution, dit E. Cassirer, qu’apporte au problème de la théodicée, la philosophie de droit de Rousseau. Il est de fait qu’il a situé ce problème sur un terroir entièrement nouveau, le faisant passer du plan de la métaphysique au centre de l’éthique et de la poétique. (E. Cassirer, ibid., p. 173) </div>
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Cette ‘migration de l’esprit’ qui abandonne son lieu métaphysique pour aborder une autre terre ; à savoir l’histoire et l’aliénation due au progrès des rapports économiques et sociaux, est précisément ce qui sépare l’Occident des autres civilisations de la planète. Disons simplement que la distance parcourue par ce déménagement de l’esprit est un retournement, une inversion de toutes les catégories et finalement un changement de constellations comme si l’on passait d’une planète à une autre. Entre les deux se situe la vacance des civilisations restant en dehors de ce mouvement. Dans ce déplacement s’insèrent, d’autre part, toutes les failles, toutes les fractures, toutes les cassures, qui déchirent notre monde contemporain, suscitant des séismes sociaux, des bouleversements dans les relations internationales et départageant le monde en zones surdéveloppées, sous-développées, et les deux à la fois. </div>
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<br /></div>
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Ce qui rend la situation encore plus inextricable, c’est que l’ancien état des choses ne reste guère intact mais est contaminé par l’expansion planétaire de nouveaux modes de pensée qui, en vertu du coût opérationnel de leur efficacité, rongent de l’intérieur les anciens édifices du monde. Trouver des aires culturelles qui seraient épargnées par les vagues successives de la modernité est une pure fiction. D’autre part toute velléité de retour, tout éveil de fondamentalisme, sous quelque forme que ce soit, est une illusion. La tradition, si tant est qu’elle existe, ne peut rejoindre ontologiquement son point de départ, situé à la pré-modernité. Elle s’englue toujours dans la période post-moderne. Hormis peut-être les rares tribus de l’Amazonie qui ont échappé miraculeusement au massacre des blancs, ou celles végétant Dieu sait dans quels coins reculés de la planète, toutes les cultures quels qu’en soient leur origine et leur lieu ont été touchées par la modernité, c’est-à-dire par cette migration de l’esprit du haut en bas. Dès lors nous vivons tous dans des zones de mélange, dans des champs de rencontres où tous les regards se croisent aussi bien ceux issus de l’ancienne vision des choses que ceux forgés par la technique, le développement et l’histoire. </div>
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La Tour de Babel devient une réalité non seulement en ce qui concerne les langues — encore que là aussi nous ayons des problèmes quasi insolubles — mais les mentalités. Délire religieux, obsession révolutionnaire, émancipation des femmes, régression vers des utopies de plus en plus fumistes, guerre des étoiles, résurgence des croyances obsolètes, se côtoient les uns les autres dans un kaléidoscope d’opinions, de croyances, et de visions du monde où personne ne sait de quoi il parle, ni quelles sont les prémisses qui fondent tel discours politique plutôt que tel autre. Alors que les souhaits et les espoirs renvoient aux croyances les plus émotivement chargées d’antiques traditions, les structures conceptuelles aptes à les articuler restent celles-là les rejetons les plus tardifs et les plus monstrueux d’une modernité incomprise. L’entre-deux devient en quelque sorte la norme de la vie ; on essaie de comprendre, d’analyser, mais à force d’expliquer les détails et les motivations coupables de part et d’autre, on rate l’essentiel ; à savoir les ruptures historiques qui ont fait de l’Occident un bastion de la modernité et des autres civilisations du monde de grands monuments du passé. </div>
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Curieusement d’ailleurs les vieilles civilisations de la planète, notamment les grandes cultures asiatiques, cessent de créer à partir des XVIIe et XVIIIe siècles. Ces deux siècles sont des époques charnières dans l’histoire du monde. Si le XVIIe siècle est dominé par l’innovation cartésienne de la méthode, le XVIIIe siècle sera l’ère des Lumières et de la critique. Le dualisme métaphysique se traduit aussi politiquement par l’espace privé de la conscience libre et l’espace privé du pouvoir absolutiste. Au XVIIIe siècle ce sera le tour de l’espace privé à censurer le pouvoir et de mettre en évidence les contradictions dialectiques qui opposent la morale à la politique. D’où l’idée de la crise et des tentatives pour moraliser le pouvoir qui aboutiront comme on le sait à l’idéologie des révolutions. Tous ces mouvements échappent aux civilisations asiatiques qui avancent sur la lancée de leur quête initiale. Leur élan créateur s’essouffle pour s’arrêter précisément à l’aube de ces grands bouleversements qui remuent l’histoire du monde et auxquels elles resteront d’ailleurs réfractaires jusqu’à la deuxième moitié du XIXe siècle. </div>
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La grande synthèse de la pensée islamique par exemple s’achève en Iran vers le XVIIe siècle ; c’est la renaissance de l’École d’Ispahan et de l’impressionnant édifice doctrinal de Mollâ Sadrâ Shîrâzi où plusieurs courants convergents, se recoupent, s’amalgament et fusionnent dans le creuset d’une puissante synthèse. Sadrâ est contemporain de Descartes et tandis que le premier achève un mouvement plusieurs fois séculaire et ajoute la dernière pierre à l’édifice déjà imposant de la métaphysique islamique, le second courcircuitant le passé, innove et perce de nouvelles avenues qui feront de l’homme l’instance fondatrice de l’univers. En Iran tous les développements ultérieurs de la pensée jusqu’à nos jours seront en quelque sorte une suite de commentaires sur l’œuvre de Sadrâ, laquelle ne sera jamais dépassée dans son contenu métaphysique. Car à partir de cette fusion, élevée verticalement en flèche gothique, toute innovation ne peut s’effectuer qu’en termes de rupture avec les prémisses de la théologie islamique. Chose que ne peut tolérer la vision religieuse de l’homme sans renoncer à elle-même. D’où entassement de la pensée et renouvellement limité à l’intérieur de la sphère d’une philosophie prophétique qui continue à se répéter tant bien que mal de penseur en penseur pour aboutir à la sclérose scolastique. Celle-ci devient d’autant plus évidente que l’influence occidentale perçue dès la fin du XVIIIe siècle et accentuée à partir du XIXe met en circulation des idées nouvelles — la plupart sociales et politiques — dont ces civilisations auront du mal à relever le défi. Assiégées par des modes de pensée de plus en plus agressifs, elles se marginalisent et se replient sur elles-mêmes, tandis que socialement les individus vivent et reproduisent mimétiquement les anciens comportements ancestraux et pensent en schèmes de pensée périmés qui correspondent de moins en moins aux réalités changeantes du monde qui les entoure. </div>
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La civilisation indienne qui pendant plus de trois mille ans avait créé de grands édifices métaphysiques, de prestigieuses cathédrales de pensée, s’essoufflera vers le XVIIe siècle tout comme la pensée iranienne, tout comme la culture chinoise. En effet l’Inde a été un des foyers les plus rayonnants de la civilisation au plein cœur de l’Asie. Elle a joué en Asie le même rôle que la Grèce en Occident. L’Hindouisme (la dernière métamorphose de la civilisation indienne) s’étend progressivement pour englober toutes les mutations philosophiques, toutes les idées nouvelles qui émergeaient en marge de l’orthodoxie brahmanique. Il finira d’ailleurs par les engloutir toutes dans son immense creuset, à l’exception toutefois du Bouddhisme et du Jainisme qui, refusant l’autorité sacrosainte des Vedas, n’y trouveront aucun droit de cité. </div>
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Quant au Bouddhisme, une des plus universelles créations du génie de l’Inde, il fut surtout une religion d’exportation. La lampe de sagesse qu’avait allumée Bouddha au VIe siècle avant l’ère chrétienne, illumina une grande partie du continent asiatique, introduisant les catégories fondamentales de la civilisation indienne dans tout l’Extrême Orient, où au contact des civilisations tout aussi brillantes elles subirent des métamorphoses étonnantes et des synthèses prodigieuses. </div>
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S. Radhakrishnan périodisant les étapes de la philosophie indienne distingue (S. Radhakrishnan, Indian Philosophy, George Allen & Unwin Ltd., London, 1962. vol. I, p. 52) : </div>
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1) la période védique (1500-600 A.C.) </div>
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2) la période épique (600 A.C.-200 P.C.), </div>
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3) la période des sûtras (commençant à partir du IIe siècle) et </div>
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4) la période scolastique qui débutant également au IIe siècle s’achève au XVIIe siècle. </div>
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De la période védique à la fin de l’ère scolastique (soit plus de 3.000 ans) nous assistons à l’enrichissement progressif d’une vision du monde qui, se confondant au début avec les hymnes mythologiques des Védas, se fige plus tard dans la doctrine rigide du sacrifice des Brahmanas pour rebondir à nouveau avec un élan fulgurant avec les Upanishads. Celles-ci (les Upanishads védiques) seraient, selon la tradition hindoue, l’œuvre de grands Rishis (Voyants) des temps anciens qui, se retirant dans le silence des forêts, ont décrit leur expérience métaphysique sous forme de versets éminemment ésotériques ; expérience où le rituel du sacrifice s’intériorise faisant du souffle humain l’oblation par excellence, où enfin la quête de l’absolu formulée dans l’équation de l’identité de l’homme et de l’univers — cela tu es — acquiert une dimension vertigineuse pour ne pas dire obsessionnelle. </div>
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En marge de l’orthodoxie brahmanique et comme réaction contre elle, surtout parmi la caste des guerriers (kshatriya) naissent des doctrines les plus audacieuses, les plus hétérodoxes : qui à questionner l’autorité des Védas, à nier le fondement ultime du monde en lui substituant le vide comme le Bouddhisme ; qui à instaurer une logique strictement relativiste comme le Jainisme ; qui à professer une cosmologie dualiste comme le Sâmkhya ; qui à célébrer le culte de Vishnu (Vasudeva Krishna) ou celui de Shiva (Pashupati) lesquels donneront respectivement les doctrines vishnouites et shivaïtes ; qui enfin à nier toute transcendance en n’acceptant rien d’autre en dehors de la réalité sensible comme les matérialistes cârvakas et les lokâyatas. </div>
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Toutes ces doctrines à l’exception des plus hétérodoxes, apparaissent dans la grande épopée de Mahâbhârata où à l’incarnation de Vishnu sous forme de Krishna se mêleront des enseignements philosophiques et théologiques très développés comme par exemple la doctrine de sâmkhya-yoga dans la Bhagavad Gîta. La grande épopée constitue de la sorte l’encyclopédie de toutes les idées et les croyances qui, plus tard, seront canonisées dans des écrits d’une concision déconcertante. À partir de la période des Sûtras, toutes les écoles de pensée qui ont été acceptées par le brahmanisme seront figées dans des textes très courts appelés sûtra, sorte de formules brèves, très condensées, propres à être conservées dans la mémoire. D’où tendance à commenter les sûtras et écrire des commentaires sur les commentaires, puis des commentaires sur le commentaire des commentaires, etc. Toute cette littérature de commentaires souvent fastidieux mais d’une grande rigueur technique constituera la période scolastique. On verra apparaître du côté hindou de grands commentateurs-penseurs comme Shankara, Râmânuja, Vâcaspati Mishra, Vijnâna Bhikshu, et du côté bouddhiste des penseurs aussi audacieux que Nâgârjuna, Ashvaghosha puis Buddhaghosha. Cette période sera le développement extraordinaire de la pensée indienne qui, s’élevant dans le ciel en une sorte de baroque flamboyante, projettera une structure architectonique sans précédent dans l’histoire des civilisations mais dont la pesanteur même finira par l’étouffer. De sorte qu’à partir du XVIIe siècle l’Hindouisme s’ankylose à court d’haleine. Il n’y aura plus de création, mais répétition, maniérisme, et enfin sclérose. </div>
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Cependant parallèlement à ce développement, un autre phénomène spirituel d’une grande importance brillera d’un éclat tout particulier : les relations de l’Inde et de l’Islam dues surtout au règne de la dynastie Moghole. C’est au XVIe siècle que le souverain de Kaboul, Babur, met fin à la dynastie des Lodi pour fonder le fameux Empire des Moghols en 1556. Avec le petit-fils de Babur, Akbar, commente l’ère la plus prestigieuse de grande activité littéraire. La de l’histoire récente de l’Inde. </div>
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Pendant le règne d’Akbar, considéré à plus d’un titre comme l’âge d’or des relations indo-islamiques, commence une période de grande activité littéraire. La culture islamique des Moghols est surtout de langue persane. Outre le fait que le persan est la langue officielle de l’administration, il véhicule également toutes les valeurs culturelles de la pensée et de la religion de sorte que, face au fanatisme religieux des Safavides en Iran, la cour des souverains Moghols devient un lieu de refuge privilégié pour les poètes et penseurs iraniens qui s’y enracinent sans aucun dépaysement culturel. Une des œuvres les plus marquantes de cette époque est l’entreprise de traduction des classiques sanskrits en persan ; phénomène sans doute aussi important que les traductions des textes grecs en syriaque, puis en arabe, ou les traductions des textes arabes en latin effectuées à Tolède dès le milieu du XIIe siècle. </div>
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Il se constitue de véritables équipes de traducteurs auxquelles participent les meilleurs esprits de l’époque ; Fayzî le ‘Prince des poètes’, son frère Abol Fazl, ministre et historien, etc. On traduit le Mahâbhârata, le Râmâyana, la Bhavagad Gîta, l’Atharvaveda, le Pancatantra et beaucoup d’autres ouvrages. Cet esprit de syncrétisme s’éclipse sous le successeur d’Akbar, Jahângîr, mais connaît un dernier éclat avec le prince impérial Dârâ Shokûh, qui pareil à son arrière-grand-père montre un intérêt très vif pour l’Hindouisme et l’étude comparative des religions. Le Sirr-e Akbar (le plus grand des Mystères), titre donné à la traduction des cinquante Upanishads entreprise par Dârâ est l’œuvre maîtresse de la série de même que celle qui exerça la plus grande influence. </div>
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L’œuvre de Dârà est l’apothéose en même temps que le déclin d’un grand effort de réconciliation entre les deux religions de l’Inde : l’Hindouisme et l’Islam. La mort tragique de Dârâ, exécuté par son frère fanatique Awrangzîb le 10 septembre 1659, met fin au rêve de réconciliation des deux communautés religieuses dont l’échec aboutira au XXe siècle à la partition de l’Inde et du Pakistan. A partir du XVe siècle l’histoire de l’Inde est une suite d’échecs dont le résultat sera l’annexion du sous-continent à l’Empire britannique. </div>
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Quant à la Chine, elle aussi manifeste des signes d’épuisement à partir des XVIe et XVIIe siècles. Les grandes périodes de l’histoire chinoise s’échelonnent sur presque 4.000 ans, de la dynastie Xia (2207-1766 A.C.) jusqu’à la fin de la dynastie sino-manchoue des Qing (1644-1911), en passant pour ne citer que quelques exemples par la dynastie des Zhou (1121-256 A.C.) — pendant laquelle, au VIe/VIIe siècle A.C. apparaissent Lao Zi et Confucius —, des Han (206 A.C. – 220 P.C.), des Tang (618-907), des Song (960-1127), des Yuan (1272-1367) et des Ming (1368-1644). </div>
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Si la dynastie des Tang considérée comme l’apogée de la culture chinoise fut une période de réunification de l’empire qui fit de la Chine une grande puissance de l’Asie, avec ses métropoles impériales et le rayonnement de sa culture ; si cette dynastie fut la période de réconciliation des trois grandes religions de Chine : Confucianisme, Taoïsme et Bouddhisme, de même que période de l’épanouissement de la poésie (Li Po, Tu Fu) et de l’architecture (le Bouddha colossal des grottes de Langman achevé en 676), il n’en fut pas de même de la dernière dynastie chinoise de l’époque manchoue. L’époque de la dynastie Qing sera par contre l’ère de grandes compilations des encyclopédies et des collections littéraires. On se met à faire le bilan de ce que l’on a accumulé, à se mesurer contre les modèles du passé, à remonter aux sources tout en enlevant les strates successives des interprétations supposées fallacieuses qui ont alourdi les textes canoniques. La poésie, tout en imitant les Tang et les Song, manque d’inspiration et devient un jeu d’érudits soucieux d’épater par une pédanterie savante. La tendance générale de cette période sera donc la renaissance, et ceci d’autant plus que dès la fin de la dynastie Ming l’influence occidentale s’était faite sentir grâce à l’apport des missionnaires jésuites et les Chinois eurent à affronter à cette époque et l’assaut des techniques inédites dont ils n’avaient aucune connaissance et la doctrine religieuse qui leur était sous-jacente. D’ailleurs même à l’époque Ming, le retour aux sources est déjà à la mode : la poésie et la prose se mettent à imiter les grands maîtres du passé et le poète Li Meng Yang (1472-1529) préconise le retour à l’antique, rejetant la littérature post-Han. Au sujet de la renaissance des lettres, J.P. Dieny écrit : « La tendance à faire revivre le passé est sensible dans toute la production littéraire de l’époque manchoue, ainsi que dans ses arts. Dans les belles-lettres, on voit reparaître l’un après l’autre tous les styles, tous les genres du passé ; sans qu’il s’agisse cependant de simples imitations artificielles et stériles : dans beaucoup de ces genres, les écrivains des Qing atteignent une rare perfection et réussissent à s’exprimer de manière originale ». (Encyclopaedia Universalis, vol. II, Paris 1980, p. 325) </div>
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Mais ce besoin de revenir en arrière est aussi une renaissance des études philologiques. Ainsi Gu Yanwu veut restituer au Confucianisme son authenticité première, eu égard au fait que selon lui les néo-confucianistes des Song et des Ming ont faussé la doctrine originelle. D’où son effort incessant pour déblayer les couches successives d’exégèses qui collant aux textes canoniques s’interposent entre le texte et le lecteur. </div>
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Dai Zhen (1723-1777), qui fut le plus grand philologue de cette époque, et connut dès sa jeunesse l’astronomie et les mathématiques introduites par les jésuites, appliqua cette nouvelle méthode à l’interprétation des textes confucéens. « Son œuvre est en réalité une réinterprétation de toute la pensée de l’antiquité chinoise ». En dépit de la renaissance que l’on constate dans tous les domaines, la pensée chinoise de cette période n’est pas créatrice au sens où elle le fut sous la période des Tang mais une remontée aux sources et une mise en question d’une tradition encombrante qui, selon ses penseurs, a troublé la transparence des origines. Ainsi Hui Dong (1697-1758) affirme que pour mieux connaître les textes canoniques, il faut remonter à l’exégèse des Han antérieure au Bouddhisme et au réveil du Taoïsme ; d’où le nom d’école (de l’exégèse) des Han (Ibid.). La critique sape la tradition pour mieux faire apparaître le joyau qui se cache dans la gangue de fausses interprétations. Mais elle n’innove pas, elle ne commence pas une ère de nouvelles réflexions ou de changements de regard. Elle n’aboutit pas à la sécularisation du monde, ni au changement de paradigme, qui allaient bouleverser l’Occident des temps modernes. Les similitudes entre Gu Yanwu et Luther, entre le poète contestataire et libertaire Yuan Mei (1716-1798) et Voltaire (Ibid.), s’arrêtent peut-être là. Ces critiques malgré leur originalité ne déclenchent pas le règne de la Critique telle qu’elle fut inaugurée au XVIIIe siècle par les Lumières. Elles ne marquent pas non plus une mutation épistémologique en rupture avec la Weltanschauung chinoise puisque le but visé est précisément de retrouver la vision primitive du passé. Ces critiques montent plutôt que l’élan créateur de l’esprit chinois qui s’était cristallisé pendant des millénaires dans les canons culturels est arrivé à son terme et qu’aucune vision nouvelle en rupture avec le passé ne s’y est substituée. De sorte que cette renaissance ne débouchera jamais sur la modernité des âges nouveaux. </div>
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Le déclin de ces civilisations asiatiques met également un terme à leurs croisements féconds. L’ère des grandes traductions qui donna naissance aux rencontres fructueuses entre l’Inde et la Chine, entre l’Iran et l’Inde, la Chine et le Japon, touche à sa fin. Ces grandes civilisations s’isolent les unes par rapport aux autres et se braquent toutes vers l’Occident. Elles se retirent de l’histoire, entrent dans une phase d’attente, cessent de se renouveler et puisent dans les stocks. Elles sont pareilles à ces riches familles aristocratiques qui, dépassée par les événements, ruinées par le décalage des réalités économiques, sauvent la face en écoulant en douceur les collections ancestrales : bijoux, tableaux, tapis, argenterie, tout y passe jusqu’au jour où on se rendra à cette évidence amère qu’on n’a plus rien à offrir. </div>
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Ce retrait de l’histoire affecte aussi dans une certaine mesure l’Amérique latine. Octavio Paz fait remarquer à juste titre que si les Iraniens, les Hindous et les Chinois appartiennent à des civilisations différentes de l’Occident, les Latino-Américains eux sont la prolongation de la civilisation occidentale. Leur cordon ombilical se rattache à l’Espagne et au Portugal. Ils représentent par conséquent l’un des pôles américains de l’Occident, l’autre étant constitué par les États-Unis et le Canada (Octavio Paz, Une planète et quatre ou cinq mondes, Gallimard 1985, p. 189). Cependant ce rattachement cache d’importantes différences. Paz en énumère trois : 1) l’apport culturel des communautés indiennes qui provient des civilisations précolombiennes ; 2) le caractère spécifique de la civilisation hispanique marqué par l’Islam ; et 3) la Contre-Réforme. </div>
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Celle-ci fut la négation de la modernité naissante. La monarchie espagnole confondant sa cause avec celle d’une idéologie s’identifie avec une foi universelle et avec une seule interprétation de cette foi. Le monarque espagnol devient un hybride de Théodose le Grand et d’Abd al-Rahman III, premier Calife de Cordoue. (Ibid., p. 191) </div>
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Ces différences feront en sorte que l’Amérique latine restera historiquement décalée par rapport à l’Amérique du Nord. Car si les Nord-Américains naissent avec la Réforme et l’Encyclopédie, c’est-à-dire avec le monde moderne, les Latino-Américains eux apparaissent dans l’histoire avec la Contre-Réforme et le néo scolastique, autrement dit contre le monde moderne (Ibid., p. 192). D’où selon Paz la nature particulière de l’Amérique latine qui, tout en n’étant pas le Tiers-Monde n’en reste pas moins le parent pauvre de l’Occident. Ceci affectera et la nature de la littérature latino-américaine et le comportement de ses intellectuels. Si la littérature hispano-américaine est moderne : c’est-à-dire qu’elle reflète d’une certaine manière « le creux laissé par les anciennes certitudes divines minées par la critique », on ne pourrait pas en dire autant de la pensée philosophique et politique qui elle demeure franchement anti-critique. Car l’Amérique latine a manqué l’Encyclopédie et l’Age critique. « Nous n’avons pas eu de XVIIIe siècle : avec la meilleure bonne volonté, nous ne pouvons comparer un Feijoo ou un Jovellanos avec Hume, Locke, Diderot, Rousseau, Kant. Voilà la grande rupture : là où commence l’âge moderne, commence aussi notre séparation ». (Octavio Paz, La fleur Saxifrage, Gallimard, 1984. p. 74) </div>
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Cette rupture avec la modernité et les réalités sociales qui s’y incarnent feront en sorte que les idées ne trouvant plus aucune contrepartie dans les réalités sociales deviendront des masques, voire des idéologies. Elles seront des écrans qui cachent et le sujet et son regard devant le réel. D’où divorce entre l’idée et l’attitude. Si les idées viennent des derniers cris de la mode politique, les attitudes elles, s’enracinent dans les atavismes les plus tenaces. « Les idées sont d’aujourd’hui, les attitudes sont celles d’hier leurs aïeux jurés par Saint Thomas, eux ne jurent que par Marx, mais, pour les uns comme pour les autres, la raison est une arme au service d’une Vérité. La mission de l’intellectuel est de la sauvegarder. Leur conception de la culture et de la pensée est polémique et combative : ce sont des croisés ». (Octavio Paz, Une planète…, op. cit., p. 193) </div>
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Ces comportements schizophréniques dont nous parle Paz, on les trouve d’une façon encore plus accentuée dans le monde islamique et chez les intellectuels du Tiers-Monde en général. Or cette séparation avec l’âge moderne coïncide — et ceci est d’une importance capitale — avec le changement de paradigme en Occident. </div>
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Là, le vieux monde s’effrite, les canons culturels s’effondrent. La scolastique vole en éclats et c’est la Renaissance, puis le commencement de l’âge classique et la naissance de l’âge scientifico-technique. Ce retournement a des conséquences énormes. Il est une révolution tant dans le domaine des sciences que dans le regard de celui qui redécouvre le monde avec des lunettes nouvelles. L’ancien paradigme d’un monde axé sur l’analogie perd son attrait. </div>
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La matière acquiert son droit non plus comme la négation de l’être, mais comme force créatrice de la nature. A la contemplation des visions premières se substituent l’observation, puis l’expérimentation vérifiable selon les lois de la nature. Les mathématiques remplacent les puissances occultes. L’histoire fait irruption comme mouvement de l’esprit. Bref un changement radical s’y opère, qui n’épargne plus aucun de l’être. Mais tout ceci se fait en dehors de la portée des grandes civilisations asiatiques, dans une aire culturelle limitée essentiellement à cette Europe de l’Ouest qui, à partir du XVIIe siècle est le creuset du nouveau paradigme naissant, de même que le berceau incontestable de la modernité. </div>
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Parallèlement à ce déplacement nous constatons un recentrage de l’économie. Fernand Braudel nous montre que le déplacement des centres de gravité est en rapport avec ce qu’il appelle ‘l’économie-monde’ (Weltwirtshaff). Chaque économie-monde comprend une triple réalité : un espace géographique, un pôle comme autrefois Londres et aujourd’hui New-York et des zones successives. « Chaque fois qu’il y a un décentrage, un recentrage s’opère, comme si une économie ne pouvait vivre sans un centre de gravité, sans un pôle ». (Fernand Braudel, La dynamique du capitalisme, Arthaud, Paris 1985, P. 91) </div>
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En effet, un centrage se fait vers 1380 au profit de Venise, puis c’est Anvers vers 1550-1560, ensuite un retour à la Méditerranée au bénéfice de Gènes vers 1590-1610. Amsterdam dominera à partir du XVIIe siècle pour presque deux siècles. Entre 1780 et 1815, le centre de l’économie-monde sera Londres et en 1929, le centre se déplace outre-Atlantique et se situe cette fois à New-York. </div>
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Avec Londres comme centre, une page est tournée de l’histoire économique. « Pour la première fois, l’économie mondiale européenne, basculant les autres, va prétendre dominer l’économie mondiale et s’identifier avec elle à travers un univers où tout obstacle s’effacera devant l’Anglais, lui d’abord, mais aussi devant l’Européen » (Ibid., p. 107). Depuis quelques années on parle d’un nouveau recentrage vers le Pacifique. Les deux puissants riverains du pacifique, les États-Unis et le Japon deviennent en quelque sorte le nouveau pôle de la troisième révolution technologique de sorte que le rapprochement inévitable, courcircuitant l’Europe, s’incarne dans cette nouvelle réalité que John Naisbitt appelle ‘U.S. – Japan Inc.’ (John Naisbitt, The Year ahead, 1986, Warner Books, New York, 1985, p. 21-37). </div>
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Mais que faut-il entendre par paradigme ? « Le paradigme dit T. Kuhn représente l’ensemble des croyances, de valeurs reconnues, et de techniques qui sont communes aux membres d’un groupe donné ». (Thomas S. Kuhn, La structure des révolutions scientifiques, Flammarion, Paris, 1983, p. 238). </div>
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Le paradigme est une certaine vision du monde à laquelle adhèrent les membres d’une communauté de scientifiques et de penseurs. Lorsque celle-ci change en raison des mutations scientifiques, le monde dans lequel vivent les scientifiques se modifie également et ceux-ci voient les choses d’une autre façon, c’est-à-dire avec un regard nouveau. Le changement de paradigme est comme un déplacement d’une constellation à une autre. Car non seulement les choses se dévoilent autrement mais même nos réactions agissent différemment. « Ce qui, avant la révolution (scientifique), était pour l’homme de science un canard, devient un lapin. Ce qu’il voyait comme l’extérieur d’une boîte, vu d’en haut, lui apparaît comme un intérieur, vu de dessous » (Ibid., p. 158). D’où une transformation de perception visuelle qui accompagne tout changement de paradigme. </div>
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En regardant par exemple la lune, le savant converti à la théorie copernicienne ne dira pas « je voyais une planète, maintenant je vois un satellite », mais plutôt « je prenais jadis la lune pour une planète, mais je me trompais ». Entre jadis et aujourd’hui s’insère le changement de regard qui est la correction de la perception antérieure et cette correction est à présent un axe autour duquel s’articulent à la fois et les modifications des catégories perceptives et les transformations des comportements psychologiques. « Lavoisier a vu de l’oxygène là où Priestley avait vu de l’air déphlogistiqué et où les autres n’avaient rien vu du tout ». À partir du moment où il découvre l’oxygène, « Lavoisier a travaillé dans un monde différent ». (Ibid., p. 166-67) </div>
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Si d’autre part le balancement d’un corps attaché à une ficelle s’explique pour un aristotélicien comme une chute entravée, ne pouvant atteindre son repos qu’après un mouvement compliqué, pour Galilée il est déjà le pendule, c’est-à-dire un corps capable de répéter le même mouvement à l’infini. Les pendules influencés par l’idée de l’impetus « sont nés de quelque chose qui ressemble beaucoup à un renversement de la vision de la forme, produit par un nouveau paradigme ». (Ibid., p. 169). </div>
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Ce nouveau paradigme trouvera sa forme philosophique dans la pensée de Descartes où tous ses éléments sont déjà fortement articulés. À partir de ce moment commence la période du conflit des paradigmes et le dialogue de sourds entre ceux qui convertis au nouveau paradigme vont transformer le monde et ceux qui restés en dehors vont en subir l’impact dans tous les sens. Quelques exemples de ce dialogue de sourds. Les mondes correspondent les uns avec les autres en vertu des analogies occultes diront les défenseurs de l’ancien paradigme. Au contraire, rétorqueront les nouveaux : ils s’opposent comme deux mondes hétérogènes : étendue et pensée sont liées disjointement. Le monde a une finalité insisteront les premiers puisque causalité et finalité coïncident dans l’indétermination de l’être, Et non ! répondront toujours les nouveaux, il est absurde de parler de fins là où tout découle avec une nécessité infaillible de Dieu comme une conséquence de sa cause. Pourtant, répondront les premiers, on ne peut pas nier le fait que les goûts, les couleurs sont intégrantes de la nature des choses. Encore erreur, ils ne sont que des modes subjectifs de la pensée. Ce que vous appelez chose n’est que l’étendue n’ayant pour propriétés que la divisibilité, la figurabilité, la mobilité. </div>
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Et les Images que nous voyons dans les rêves, dans nos méditations, sont-elles aussi des illusions ? Pire encore, ce sont des images confuses, secrétées pour le délire de l’imagination. Et ce dialogue de sourds continuera encore jusqu’à nos jours. </div>
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C’est Newton qui a donné corps au rêve cartésien. Intégrant les travaux de ses prédécesseurs comme Copernic, Kepler, Galilée et Descartes dans une puissante synthèse, il devient le couronnement scientifique du nouveau paradigme. Dès lors tout rentre dans l’ordre jusqu’à la fin du XIXe siècle. Le monde fonctionne comme une machine mise en mouvement par les lois immuables. Et ce modèle devient si puissant, si convaincant, qu’il finit par influencer non seulement les sciences dures mais aussi les sciences humaines. F. Capra, dans son livre The Turning Point (Flamingo, London, 1984), en montre l’application dans le concept mécanique de la vie en biologie, dans le modèle biomédical, dans la psychologie, dans les sciences économiques. </div>
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Bref dans tous les systèmes réductionnistes. Il est vrai que nous assistons depuis les grandes révolutions scientifiques du XXe siècle (théorie de la relativité, mécanique quantique) à l’émergence d’un nouveau paradigme qui, par rapport à l’ancien, à l’avantage d’être organique, holistique et écologique. Mais si l’emprise de ce nouveau paradigme se fait sentir plus ou moins dans toutes les sciences et qu’il s’accompagne aussi d’une mutation technologique aux dimensions planétaires, l’ancien n’en reste pas moins opératif et n’a pas abdiqué pour autant. </div>
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Les civilisations extra-occidentales vivent ainsi à l’heure de deux paradigmes : le leur et celui issu des grandes révolutions scientifiques. Elles subissent en outre les retombées discrètes du troisième paradigme qui est en train de transformer le monde et dont on voit la mise en œuvre dans les sociétés postindustrielles. </div>
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Comment donc l’homme vivant dans un monde où se confrontent des modèles aussi opposés va-t-il s’accommoder de cet état de chose sans encourir le risque d’aboutir à des comportements absurdes ? Comment endiguer la vague qui le submerge de tous côtés ? Puisqu’au fond la collision des deux paradigmes sous-entend aussi les conflits qui opposent la modernité et la tradition tout autant que les décalages ontologique, psychologique et esthétique. </div>
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D’un côté changement, saut qualitatif, progrès et mutation, de l’autre, pesanteur sociologique, inertie traditionnelle, sclérose et idéologies de combat. Entre ceux deux paradigmes, il n’y a pas seulement différences de toutes sortes mais aussi historiquement une symétrie inverse. Par exemple, Paz (Octavio Paz, Conjonctions et disjonctions, Gallimard, 1971, p. 55-69) dans une comparaison entre le Bouddhisme et le Christianisme parvient à une conclusion fort intéressante en comparant les étapes successives du Bouddhisme et du Christianisme, il montre que leur développement s’est fait en sens inverse. Si le Bouddhisme a débuté comme une réaction contre l’orthodoxie brahmanique, il devient très vite une philosophie (l’école des Sarvâstivâdin du Petit Véhicule), puis devient une métaphysique avec les grandes créations du Mahâyâna, enfin une religion ritualiste avec le Tantrisme. Le Christianisme en revanche parcourt le chemin inverse : à sa naissance il est déjà une religion de salut. Il crée une philosophie avec le Pères de l’Église, puis devient une métaphysique, ensuite avec la Réforme (c’est-à-dire avec le début du changement de paradigme survenu en Occident) « il passe de la métaphysique à la critique et du rite à la morale » (Ibid., p. 58). La phase finale du Christianisme est le Protestantisme, tandis que celle du Bouddhisme est le Tantrisme. Si le premier est un mouvement de l’incarnation à la désincarnation, le second sera au contraire un mouvement de la désincarnation à l’incarnation des Images (Ibid., p. 68). En d’autres termes, dans son rapport avec le corps, le Christianisme adopte une attitude de « disjonction », tandis que le Bouddhisme sous forme de Tantrisme est la doctrine de la « conjonction » du corps et de l’esprit et « prône une expérience totale, charnelle et spirituelle, qui doit se réaliser concrètement et réellement dans le rite » (Ibid., p. 72) </div>
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Ces différences et tant d’autres que ce soit sous forme de disjonction ou de conjonction, d’individuation spirituelle ou de subjectivisme, de rapports abstraits ou concrets avec le corps, le rite et la morale, dénotent un changement de paradigme et soulignent l’incompatibilité de deux mondes en somme radicalement opposés. Or ce décalage ne fut perçu par les Orientaux qu’au XIXe siècle, surtout à l’âge de l’expansion coloniale et de la rencontre avec la puissance industrielle de l’Occident. Les réactions à l’égard de ce défi ont été diverses et ont connu des phases différentes. Prenons ici l’exemple du monde islamique. </div>
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Dans la prise de conscience du monde islamique à l’égard de l’hégémonie occidentale, on distingue deux périodes : la renaissance (Nahda) et l’ère des révolutions (Thawra). La première phase s’étend, selon Arkoun (Mohammed Arkoun, La pensée arabe, P.U.F., 1979), de la fin du XIXe siècle jusqu’à 1950. Et la seconde dure toujours et a trouvé peut-être son aboutissement dans la République islamique de l’Iran. Or, comment le monde islamique a-t-il fait front à ce nouveau défi ? </div>
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Ce qui frappa tout d’abord les musulmans fut la réalité du retard. À partir des années 1880 ce thème nourrira toute une pléiade de penseurs musulmans. Ce sera aussi l’un des sujets constants du journal arabe Al-Urwa al-Wuthqâ (le lien indissoluble), fondé à Paris en 1884 par l’iranien Jamâl-ed-dîn Asad Abâdî, dit Afghânî, et l’égyptien Mohammad ‘Abduh. Ce journal invitera les musulmans à lutter contre l’obscurantisme, le fanatisme, l’immobilisme social, à combattre l’hégémonie occidentale dans les territoires de l’Islam, d’où l’idée de panislamisme, de retour aux sources, de la renaissance islamique. Les grands thèmes abordés dans cette revue seront repris par Rashîd Ridâ, l’un des proches d’Abduh dans sa revue réformiste Al-Manâr (Le Caire, 1898), de même que par le syrien Abd aI-Rahmân al-Kawâkibî (1854-1902) et beaucoup d’autres. Dans ces thèmes, on perçoit deux tendances : une autocritique (le thème du retard) et un effort pour justifier l’idée que si les musulmans souffrent de tant de revers, c’est qu’ils ont corrompu la vraie religion de sorte que l’Islam est devenu « comme une fourrure mise à l’envers » (Ali Merad, L’Islam contemporain, P.U.F., Paris, 1984, p. 43) </div>
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Jamâl-ed-dîn sera le chef de file de ce renouveau. Dans une célèbre conférence prononcée le 8 novembre 1872 au Albert Hall de Calcutta, il entre de plain-pied dans le vif du sujet. Voici ce qu’il dit : « le gouvernement Ottoman et le Khedivat d’Égypte ont depuis soixante ans, créé des écoles scientifiques sans pouvoir en tirer le moindre profit, car la philosophie n’y est pas enseignée. Or, l’absence d’esprit philosophique fait qu’il leur est impossible d’aboutir à des résultats dans les autres branches scientifiques… Nous pouvons affirmer qu’un peuple doté d’esprit philosophique, même s’il est dans l’ignorance de disciplines scientifiques particulières, se trouve, grâce à cet esprit philosophique, prêt à acquérir des connaissances dans divers domaines scientifiques ». (Traduit et cité par H. Pakdaman, Djamal-ed-din Assad Abadî dit Afghani, G.P. Maisonneuve et Larose, Paris, p. 243) </div>
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Par esprit philosophique (rûh-e-falsafi), Jamâl-ed-dîn entend l’esprit nouveau : c’est-à-dire l’esprit scientifique. Il s’étonne que les penseurs islamiques « accroupis devant une lampe à pétrole durant toute la nuit » ne se demandent jamais « pourquoi cette lampe fume-t-elle lorsqu’elle est couverte » (Ibid., p. 244). Bref, il leur reproche leur manque de curiosité, leur apathie, leur inconscience obnubilante. Car les Occidentaux ne s’introduisent pas uniquement chez nous par les puissances des armes mais par tout un réseau d’innovations scientifiques : lignes télégraphiques, chemins de fer, machines à vapeur, phonographes, appareils de photographie, microscopes et télescopes. « Est-il admissible que vous délaissiez tous ces problèmes parce qu’ils ne figurent pas dans le Shifâ d’Avicenne ou dans le Hikmat al-lshrâq de Shihâboddîn Sohravardî ? » (Ibid., p 288) </div>
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D’autres penseurs comme l’égyptien ‘Abduh, l’indien Mohammad Iqbâl, le syrien al-Kawâkibî, l’égyptien al-Qasîmî aborderont le thème de l’arriération (ta’akhkhur), de l’inertie (jumûd) en leur opposant les idées d’évolution (tatawwur), de progrès (taraqqi) hérités de l’Occident. On revalorisera l’idée d’innovation (bid’a) condamnée par l’Islam comme « la pire des choses », on parlera de l’ouverture de la porte d’îjtihâd (effort de décision personnelle) fermée depuis longtemps (R. Brunschvig, « Problème de la décadence » in Classicisme et déclin culturel dans l’histoire de l’Islam, G.P. Maisonneuve et Larose, 1977, p. 29-51). On ira jusqu’à justifier le progrès en affirmant que l’idée y était déjà implicite dans le Qorân. Mais à l’exception de très rares penseurs qui oseront souhaiter une rupture brutale avec le passé, la plupart des réactions garderont d’être iconoclastes. Un Jamâled-dîn tout en étant d’accord avec Renan sur bons nombres de points essentiels (Ernest Renan avait prononcé une conférence retentissante : L’Islamisme et la Science, à la Sorbonne, le 29 mars 1883 publiée dans le Journal des débats, où il affirmait catégoriquement que l’Islam est contraire à l’esprit scientifique. La réponse de Jamil-ed-din fut plutôt modérée), n’en sera pas moins le promoteur militant du panislamisme, un Iqbâl imbu de Bergson et de Nietzsche fera d’énormes acrobaties mentales pour concilier le progrès avec le Qorân [cf. Qorân LXXI, 14 : « Il vous a créés par stades (atwâran) » ; LXXIV, 19 : « Vous serez transférés de degré (tabaqan 'an tabaqîn) »], un ‘Abduh cherchera les modèles exemplaires dans l’âge l’or de l’Islam primitif. On fera somme toute une distinction ; l’Islam est innocent, ce sont les musulmans qui sont corrompus. L’Islam est une fourrure mise à l’envers, retournez-la et tout marchera. Or dans cette première phase de rencontre, les penseurs tout en étant conscients des enjeux du problème, n’en restent pas moins ambigus. On sent les germes de la décrépitude, on voit le déclin, mais on veut à la fois progresser et conserver ce qui freine ce même progrès. On cherche des boucs émissaires, on déplace le problème vers les institutions qui incarnent la religion plutôt que de critiquer le paradigme qui la sous-tend. Si l’Islam est malade, la raison en est que la connaissance est devenue l’apanage exclusif des enturbannés ignorants qui sèment partout la discorde et l’obscurantisme. </div>
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Mais on ne se rend pas à cette évidence que le nouveau paradigme ne peut s’instaurer qu’au détriment de l’ancien. Dire que l’Islam n’est pas incompatible avec la science et que celle-ci y est même virtuellement contenue, ne résout ni le problème de l’Islam ni celui de la science, puisqu’entre les deux s’interpose le champ creux de leur irréductibilité. Cela équivaut aussi à démythiser l’Islam tout en resacralisont le langage de la science. La résurgence de l’Islam, en supposant même qu’elle fut possible sous sa forme primitive, ne pourra balayer d’un revers de la main — et ceci avec la meilleure volonté du monde — ce renversement épistémologique qui a permis la révolution scientifique depuis plus de quatre siècles. </div>
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Lorsqu’on passe de la période de la renaissance (Nahda) à la période des révolutions (Thawra), les choses changent de registre. Entre ces deux périodes il y a discontinuité et continuité à la fois. La discontinuité tient à la modification du langage, car cette phase est surtout idéologique. Arkoun fait remarquer pertinemment : « Il s’agit moins de saisir le réel objectif — comme s’y efforce la pensée scientifique — que de transformer les conditions d’existence jugées insupportables en conditions idéalisées pour être plus désirables ». (La pensée arabe, op. cit., p. 107). En d’autres termes la phase critique de la pensée — militante à la période précédente, surtout en ce qui concerne l’ankylose de la culture — se détourne de sa tâche épistémologique pour devenir platement sociologique. Les solutions toutes faites se substituent à la fraîcheur des premiers questionnements, à la critique des premières heures se substitue l’idéologie de combat. Mais il y a aussi continuité car le thème de l’authenticité (asâla), des modèles exemplaires (les premiers musulmans), du retour, de l’omniscience miraculeuse du Qorân, bref toute la mythologie de l’Islam qui bouillonnait naguère dans l’imaginaire des penseurs de la Nahda va épouser à présent une dimension délirante et nous assisterons — intégrisme aidant — à une explosion de l’inconscient collectif avec toute sa terreur et sa misère. </div>
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Mais que s’est-il passé entre ces deux phases ? Je pense qu’entre les deux il y a eu intériorisation du paradigme nouveau mais d’une façon perverse et défectueuse. Je m’explique. Les penseurs de la Nahda, en dépit de leur amour pour l’Islam et de leur ambivalence, posent néanmoins des questions essentielles. Ils comparent, ils se rendent compte du décalage, mettent le doigt sur des problèmes réels et surtout ils se gardent d’être des hommes de ressentiment. </div>
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L’égyptien al-Quasîmî mène une charge à fond contre les atavismes culturels des musulmans qui, en raison de leur soumission inconditionnelle à Allah, refusent de voir la prépondérance des lois de la nature, de la causalité scientifique. Mais tout en étant conscients de l’impact de l’Occident, ce sont des hommes entre les deux cultures et ils ont le privilège de voir leur confrontement avec des yeux nouveaux. Par contre les idéologues de la Thawra sont « des occidentalisés », c’est-à-dire que le paradigme dominant (une certaine modernité tronquée) a été intériorise d’une façon perverse dans leur appareil perceptif. Mais de quelle modernité s’agit-il ? Non pas la phase critique qui réfléchit, qui pose des questions, mais les derniers avatars des sous-produits d’une vulgate marxiste qui, sous forme de paquets de savoirs réductionnistes, donne des choses des explications par trop simplistes. </div>
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On pourrait dire que le regard nouveau est moderne, d’une certaine façon, mais c’est un regard mutilé. Car il reste en rupture avec l’archéologie du savoir qui l’a précédé. Il n’a pas émergé comme dirait Foucault à la suite des ruptures épistémiques mais a surgi comme le dernier rejeton sans mémoire d’une généalogie amputée. </div>
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Dès lors il sera aveugle et réducteur. Historiquement cette phase est la période de l’entre-deux, qui est celle des distorsions de toutes sortes, épistémologiques tout autant que psychologiques et esthétiques. En fait les deux paradigmes (l’ancien et le nouveau) se croisant l’un l’autre finiront par se déformer mutuellement : la modernité sera mesurée à l’aune de la Tradition tout comme celle-ci subira les entorses violentes de celle-là. D’où aussi un divorce entre ce regard mutilé et les attitudes psychiques qui le conditionnent. Celles-ci n’ayant pas été adaptées progressivement aux mutations épistémologiques des temps nouveaux, restent ancrées dans l’ancienne vision empathique des choses. </div>
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Dès lors on vivra à l’heure des deux paradigmes qui se repoussent, dont l’un structure la perception mutilée du regard, tandis que l’autre y verse le contenu émotionnel des croyances. On pensera tenir un discours authentique là où l’on n’entretient qu’un délire paranoïaque ; on croit être musulman pur et dur alors qu’on n’est qu’un sous-produit des derniers discours périmés du XIXe siècle. </div>
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Le cas d’un Shari’atî – un des théoriciens de la Révolution islamique – en est un des exemples les plus illustres. Dans une certaine mesure Shari’atî est moins lucide que Jamâl-ed-dîn. Entre les deux hommes il y a cent ans de distance, et pourtant dans cette comparaison l’illustre prédécesseur sort victorieux. Jamâl-ed-dîn pose des questions brûlantes dont l’actualité n’a pas été démentie jusqu’à ce jour, Shari’atî a des réponses toutes faites à toutes les questions. Si le premier parle d’esprit scientifique qu’il faudrait coûte que coûte intégrer, le second nous donne le piètre exemple d’une vision on ne peut plus réductrice. Tout s’explique chez lui en termes marxistes d’infra et super structures, en une vision manichéenne de l’histoire, en une cascade d’identifications en chaîne. La pensée de Shari’atî est un mélange de deux paradigmes qui vomissent l’un sur l’autre. Nous disions ailleurs : « si on mélange un Hegel démuni de tout l’appareil conceptuel du système de la raison et de la phénoménologie de l’esprit, avec un Marx dépouillé de la théorie, de la praxis, et un Islam amputé de ses deux pôles (mabda’ – origine – et ma’âd – retour -), nous obtenons une soupe épaisse où tous les éléments agglomérés apparaissent désinvestis de leur teneur ontologique, du fait qu’ils ont été séparés de la base qui les constitue et justifie leur raison d’être. Une telle pensée ne peut être qu’une pensée sans objet et, partant, une pensée sans lieu ». (Daryush Shayegan, Qu’est-ce qu’une révolution religieuse ?, Les presses d’aujourd’hui, Paris, 1982, p. 230) </div>
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Cet état de chose constitue le comportement de l’intellectuel idéologue du monde islamique qui reste déchiré entre ses convictions politiques et ses comportements psychologiques. Divorce douloureux qui fait de nos idéologues non pas des penseurs critiques, mais des croisés qui vont sans relâche à la conquête des moulins à vent et ceci au détriment de ce bon sens qui, n’en déplaise à Descartes, est tout compte fait la chose la moins partagée du monde.</div>
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<b><span style="color: #cc0000;">Daryush Shayegan</span>, Le réel est toujours ailleurs</b><br />
<span style="font-size: x-small;">[in Le regard mutilé]</span></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-46137978850868790402014-12-27T03:00:00.000+00:002015-01-09T23:41:20.694+00:00Alpha<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXa4GWq62Z7KRr_0a4iaWwc_mdqPX_1IORfs9VYRWQzL7DHbn6AfJ2EbyzWKRn9ffT2Ml21hn_T43aRknQ4dVrRTAMcFQtvQPDKj-83tG3KzV5baZEMYfLMgfPqkX2JxAQCTmSeY6gagRI/s1600/John+Thomson+(I).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXa4GWq62Z7KRr_0a4iaWwc_mdqPX_1IORfs9VYRWQzL7DHbn6AfJ2EbyzWKRn9ffT2Ml21hn_T43aRknQ4dVrRTAMcFQtvQPDKj-83tG3KzV5baZEMYfLMgfPqkX2JxAQCTmSeY6gagRI/s1600/John+Thomson+(I).jpg" height="528" width="640" /></a></div>
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<b style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">John Thomson, from Illustrations of China and Its People</b><br />
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-66688372404108982812014-12-27T02:00:00.002+00:002014-12-28T02:29:19.847+00:00Il n'y a pour lui réel, que du possible<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Si la raison, négatrice de l’existence, a trouvé sa meilleure expression dans l’œuvre des magiciens, des philosophes, des théologiens et des savants, en quoi donc s’est-elle exprimée cette existence dont la pensée frémissante battait sous l’écorce de l’Arbre de la Vie ? Cette pensée de l’existence a sans doute trouvé ses meilleures expressions dans la vie d'individus qui n’ont point laissé de traces dans l’histoire ; elle est le principe anonyme qui donne à l’histoire, son sens et sa plénitude. Sans doute aussi retrouverons-nous dans l’expérience des mystiques un exemple éclatant ; mais cette expérience pure est incommunicable ; il nous faut nous renseigner non d'après leur vécu, mais d’après leurs souvenirs et leurs commentaires de ce vécu qui, plaidoyers d'une cause, ne pouvaient manquer de puiser aux éléments du discours et accepter ses règles intérieures. C’est dire que les écrits des mystiques se situent loin de leur vie intérieure et sont marqués au sceau de la raison. Qu’il nous soit donc permis de jeter un regard sur une expérience impure, mêlée, parfois grossière, mais hautement significative qui porte sur le singulier et le vivant et ne peut le trahir sans se trahir elle-même — je veux dire l’expérience poétique, dont le résidu lyrique se trouve former la base, nouménale de toutes les activités qui se rangent sous la dénomination générique de l’Art. La moindre analyse et aussi superficielle qu’elle soit, révèle instantanément l’opposition irréductible qu’elle figure en face de la philosophie et en général en face de toute spéculation théorique. Ce qu’on a bien voulu appeler l’animisme et qui fut prêté à tort aux anciens philosophes, se trouve être l’opération fondamentale de l’art ; en vérité, le poète anime, individualise, humanise, depuis l’univers invisible jusqu’à la nature inorganique, à l’objet inanimé ; il restitue journellement à la vie une énergie et un rayonnement énorme, celui-là même peut être que les philosophes, journellement, s’efforcent de lui ôter. A l’effort de détermination, de localisation, de mécanisation, de fixation des forces de l’univers, entrepris par les philosophes, un mouvement inverse a lieu grâce au poète, d'indétermination, d'inconstance, de libération, de désintégration. Chaque jour le « continu » capté est rendu avec tous les honneurs souhaitables, au discontinu ; la nécessité tous les jours y redevient caprice, arbitraire, et, par une alchimie insensible, la vie se substitue à la mort, la mort à la vie.</span><br />
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Ce monde assis par le philosophe sur une Raison, un Esprit, un Logos immuable, déraille toutes les nuits sur un principe d’indétermination, sur un tremblement de terre, conçu et posé là par le poète. Sans doute, tout comme le philosophe, le poète cherche-t-il, ce qui est le plus important ; mais si, pour le philosophe, noblement, n’est importante que la conservation de la matière, le cosmos de l’atome, les structures idéales, le poète, lui, honteusement, parle de souffrance, d'ennui, de mystère. La folie, méprisée par le philosophe et l’immortalité de l’âme qu’il foule à ses pieds, sont rattrapées avec avidité par le poète. Sans doute, ne devient-il pas toujours fou et se gargarise-t-il un peu avec l’immortalité ; mais n'empêche que ces tentatives lui doivent être comptées.</span><br />
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<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Ici, le singulier, le vivant, et même la singularité et le vif deviennent le centre d'un univers dont ils n’étaient que les accessoires ; c'est la défaillance de l’être, et sa mort, qui sont la véritable partie du poète. Que ferait-il de l’énergie, du rayonnement, de l’atome, des lois ? C’est l’existence qu’il veut sauver et ses lamentations font frémir jusqu’au philosophe le plus endurci. Que ferait le poète de la réalité telle quelle ? Il n'y a pour lui réel, que du possible ; possible que de l’espoir ; espoir, que dans la tension la plus haute, la passion, le déchirement ; il boude la résignation ; c'est là qu’il joint et parfois sans s'en douter, les frontières de la vie, les prémices du transcendant. Son amour est dilatation ; dilatation, sa pensée ; le rayon de sa sympathie traverse l’opacité des choses ; sa tension efficace élimine les obstacles les plus résistants ; et ce n’est qu’au moment où il saisit le vide, qu’il sent ses mains pleines du Tout. Si pur est son mouvement qu’il l’ignore lui-même ; et alors qu’il retombe de haut, il prend son mouvement réel pour un délire et se moque, lui en premier, de son « inspiration ». Pour le poète, tout a lieu comme si la transcendance existait, ou comme si existait une absence béante et douloureuse de cette transcendance. La présence du monde ne le touche qu’en tant qu’absence — une absence dont il a faim et soif. Que Dieu soit cru existant et parfois le poète le hait ; mais le hait davantage de ne pas être. À la résignation lamentable du philosophe, il oppose la menace permanente d'actes nouveaux, la possibilité imminente d’un coup de force. Il est dispensateur de vie, alors que le philosophe est dispensateur de mort, il substantialise, alors que le philosophe désubstantialise. Aussi les œuvres les plus hautes de la pensée existentielle ont-elles toujours non seulement revêtu, mais signifié, une grande activité lyrique : poésie, le Livre de Job ; poésie, l’expérience mystique de Saint Jean de la Croix ; poésie, la pensée de Nietzsche, de Kierkegaard ; toute dilatation de la pensée, toute passion ne peut, en dernier ressort, prendre d’autre figure que lyrique. C'est ainsi qu’à défaut d'exemples plus hauts et qui nous sont interdits, la poésie par sa démarche, sa tension, sa technique et jusque par cet inachèvement en système, en vase clos, qui est son lot sur la terre, si elle ne se confond avec l’existant, du moins l’épouse-t-elle et exprime son déchirement, sa liberté. Le poète assure à nos yeux le rôle de « télégraphe vivant » entre nous et le possible ; il ruisselle de solitude ; il pétille de transcendance ; il entretient en nous un malaise fécond ; il nous empêche de guérir humainement de nos plaies ; et s’il ne sait que se lamenter, il nous faut voir là la seule attitude qui nous reste possible devant le réel. Il n’est pas l’Arbre de Vie : il est soif de l’Arbre de Vie.</span><br />
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Cependant, la poésie ne dispose que d'affirmations passionnées, de rapprochements ineffables ; elle vit, mais ne décrit pas ; vit et ne conclut guère. A l’issue d'une lecture, la plus fiévreuse, le lecteur un instant séduit par le réel vivant, retombe entre les mailles de la logique quotidienne ; il a été ému par le poème, mais convient-il de confondre, l’émotion avec la créance ? L’émotion prouve-t-elle quoi que ce soit ? Peut-on se fier à la poésie, aux libres jeux de l’imagination ? Il est évident que l’on ne peut vivre sans espoir, évident que l’on va au spectacle, an cinéma, an cirque, au concert pour se retremper dans les grandes sources d'expression, pour s'arracher à l’écœurante absence du réel, qui nous pèse. Il est évident qu’un roman de Dostoïevski ou de Lawrence contiennent plus de vie, d'espoir, de possible, de miracle, que tous les livres de philosophie réunis. Mais le monde de l’art est-il vrai ? Cet espoir est-il objectif ? Peut-on prouver qu’il est, dans ce qu’il n'est pas encore ? N’est il pas plutôt une drogue, un opium ? « La vie est la mort », disait un grand médecin et prouvait sa proposition. Mais le poète lorsqu’il s'écrie que « la vie est un songe », ou encore « le rêve d'une ombre », le prouve-t-il ? C’est là que cesse la vertu de l’art vivant et que débute l’activité seconde de la « contemplation esthétique », trop souvent confondue avec l’art lui-même et dont un jour il faudra bien dire la pitié et l’extrême misère.</span></div>
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<b><span style="color: #cc0000;">Benjamin Fondane</span>, L’Expérience poétique</b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-66933691235952899122014-12-27T01:00:00.000+00:002015-01-09T23:41:30.038+00:00Omega<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgp6vQgpZOaN_2ieEH00Z-g7JZPo_srwOxZKiY6HbfpDvVc_snzcF3ZeBwb-ZF-LorPVhywNVAFHoIQi4tAcX92vovbFJ3OvDH0OKV1EIdXhXttcY9RQi9Y-qDa1-HWYcgujJ57xazq3457/s1600/John+Thomson+(III).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgp6vQgpZOaN_2ieEH00Z-g7JZPo_srwOxZKiY6HbfpDvVc_snzcF3ZeBwb-ZF-LorPVhywNVAFHoIQi4tAcX92vovbFJ3OvDH0OKV1EIdXhXttcY9RQi9Y-qDa1-HWYcgujJ57xazq3457/s1600/John+Thomson+(III).jpg" height="586" width="640" /></a></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>John Thomson, from Illustrations of China and Its People</b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><br /></b></span></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-9091012436626355432.post-21379535453597103342014-12-26T01:00:00.000+00:002015-01-09T23:41:58.621+00:00De l'écriture<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">La prison est profonde. Elle est en pierre. Sa forme est celle d’une demi-sphère presque parfaite ; le sol, qui est aussi en pierre, l’arrête un peu avant le plus grand cercle, ce qui accentue de quelque manière les sentiments d’oppression et d’espace. Un mur la coupe en son milieu. Il est très haut, mais n’atteint pas la partie supérieure de la coupole. D’un côté, il y a moi, Tzinacán, mage de la pyramide de Qaholom, qui fut incendiée par Pedro de Alvarado ; de l’autre, il y a un jaguar qui mesure à pas égaux et invisibles le temps et l’espace de sa cellule. Au ras du sol, une large fenêtre munie de barreaux s’ouvre dans le mur central. À l’heure sans ombre [midi], on ouvre une trappe dans le haut et un geôlier, que les années ont petit à petit effacé, manœuvre une poulie de fer et nous descend à l’extrémité d’un câble des cruches d’eau et des morceaux de viande. La lumière pénètre alors dans l’oubliette ; c’est le moment où je peux voir le jaguar.</span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
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Je ne sais plus le nombre des années que j’ai passées dans la ténèbre. Moi qui autrefois fus jeune et qui pouvais marcher dans cette prison, je ne fais plus autre chose qu’attendre, dans l’attitude de ma mort, la fin que les dieux me destinent. Avec le profond couteau de silex, j’ai ouvert la poitrine des victimes. Maintenant je ne pourrai pas sans l’aide de la magie me lever de la poussière.</div>
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La veille de l’incendie de la pyramide, des hommes qui descendirent de hauts chevaux me tourmentèrent avec des métaux ardents pour que je leur révèle la cachette d’un trésor. Ils renversèrent devant mes yeux la statue du dieu, mais celui-ci ne m’abandonnera pas et je suis resté silencieux dans les tortures. Ils me lacérèrent, me brisèrent, me déformèrent. Puis je me réveillai dans cette prison que je ne quitterai plus durant ma vie de mortel.</div>
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Poussé par la nécessité de faire quelque chose, de peupler le temps, je voulus me souvenir, dans cette ombre, de tout ce que je savais. Je gaspillai des nuits entières à me rappeler l’ordre et le nombre de certains serpents de pierre, la forme d’un arbre médicinal. De cette manière, je mis en fuite les années et je pris possession de tout ce qui m’appartenait. Une nuit, je sentis que j’approchais d’un souvenir précieux : avant de voir la mer, le voyageur perçoit une agitation dans son sang. Quelques heures après, je commençai à entrevoir ce souvenir. C’était une des traditions qui concernent le dieu. Prévoyant qu’à la fin des temps se produiraient beaucoup de malheurs et de ruines, il écrivit le premier jour de la création une sentence magique capable de conjurer tous ces maux. Il l’écrivit de telle sorte qu’elle parvienne aux générations les plus éloignées et que le hasard ne puisse l’altérer. Personne ne sait où il l’écrivit ni avec quelles lettres, mais nous ne doutons pas qu’elle subsiste quelque part, secrète, et qu’un élu un jour ne doive la lire. Je réfléchis alors que nous nous trouvions, comme toujours, à la fin des temps et que ma condition de dernier prêtre du dieu me donnerait peut-être le privilège de déchiffrer cette écriture. Le fait que les murs d’une prison m’entouraient ne m’interdisait pas cette espérance. Peut-être avais-je vu des milliers de fois l’inscription à Qaholom et il ne m’avait manqué que de la comprendre.</div>
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Cette pensée me donna du courage, puis me plongea dans une espèce de vertige. Sur toute l’étendue de la terre, il existe des formes antiques, des formes incorruptibles et éternelles. N’importe laquelle d’entre elles pouvait être le symbole cherché ; une montagne pouvait être la parole du dieu, ou un fleuve, ou l’empire, ou la disposition des astres. Mais, au cours des siècles, les montagnes s’usent et le cours d’un fleuve dévie, et les empires connaissent des changements et des catastrophes, et la figure des astres varie. Jusque dans le firmament, il y a mutation. La montagne et l’étoile sont des individus, et les individus passent. Je cherchai quelque chose de plus tenace, de moins vulnérable. Je pensai aux générations des céréales, des herbes, des oiseaux, des hommes. Peut-être la formule était-elle écrite sur mon visage et j’étais moi-même le but de ma recherche. À ce moment, je me souvins que le jaguar était un des attributs du dieu.</div>
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Alors la piété emplit mon âme. J’imaginai le premier matin du temps. J’imaginai mon dieu confiant son message à la peau vivante des jaguars qui s’accoupleraient et s’engendreraient sans fin dans les cavernes, dans les plantations, dans les îles, afin que les derniers hommes le reçoivent. J’imaginai ce réseau de tigres, ce brûlant labyrinthe de tigres, répandant l’horreur dans les prés et les troupeaux, pour conserver un dessin. La cellule adjacente contenait un jaguar. Dans ce voisinage j’aperçus la confirmation de ma conjecture et une secrète faveur.</div>
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Je passai de longues années à apprendre l’ordre et la disposition des taches. Chaque aveugle journée me consentait un instant de lumière et je pouvais alors fixer dans ma mémoire les formes noires qui marquaient le pelage jaune. Quelques-unes figuraient des points, d’autres formaient des raies transversales sur la face intérieure des pattes ; d’autres, annulaires, se répétaient. Peut-être était-ce un même son ou un même mot. Beaucoup avaient des bords rouges.</div>
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Je ne dirai pas mes fatigues et ma peine. Plus d’une fois, je criai aux murs qu’il était impossible de déchiffrer un pareil texte. Insensiblement, l’énigme concrète qui m’occupait me tourmenta moins que l’énigme générique que constitue une sentence écrite par un dieu. « Quelle sorte de sentence, me demandais-je, devait formuler une intelligence absolue ? » Je réfléchis que, même dans les langages humains, il n’y a pas de proposition qui ne suppose pas l’univers entier. Dire « le tigre », c’est dire les tigres qui l’engendrèrent, les cerfs et les tortues qu’il dévora, l’herbe dont se nourrissent les cerfs, la terre qui fut la mère de l’herbe, le ciel qui donna le jour à la terre. Je réfléchis encore que, dans le langage d’un dieu, toute parole énoncerait cet enchaînement infini de faits, et non pas d’un mode implicite, mais explicite, et non pas une manière progressive, mais instantanée. Avec le temps, la notion même d’une sentence divine me parut puérile et blasphématoire. « Un dieu, pensai-je, ne doit dire qu’un seul mot et qui renferme la plénitude. Aucune parole articulée par lui ne peut être inférieure à l’univers ou moins complète que la somme du temps. Les pauvres mots ambitieux des hommes, tout,monde, univers, sont des ombres, des simulacres de ce vocable qui équivaut à un langage et à tout ce que peut contenir un langage. »</div>
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Un jour ou une nuit – entre mes jours et mes nuits, quelle différence y a-t-il ? – je rêvai que, sur le sol de ma prison, il y avait un grain de sable. Je m’endormis de nouveau, indifférent. Je rêvai que je m’éveillais et qu’il y avait deux grains de sable. Je me rendormis et je rêvai que les grains de sable étaient trois. Ils se multiplièrent ainsi jusqu’à emplir la prison, et moi, je mourais sous cet hémisphère de sable. Je compris que j’étais en train de rêver, je me réveillai au prix d’un grand effort. Me réveiller fut inutile : le sable m’étouffait. Quelqu’un me dit : « Tu ne t’es pas réveillé à la veille, mais à un songe antérieur. Ce rêve est à l’intérieur d’un autre, et ainsi de suite à l’infini, qui est le nombre des grains de sable. Le chemin que tu devras rebrousser est interminable ; tu mourras avant de t’être réveillé réellement. »</div>
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Je me sentis perdu. Le sable me brisait la bouche, mais je criai : « Un sable rêvé ne peut pas me tuer et il n’y a pas de rêves qui soient dans d’autres rêves. » Une lueur me réveilla. Dans la ténèbre supérieure, se dessinait un cercle de lumière. Je vis les mains et le visage du geôlier, la poulie, la corde, la viande et les cruches.</div>
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Un homme s’identifie peu à peu avec la forme de son destin ; un homme devient à la longue ses propres circonstances. Plus qu’un déchiffreur ou un vengeur, plus qu’un prêtre du dieu, j’étais un prisonnier. De l’infatigable labyrinthe de rêves, je retournai à la dure prison comme à ma demeure. Je bénis son humidité, je bénis son tigre, je bénis le soupirail, je bénis mon vieux corps douloureux, je bénis l’obscurité de la pierre.</div>
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Alors arriva ce que je ne puis oublier ni communiquer. Il arriva mon union avec la divinité, avec l’univers (je ne sais si ces deux mots diffèrent). L’extase ne répète pas ses symboles. L’un a vu Dieu dans un reflet, l’autre l’a perçu dans une épée ou dans les cercles d’une rose. J’ai vu une Roue très haute qui n’était pas devant mes yeux, ni derrière moi ni à mes côtés, mais partout à la fois. Cette Roue était faite d’eau et aussi de feu et elle était, bien qu’on en distinguât le bord, infinie. Entremêlées, la constituaient toutes les choses qui seront, qui sont et qui furent. J’étais un fil dans cette trame totale, et Pedro de Alvarado, qui me tortura, en était un autre. Là résidaient les causes et les effets et il me suffisait de voir la Roue pour tout comprendre, sans fin. Ô joie de comprendre, plus grande que celle d’imaginer ou de sentir ! Je vis l’univers et je vis les desseins intimes de l’univers. Je vis les origines que raconte le Livre du Conseil. Je vis les montagnes qui surgirent des eaux. Je vis les premiers hommes qui étaient de la substance des arbres. Je vis les jars qui attaquèrent les hommes. Je vis les chiens leur déchirant le visage. Je vis le dieu sans visage qui est derrière les dieux. Je vis des cheminements infinis qui formaient une seule béatitude et, comprenant tout, je parvins aussi à comprendre l’écriture du tigre.</div>
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C’est une formule de quatorze mots fortuits (qui paraissent fortuits). Il me suffirait de la prononcer à voix haute pour devenir tout-puissant. Il me suffirait de la prononcer pour anéantir cette prison de pierre, pour que le jour pénètre dans ma nuit, pour être jeune, pour être immortel, pour que le tigre déchire Alvarado, pour que le couteau sacré s’enfonce dans les poitrines espagnoles, pour reconstruire la pyramide, pour reconstituer l’empire. Quarante syllabes, quatorze mots, et moi, Tzinacán, je gouvernerais les terres que gouverna Moctezuma. Mais je sais que je ne prononcerai jamais ces mots parce que je ne me souviens plus de Tzinacán.</div>
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Que meure avec moi le mystère qui est écrit sur la peau des tigres. Qui a entrevu l’univers, qui a entrevu les ardents desseins de l’univers ne peut plus penser à un homme, à ses banales félicités ou à ses bonheurs médiocres, même si c’est lui cet homme. Cet homme a été lui, mais, maintenant, que lui importe ? Que lui importe le sort de cet autre, que lui importe la patrie de cet autre, si lui, maintenant, n’est personne ? Pour cette raison, je ne prononce pas la formule ; pour cette raison, je laisse les jours m’oublier, étendu dans l’obscurité.</div>
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<b><span style="color: #cc0000;">Jorge Luis Borges</span>, L’Écriture du Dieu</b></div>
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fayçal a bentaharhttp://www.blogger.com/profile/09014830161812214586noreply@blogger.com0